FE Y AMOR

FE Y AMOR

Salmos

SALMO
Salmo 24(23),1-2.3-4ab.5-6. Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella, el mundo y todos sus habitantes, porque El la fundó sobre los mares, Él la afirmó sobre las corrientes del océano. ¿Quién podrá subir a la Montaña del Señor y permanecer en su recinto sagrado? El que tiene las manos limpias y puro el corazón; el que no rinde culto a los ídolos. él recibirá la bendición del Señor, la recompensa de Dios, su Salvador. Así son los que buscan al Señor, los que buscan tu rostro, Dios de Jacob.






Salmo19(18),2-3.4-5. El cielo proclama la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos; un día transmite al otro este mensaje y las noches se van dando la noticia. Sin hablar, sin pronunciar palabras, sin que se escuche su voz, resuena su eco por toda la tierra y su lenguaje, hasta los confines del mundo. Allí puso una carpa para el sol


Salmo95(94),1-2.3-5.6-7. ¡Vengan, cantemos con júbilo al Señor, aclamemos a la Roca que nos salva! ¡Lleguemos hasta él dándole gracias, aclamemos con música al Señor! Porque el Señor es un Dios grande, el soberano de todos los dioses: en su mano están los abismos de la tierra, y son suyas las cumbres de las montañas; suyo es el mar, porque él lo hizo, y la tierra firme, que formaron sus manos. ¡Entren, inclinémonos para adorarlo! ¡Doblemos la rodilla ante el Señor que nos creó! Porque él es nuestro Dios, y nosotros, el pueblo que él apacienta, las ovejas conducidas por su mano. Ojalá hoy escuchen la voz del Señor:


Salmo145(144),1-2.8-9.10-11.13.14. Te alabaré, Dios mío, a ti, el único Rey, y bendeciré tu Nombre eternamente; día tras día te bendeciré, y alabaré tu Nombre sin cesar. El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; el Señor es bueno con todos y tiene compasión de todas sus criaturas. Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder. Tu reino es un reino eterno, y tu dominio permanece para siempre. El Señor es fiel en todas sus palabras y bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que caen y endereza a los que están encorvados.

Salmo19(18),2-3.4-5. El cielo proclama la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos; un día transmite al otro este mensaje y las noches se van dando la noticia. Sin hablar, sin pronunciar palabras, sin que se escuche su voz, resuena su eco por toda la tierra y su lenguaje, hasta los confines del mundo. Allí puso una carpa para el sol

Salmo68(67),4-5.6-7.10-11. Pero los justos se regocijan, gritan de gozo delante de Dios y se llenan de alegría. ¡Canten a Dios, entonen un himno a su Nombre! ¡Abranle paso al que cabalga sobre las nubes! Su Nombre es «el Señor»: ¡griten de alegría en su presencia! Dios en su santa Morada es padre de los huérfanos y defensor de las viudas: él instala en un hogar a los solitarios y hace salir con felicidad a los cautivos, mientras los rebeldes habitan en un lugar desolado. Tú derramaste una lluvia generosa, Señor: tu herencia estaba exhausta y tú la reconfortaste; allí es estableció tu familia, y tú, Señor, la afianzarás por tu bondad para con el pobre.

Salmo117(116),1.2. ¡Alaben al Señor, todas las naciones, glorifíquenlo, todos los pueblos! Porque es inquebrantable su amor por nosotros, y su fidelidad permanece para siempre. ¡Aleluya!

Salmo23(22),1-3a.3b-4.5.6. El Señor es mi pastor, nada me puede faltar. El me hace descansar en verdes praderas, me conduce a las aguas tranquilas Él me hace descansar en verdes praderas. me conduce a las aguas tranquilas y repara mis fuerzas; y repara mis fuerzas. Me guía por el recto sendero, por amor de su Nombre. y repara mis fuerzas. Me guía por el recto sendero, por amor de su Nombre. y repara mis fuerzas; me guía por el recto sendero, por amor de su Nombre. Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal, porque Tú estás conmigo: tu vara y tu bastón me infunden confianza. Tú preparas ante mí una mesa, frente a mis enemigos; unges con óleo mi cabeza y mi copa rebosa. Tu bondad y tu gracia me acompañan a lo largo de mi vida; y habitaré en la Casa del Señor, por muy largo tiempo.



Salmo33(32),1.12.18-19.20-22. Aclamen, justos, al Señor: es propio de los buenos alabarlo. ¡Feliz la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se eligió como herencia! Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles, sobre los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y sustentarlos en el tiempo de indigencia. Nuestra alma espera en el Señor; él es nuestra ayuda y nuestro escudo. Nuestro corazón se regocija en él: nosotros confiamos en su santo Nombre. Señor, que tu amor descienda sobre nosotros, conforme a la esperanza que tenemos en ti.

Salmo138(137),1.2a.2b.2c.2d.2e-3.7c.8. Te doy gracias, Señor, de todo corazón, te cantaré en presencia de los ángeles. Me postraré ante tu santo Templo, y daré gracias a tu Nombre por tu amor y tu fidelidad, porque tu promesa ha superado tu renombre. Me postraré ante tu santo Templo, y daré gracias a tu Nombre por tu amor y tu fidelidad, porque tu promesa ha superado tu renombre. Me postraré ante tu santo Templo, y daré gracias a tu Nombre por tu amor y tu fidelidad, porque tu promesa ha superado tu renombre. Me postraré ante tu santo Templo, y daré gracias a tu Nombre por tu amor y tu fidelidad, porque tu promesa ha superado tu renombre. Me postraré ante tu santo Templo, y daré gracias a tu Nombre por tu amor y tu fidelidad, porque tu promesa ha superado tu renombre. Me postraré ante tu santo Templo. y daré gracias a tu Nombre por tu amor y tu fidelidad. poque tu promesa ha superado tu renombre. Me respondiste cada vez que te invoqué y aumentaste la fuerza de mi alma. Si camino entre peligros, me conservas la vida, extiendes tu mano contra el furor de mi enemigo, y tu derecha me salva. El Señor lo hará todo por mí. Tu amor es eterno, Señor, ¡no abandones la obra de tus manos.


Salmo63(62),2.3-4.5-6.8-9. Señor, tú eres mi Dios, yo te busco ardientemente; mi alma tiene sed de ti, por ti suspira mi carne como tierra sedienta, reseca y sin agua. Sí, yo te contemplé en el Santuario para ver tu poder y tu gloria. Porque tu amor vale más que la vida, mis labios te alabarán. Así te bendeciré mientras viva y alzaré mis manos en tu Nombre. Mi alma quedará saciada como con un manjar delicioso, y mi boca te alabará con júbilo en los labios. Veo que has sido mi ayuda y soy feliz a la sombra de tus alas. Mi alma está unida a ti, tu mano me sostiene.

Salmo 94(93),5-6.7-8.9-10.14-15. Ellos pisotean a tu pueblo, Señor, y oprimen a tu herencia; matan a la viuda y al extranjero, asesinan a los huérfanos; Y exclaman: “El Señor no lo ve, no se da cuenta el Dios de Jacob”. ¡Entiendan, los más necios del pueblo! y ustedes, insensatos, ¿cuándo recapacitarán? El que hizo el oído, ¿no va a escuchar? El que formó los ojos, ¿será incapaz de ver? ¿Dejará de castigar el que educa a las naciones y da a los hombres el conocimiento? Porque el Señor no abandona a su pueblo ni deja desamparada a su herencia: la justicia volverá a los tribunales y los rectos de corazón la seguirán.

Salmo 105(104),2-3.4-5.6-7. Canten al Señor con instrumentos musicales, pregonen todas sus maravillas! ¡Gloríense en su santo Nombre, alégrense los que buscan al Señor! ¡Recurran al Señor y a su poder, busquen constantemente su rostro! recuerden las maravillas que él obró, sus portentos y los juicios de su boca! Descendientes de Abraham, su servidor, hijos de Jacob, su elegido: el Señor es nuestro Dios, en toda la tierra rigen sus decretos.



Salmo 115(113B),3-4.5-6.7ab-8.9-10. Nuestro Dios está en el cielo y en la tierra él hace todo lo que quiere. Los ídolos, en cambio, son plata y oro, obra de las manos de los hombres. Tienen boca pero no hablan, ojos, pero no ven , tienen orejas, pero no oyen, tienen nariz, pero no huelen. Tienen manos, mas no palpan, pies, pero no andan, ni un susurro sale de su garganta. Tienen manos, pero no palpan, tienen pies, pero no caminan; Como ellos serán los que los fabrican, los que ponen en ellos su confianza. Pueblo de Israel, confía en el Señor: él es tu ayuda y tu escudo; familia de Aarón, confía en el Señor: él es tu ayuda y tu escudo.



Salmo 145(144),2-3.4-5.6-7.8-9. Señor, día tras día te bendeciré, y alabaré tu Nombre sin cesar. ¡Grande es el Señor y muy digno de alabanza: su grandeza es insondable! Cada generación celebra tus acciones y le anuncia a las otras tus portentos: ellas hablan del esplendor de tu gloria, y yo también cantaré tus maravillas. Ellas publican tus tremendos prodigios y narran tus grandes proezas; divulgan el recuerdo de tu inmensa bondad y cantan alegres por tu victoria. El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; el Señor es bueno con todos y tiene compasión de todas sus criaturas.


Salmo 66(65),1-3.4-5.6-7.16.20. ¡Aclame al Señor toda la tierra! ¡Canten la gloria de su Nombre! Tribútenle una alabanza gloriosa, digan al Señor: “¡Qué admirables son tus obras!”. Por la inmensidad de tu poder, tus enemigos te rinden pleitesía; Toda la tierra se postra ante ti, y canta en tu honor, en honor de tu Nombre. Vengan a ver las obras del Señor, las cosas admirables que hizo por los hombres. El convirtió el Mar en tierra firme, a pie atravesaron el Río. Por eso, alegrémonos en él, que gobierna eternamente con su fuerza; sus ojos vigilan a las naciones, y los rebeldes no pueden sublevarse. Los que temen al Señor, vengan a escuchar, yo les contaré lo que hizo por mí: Bendito sea Dios, que no rechazó mi oración ni apartó de mí su misericordia.

Salmo 85(84),9.11-12.13-14. Voy a proclamar lo que dice el Señor: el Señor promete la paz, la paz para su pueblo y sus amigos, y para los que se convierten de corazón. El Amor y la Verdad se encontrarán, la Justicia y la Paz se abrazarán; la Verdad brotará de la tierra y la Justicia mirará desde el cielo. El mismo Señor nos dará sus bienes y nuestra tierra producirá sus frutos. La Justicia irá delante de él, y la Paz, sobre la huella de sus pasos.


Salmo 19(18),8.9.10.11. La ley del Señor es perfecta, reconforta el alma; el testimonio del Señor es verdadero, da sabiduría al simple. Los preceptos del Señor son rectos, alegran el corazón; los mandamientos del Señor son claros, iluminan los ojos. La palabra del Señor es pura, permanece para siempre; los juicios del Señor son la verdad, enteramente justos. Son más atrayentes que el oro, que el oro más fino; más dulces que la miel, más que el jugo del panal.



Salmo 5,5-6.7.8. Tú no eres un Dios que ama la maldad; ningún impío será tu huésped, ni los orgullosos podrán resistir delante de tu mirada. Tu detestas a los que hacen el mal y destruyes a los mentirosos. ¡Al hombre sanguinario y traicionero lo abomina el Señor! Pero yo, por tu inmensa bondad, llego hasta tu Casa, y me postro ante tu santo Templo con profundo temor.

Salmo 50(49),16bc-17.18-19.20-21.22-23. Pero al impío Dios le dice: «¿Por qué vas repitiendo mis preceptos, y andas siempre hablando de religión, "¿Cómo te atreves a pregonar mis mandamientos y a mencionar mi alianza con tu boca, tú, que aborreces toda enseñanza y te despreocupas de mis palabras? Si ves a un ladrón, tratas de emularlo; haces causa común con los adúlteros; hablas mal sin ningún reparo y tramas engaños con tu lengua. Te sientas a conversar contra tu hermano, deshonras al hijo de tu propia madre. Haces esto, ¿y yo me voy a callar? ¿Piensas acaso que soy como tú? Te acusaré y te argüiré cara a cara. Entiendan bien esto, los que olvidan a Dios, no sea que yo los destruya sin remedio. El que ofrece sacrificios de alabanza, me honra de verdad; y al que va por el buen camino, le haré gustar la salvación de Dios."

Salmo 16(15),1-2.5.7-8.9-10.11. Protégeme, Dios mío, porque me refugio en ti. Yo digo al Señor: “Señor, tú eres mi bien, no hay nada superior a ti”. El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz, ¡tú decides mi suerte! Bendeciré al Señor que me aconseja, ¡hasta de noche me instruye mi conciencia! Tengo siempre presente al Señor: él está a mi lado, nunca vacilaré. Por eso mi corazón se alegra, se regocijan mis entrañas y todo mi ser descansa seguro: porque no me entregarás a la Muerte ni dejarás que tu amigo vea el sepulcro. Me harás conocer el camino de la vida, saciándome de gozo en tu presencia, de felicidad eterna a tu derecha.


Salmo 79(78),1-2.3-5.8.9. Oh Dios, los paganos invadieron tu herencia, profanaron tu santo Templo, hicieron de Jerusalén un montón de ruinas; dieron los cadáveres de tus servidores como pasto a las aves del cielo, y la carne de tus amigos, a las fieras de la tierra. Derramaron su sangre como agua alrededor de Jerusalén, y nadie les daba sepultura. Fuimos el escarnio de nuestros vecinos, la irrisión y la burla de los que nos rodean. ¿Hasta cuándo, Señor? ¿Estarás enojado para siempre? ¿Arderán tus celos como un fuego? No recuerdes para nuestro mal las culpas de otros tiempos; compadécete pronto de nosotros, porque estamos totalmente abatidos. Ayúdanos, Dios salvador nuestro, por el honor de tu Nombre; líbranos y perdona nuestros pecados, a causa de tu Nombre.


Salmo 119(118),33.34.35.36.37.40. Muéstrame, Señor, el camino de tus preceptos, y yo los cumpliré a la perfección. Instrúyeme, para que observe tu ley y la cumpla de todo corazón. Condúceme por la senda de tus mandamientos, porque en ella tengo puesta mi alegría. Inclina mi corazón hacia tus prescripciones y no hacia la codicia. Aparta de mí el oprobio que temo, porque tus juicios son benignos. Yo deseo tus mandamientos: vivifícame por tu justicia.

Salmo 60(59),3.4-5.12-13. ¡Tú nos has rechazado, Señor, nos has deshecho! Estabas irritado: ¡vuélvete a nosotros! Hiciste temblar la tierra, la agrietaste: repara sus grietas, porque se desmorona. Impusiste a tu pueblo una dura prueba, nos hiciste beber un vino embriagador. Tú, Señor, nos has rechazado y ya no sales con nuestro ejército. Danos tu ayuda contra el adversario, porque es inútil el auxilio de los hombres.

Salmo: 63(62),2abcd.2e-4.5-6.8-9. Señor, tú eres mi Dios, yo te busco ardientemente; mi alma tiene sed de ti, por ti suspira mi carne como tierra sedienta, reseca y sin agua. Oh Dios, tú eres mi Dios, a ti te busco, mi alma tiene sed de ti; en pos de ti mi carne languidece cual tierra seca, sedienta, sin agua. yo te busco ardientemente; mi alma tiene sed de ti, por ti suspira mi carne como tierra sedienta, reseca y sin agua. Sí, yo te contemplé en el Santuario para ver tu poder y tu gloria. Porque tu amor vale más que la vida, mis labios te alabarán. Así te bendeciré mientras viva y alzaré mis manos en tu Nombre. Mi alma quedará saciada como con un manjar delicioso, y mi boca te alabará con júbilo en los labios. Veo que has sido mi ayuda y soy feliz a la sombra de tus alas. Mi alma está unida a ti, tu mano me sostiene.


Salmo 89(88),4-5.29-30.31-32.33-34. Yo sellé una alianza con mi elegido, hice este juramento a David, mi servidor: «Estableceré tu descendencia para siempre, mantendré tu trono por todas las generaciones.» Le aseguraré mi amor eternamente, y mi alianza será estable para él. le daré una descendencia eterna y un trono duradero como el cielo. Si sus hijos abandonan mi enseñanza y no proceden de acuerdo con mis juicios; si profanan mis preceptos y no observan mis mandamientos. Castigaré sus rebeldías con la vara y sus culpas, con el látigo. Pero a él no le retiraré mi amor ni desmentiré mi fidelidad.


Salmo: 31(30),20.21.24. ¡Qué grande es tu bondad, Señor! Tú la reservas para tus fieles; y la brindas a los que se refugian en ti, en la presencia de todos. Tú los ocultas al amparo de tu rostro de las intrigas de los hombres; y los escondes en tu Tienda de campaña, lejos de las lenguas pendencieras. Amen al Señor, todos sus fieles, porque él protege a los que son leales y castiga con severidad a los soberbios.



Salmo:50, 3-4. 5-6a. 11 y 16 R. Misericordia, Señor: hemos pecado. Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. R/ Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad en tu presencia. R/ Aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa. Líbrame de la sangre, oh Dios, Dios, Salvador mío, y cantará mi lengua tu justicia. R/



Salmo:5, 2-3. 5-6. 7 R. Atiende a mis gemidos, Señor. Señor, escucha mis palabras, atiende a mis gemidos, haz caso de mis gritos de auxilio, Rey mío y Dios mío. R/ Tú no eres un Dios que ame la maldad, ni el malvado es tu huésped, ni el arrogante se mantiene en tu presencia. R/ Detestas a los malhechores, destruyes a los mentirosos; al hombre sanguinario y traicionero lo aborrece el Señor. R/


Salmo:31, 1-2. 5. 7. 11 R. Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado. Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado; dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito. y en cuyo espíritu no hay engaño. R/ Había pecado, lo reconocí, no te encubrí mi delito; propuse: «Confesaré al Señor mi culpa», y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R/ Tú eres mi refugio, me libras del peligro, me rodeas de cantos de liberación. R/ Alegraos, justos, y gozad con el Señor; aclamadlo, los de corazón sincero. R/


Salmo:97, 1. 2-3ab. 3c-4. 5-6 R. El Señor revela a las naciones su justicia. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. R/ El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. R/ Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. R/ Tañed la citara para el Señor, suenen los instrumentos: con clarines y al son de trompetas, aclamad al Rey y Señor. R/



Salmo:26, 7 8a. 8b 9abc. 13-14 R. Tu rostro buscaré, Señor. Escúchame, Señor, que te llamo; ten piedad, respóndeme. Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro». R/ Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro. No rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio; no me deseches. R/ Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor. R/

Salmo:64, 10. 11. 12-13 R. Oh Dios, tú mereces un himno en Sión. Tú cuidas de la tierra, la riegas y la enriqueces sin medida; la acequia de Dios va llena de agua, preparas los trigales. R/ Así preparas la tierra. Riegas los surcos, igualas los terrenos, tu llovizna los deja mullidos, bendices sus brotes. R/ Coronas el año con tus bienes, tus carriles rezuman abundancia; rezuman los pastos del páramo, y las colinas se orlan de alegría. R/


Salmo:29, 2 y 4. 5-6. 11 y 12a y 13b R. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has dejado que mis enemigos se rían de mí. Señor, sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R/ Tañed para el Señor, fieles suyos, celebrada el recuerdo de su nombre santo; su cólera dura un instante; su bondad, de por vida; al atardecer nos visita el llanto; por la mañana, el júbilo. R/ Escucha, Señor, y ten piedad de mí; Señor, socórreme. Cambiaste mi luto en danzas. Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. R/

Salmo:70, 8-9. 14-15ab. 16-17. 22 R. Mi boca contará tu salvación, Señor. Llena estaba mi boca de tu alabanza y de tu gloria, todo el día. No me rechaces ahora en la vejez, me van faltando las fuerzas, no me abandones. R/ Yo, en cambio, seguiré esperando, redoblaré tus alabanzas; mi boca contará tu justicia, y todo el día tu salvación. R/ Contaré tus proezas, Señor mío, narraré tu justicia, tuya entera. Dios mío, me instruiste desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas. R/ Y yo te daré gracias, Dios mío, con el arpa, por tu lealtad; tocaré para ti la cítara, Santo de Israel. R/

Salmo:15, 1-2 y 5. 7-8. 9-10. 11 R. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios». El Señor es el lote de mi heredad y mi copa, mi suerte está en tu mano. R/ Bendeciré al Señor que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. R/ Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa esperanzada. Porque no me abandonarás en la región de los muertos, ni dejarás a tu fiel ver la corrupción. R/ Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha. R/

Salmo:67, 10-11. 20-21 R. Reyes de la tierra, cantad a Dios. Derramaste en tu heredad, oh Dios, una lluvia copiosa, aliviaste la tierra extenuada; y tu rebaño habitó en la tierra que tu bondad, oh Dios, preparó para los pobres. R/ Bendito el Señor cada día, Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvación. Nuestro Dios es un Dios que salva, el Señor Dios nos hace escapar de la muerte. R/

Salmo:46, 2-3. 6-7 8-9 R. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas. Pueblos todos batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo; porque el Señor altísimo es terrible, emperador de toda la tierra. R/ Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas; tocad para Dios, tocad, tocad para nuestro Rey, tocad. R/ Porque Dios es el rey del mundo; tocad con maestría. Dios reina sobre las naciones, Dios se sienta en su trono sagrado. R/

Salmo:148,1-2.11-12.13.14 R. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Alabad al Señor en el cielo, alabad al Señor en lo alto. Alabadlo, todos sus ángeles; alabadlo, todos sus ejércitos. R/ Reyes del orbe y todos los pueblos, príncipes y jueces del mundo, los jóvenes y también las doncellas, los ancianos junto con los niños. R/ Alaben el nombre del Señor, el único nombre sublime. Su majestad sobre el cielo y la tierra. R/ Él acrece el vigor de su pueblo. Alabanza de todos sus fieles, de Israel, su pueblo escogido. R/
Salmo:18, 2-3. 4-5 R. A toda la tierra alcanza su pregón. El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos: el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra. R/ Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón, y hasta los límites del orbe su lenguaje. R/

Salmo:149, 1-2. 3-4. 5-6a y 9b R. El Señor ama a su pueblo. Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey. R/ Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes. R/ Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas, con vítores a Dios en la boca; es un honor para todos sus fieles. R/


Salmo:99, 1-2. 3. 5 R. Aclama al Señor, tierra entera. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores. R/ Sabed que el Señor es Dios: que él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño. R/ El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades. R/

Salmo:95, 1-2a. 2b-3. 10 R. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones. Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre. R/ Proclamad día tras día su victoria. Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. R/ Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él afianzó el orbe, y no se moverá; él gobierna a los pueblos rectamente» R/

Salmo:121, 1bc-2. 3-4b. 4c-5 R/. Vamos alegres a la casa del Señor ¡Qué alegría cuando me dijeron: "Vamos a la casa del Señor" ! Ya están pisando nuestro pies tus umbrales, Jerusalén. R/ Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta. Allá suben las tribus, las tribus del Señor. R/ Según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David. R/

Salmo:144, 8-9. 10-11. 12-13ab R. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey. El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. R/ Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles. Que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas. R/ Explicando tus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado. Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad. R/

Salmo:66, 2-3. 5. 6 y 8 R. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. El Señor tenga piedad nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros; conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación. R/ Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra. R/ Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. Que Dios nos bendiga, que le teman hasta los confines de orbe. R/
Salmo:86, 1-3, 4-5. 6-7 R. Alabad al Señor todas las naciones. Él la ha cimentado sobre el monte santo; y el Señor prefiere las puertas de Sión a todas las moradas de Jacob. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios! R/ «Contaré a Egipto y a Babilonia entre mis fieles; filisteos, tirios y etíopes han nacido allí.» Se dirá de Sión: «Uno por uno todos han nacido en ella; el Altísimo en persona la ha fundado». R/ El Señor escribirá en el registro de los pueblos: «Éste ha nacido allí.» Y cantarán mientras danzan: «Todas mis fuentes están en ti». R/

Salmo:99, 2. 3. 5 R. Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores. R/ Sabed que el Señor es Dios: que él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño. R/ El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades. R/

Salmo:116, 1. 2 R. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio. Alabad al Señor, todas las naciones, aclamadlo, todos los pueblos. R/ Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre. R/

Salmo:65, 8-9. 16-17. 20 R. Aclamad al Señor, tierra entera. Bendecid, pueblos, a nuestro Dios, haced resonar sus alabanzas, porque él nos ha devuelto la vida y no dejó que tropezaran nuestros pies. R/ Los que teméis a Dios, venid a escuchar, os contaré lo que ha hecho conmigo: a él gritó mi boca y lo ensalzó mi lengua. R/ Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica ni me retiró su favor. R/

Salmo:65, 1-3a. 4-5. 6-7a R. Aclamad al Señor, tierra entera. Aclamad al Señor, tierra entera; tocad en honor de su nombre, cantad himnos a su gloria. Decid a Dios: «¡Qué terribles son tus obras!» R/ Que se postre ante ti la tierra entera, que toquen en tu honor, que toquen para tu nombre. Venid a ver las obras de Dios, sus temibles proezas en favor de los hombres. R/ Transformó el mar en tierra firme, a pie atravesaron el río. Alegrémonos con él, que con su poder gobierna enteramente. R/

Salmo:30. 3cd-4. 6ab y 7b y 8a. 17 y 21 ab R. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Sé la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve, tú que eres mi roca y mi baluarte; por tu nombre dirígeme y guíame. R/ A tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás; yo confío en el Señor. Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría. R/ Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia. En el asilo de tu presencia los escondes de las conjuras humanas. R/

Salmo:118, 23-24. 26-27. 29-30 R. Dichoso el que camina en la voluntad del Señor. Aunque los nobles se sienten a murmurar de mí, tu siervo medita tus decretos; tus preceptos son mi delicia, tus enseñanzas son mis consejeros. R/ Te expliqué mi camino, y me escuchaste: enséñame tus mandamientos; instrúyeme en el camino de tus mandatos, y meditaré tus maravillas. R/ Apártame del camino falso, y dame la gracia de tu ley; escogí el camino verdadero, deseé tus mandamientos. R/

Salmo:29, 2 y 4. 5 y 6. 11 y l2a y 13b R. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has dejado que mis enemigos se rían de mi. Señor, sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R/ Tañed para el Señor, fieles suyos, celebrad el recuerdo de su nombre santo; su cólera dura un instante, su bondad, de por vida; al atardecer nos visita el llanto; por la mañana, el júbilo. R/ Escucha, Señor, y ten piedad de mi; Señor, socórreme. Cambiaste mi luto en danzas. Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. R/

Salmo:32, 1-2. 4-5. 18-19 R. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos. Dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. R/ La palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. R/ Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme, en los que esperan su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre. R/

Salmo:26, 1. 4. 13-14 R. Una cosa pido al Señor: habitar en su casa. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida ¿quién me hará temblar? R/ Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor, contemplando su templo. R/ Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor. R/

Salmo:33,2-3.4-5.6-7.8-9 R/. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. R/ Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias. R/ Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias. R/ El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege. Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él. R/

Salmo:92, lab. 1c-2. 5 R. El Señor reina, vestido de majestad. El Señor reina, vestido de majestad, el Señor, vestido y ceñido de poder. R/ Así está firme el orbe y no vacila. Tu trono está firme desde siempre, y tú eres eterno. R/ Tus mandatos son fieles y seguros; la santidad es el adorno de tu casa, Señor, por días sin término. R/

Salmo:39, 7-8a. 8b-9. 10. 11 R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad. Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo: «Aquí estoy.» R/ « Como está escrito en mi libro para hacer tu voluntad.» Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas. R/ He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios: Señor, tú lo sabes. R/ No me he guardado en el pecho tu defensa, he contado tu fidelidad y tu salvación, no he negado tu misericordia y tu lealtad ante la gran asamblea. R/

Salmo:117, 2-4. 22-24. 25-27a R. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia. Digan los que temen al Señor: eterna es su misericordia. R/ La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Éste es el día que hizo el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. R/ Señor, danos la salvación; Señor, danos prosperidad. Bendito el que viene en nombre del Señor, os bendecimos desde la casa del Señor; el Señor es Dios, él nos ilumina. R/

Salmo:117,1-2.4.22-24.25-27a R/. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia. R/ La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. R/ Señor, danos la salvación; Señor, danos prosperidad. Bendito el que viene en nombre del Señor, os bendecimos desde la casa del Señor; el Señor es Dios, él nos ilumina. R/


Salmo:8, 2a y 5. 6-7. 8-9 R. ¡Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra! ¡Señor, Dios nuestro, ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para mirar por él? R/ Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies. R/ Rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias del campo, las aves del cielo, los peces del mar, que trazan sendas por el mar. R/

Salmo:117, 1-2. l6ab-17. 22-23. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. «La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa». No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente.

Salmo:32, 4-5. 6-7. 12-13. 20 y 22. La palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. La palabra del Señor hizo el cielo; el aliento de su boca, sus ejércitos; encierra en un odre las aguas marinas, mete en un depósito el océano. Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se escogió como heredad. El Señor mira desde el cielo, se fija en todos los hombres. Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.

Salmo:30, 2 y 6. 12-13. 15-16. 17 y 25. A ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado; tú, que eres justo, ponme a salvo. A tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás. Soy la burla de todos mis enemigos, la irrisión de mis vecinos, el espanto de mis conocidos; me ven por la calle, y escapan de mi. Me han olvidado como a un muerto, me han desechado como a un cacharro inútil. Pero yo confío en ti, Señor, te digo: «Tú eres mi Dios.» En tu mano están mis azares; líbrame de los enemigos que me persiguen. Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia. Sed fuertes y valientes de corazón, los que esperáis en el Señor.

Salmo:88, 21-22. 25 y 27. Encontré a David, mi siervo, y lo he ungido con óleo sagrado; para que mi mano esté siempre con él y mi brazo lo haga valeroso. Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán, por mi nombre crecerá su poder. Él me invocará: «Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora». 

Salmo:68, 8-10. 21-22. 31 y 33-34. Por ti he aguantado afrentas, la vergüenza cubrió mi rostro. Soy un extraño para mis hermanos, un extranjero para los hijos de mi madre; porque me devora el celo de tu templo, y las afrentas con que te afrentan caen sobre mi. La afrenta me destroza el corazón, y desfallezco. Espero compasión, y no la hay; consoladores, y no los encuentro. En mi comida me echaron hiel, para mi sed me dieron vinagre. Alabaré el nombre de Dios con cantos, proclamaré su grandeza con acción de gracias. Miradlo, los humildes, y alegraos, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón. Que el Señor escucha a sus pobres, no desprecia a sus cautivos.

Salmo:70. 1-2. 3-4a. 5-6ab. 15 y 17. A ti, Señor, me acojo: no quede yo derrotado para siempre; tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo, inclina a mí tu oído, y sálvame. Sé tú mi roca de refugio, el alcázar donde me salve, porque mi peña y mi alcázar eres tú. Dios mío, líbrame de la mano perversa. Porque tú, Señor, fuiste mi esperanza y mi confianza, Señor, desde mi juventud. En el vientre materno ya me apoyaba en ti, en el seno tú me sostenías. Mi boca contará tu justicia, y todo el día tu salvación. Dios mío, me instruiste desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas.



Salmo:26, 1. 2. 3. 13-14. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mí vida, ¿quién me hará temblar? Cuando me asaltan los malvados para devorar mi carne, ellos, enemigos y adversarios, tropiezan y caen. Si un ejército acampa contra mí, mi corazón no tiembla; si me declaran la guerra, me siento tranquilo. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor.


Salmo:21, 8-9. 17-18a. 19-20. 23-24. Al verme, se burlan de mí, hacen visajes, menean la cabeza: «Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; que lo libre si tanto lo quiere». Me acorrala una jauría de mastines, me cerca una banda de malhechores; me taladran las manos y los pies, puedo contar mis huesos. Se reparten mi ropa, echan a suertes mi túnica. Pero tú, Señor, no te quedes lejos; fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré. «Los que teméis al Señor, alabadlo; linaje de Jacob, glorificadlo; temedlo, linaje de Israel». R/


Salmo:104, 4-5. 6-7. 8-9. Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro. Recordad las maravillas que hizo, sus prodigios, las sentencias de su boca. ¡Estirpe de Abrahán, su siervo; hijos de Jacob, su elegido! El Señor es nuestro Dios, él gobierna toda la tierra. Se acuerda de su alianza eternamente, de la palabra dada, por mil generaciones; de la alianza sellada con Abrahán, del juramento hecho a Isaac.



Salmo:101,2-3. 16-18. 19-21. Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti; no me escondas tu rostro el día de la desgracia. Inclina tu oído hacia mí; cuando te invoco, escúchame en seguida. Los gentiles temerán tu nombre, los reyes del mundo, tu gloria. Cuando el Señor reconstruya Sión y aparezca en su gloria, y se vuelva a las súplicas de los indefensos, y no desprecie sus peticiones. Quede esto escrito para la generación futura, y el pueblo que será creado alabará al Señor. Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario, desde el cielo se ha fijado en la tierra, para escuchar los gemidos de los cautivos y librar a los condenados a muerte.


Salmo:22, 1-3a. 3b-4. 5. 6. El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuente tranquilas y repara mis fuerzas. Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mí copa rebosa. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.


Salmo:33, 17-18. 19-20, 21 y 23. El Señor se enfrenta con los malhechores, para borrar de la tierra su memoria. Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias. El Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos. Aunque el justo sufra muchos males, de todos lo librará el Señor. Él cuida de todos sus huesos, y ni uno solo se quebrará. El Señor redime a sus siervos, no será castigado quien se acoge a él.



Salmo:105, 19-20. 21-22. 23. En Horeb se hicieron un becerro, adoraron un ídolo de fundición; cambiaron su gloria por la imagen de un toro que come hierba. Se olvidaron de Dios, su salvador, que había hecho prodigios en Egipto, maravillas en la tierra de Cam, portentos junto al mar Rojo. Dios hablaba ya de aniquilarlos; pero Moisés, su elegido, se puso en la brecha frente a él, para apartar su cólera del exterminio.


Salmo:144, 8-9. l3cd-14. 17-18. El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan. El Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones. Cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente.


Salmo:45, 2-3. 5-6. 8-9 .Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, poderoso defensor en el peligro. Por eso no tememos aunque tiemble la tierra, y los montes se desplomen en el mar.  Un río y sus canales alegran la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada. Teniendo a Dios en medio, no vacila; Dios la socorre al despuntar la aurora. El Señor del universo está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob. Venid a ver las obras del Señor, las maravillas que hace en la tierra.


Salmo:80, 6c-8a. 8bc-9. 10-11ab. 14 y 17 R. Yo soy el Señor, Dios tuyo; escucha mi voz. Oigo un lenguaje desconocido: «Retiré sus hombros de la carga, y sus manos dejaron la espuerta. Clamaste en la aflicción, y te libré. R/ Te respondí oculto entre los truenos, te puse a prueba junto a la fuente de Meribá. Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti; ¡ojalá me escuchases, Israel! R/ No tendrás un dios extraño, no adorarás un dios extranjero; yo soy el Señor, Dios tuyo, que te saqué de la de Egipto. R/ ¡Ojalá me escuchase mi pueblo y caminase Israel por mi camino! Los alimentaría con flor de harina, los saciaría con miel silvestre.» R/

Salmo:94, 1-2. 6-7. 8-9. Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masa en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras.»

Salmo:30, 5 6. 14. 15 16 . Sálvame, Señor, por tu misericordia Sácame de la red que me han tendido, porque tú eres mi amparo. A tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás, Oigo el cuchicheo de la gente, y todo me da miedo; se conjuran contra mí y traman quitarme la vida. Pero yo confío en ti, Señor, te digo: «Tú eres mi Dios.» En tu mano están mis azares: líbrame de mis enemigos que me persiguen.

Salmo:33, 4-5. 6-7. 16-17. 18-19. Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias. Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. Si el afligido invocó al Señor, él lo escuchó y lo salvo de sus angustias. Los ojos del Señor miran a los justos, sus oídos escuchan sus gritos; pero el Señor se enfrenta con los malhechores, para borrar de la tierra su memoria. Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias; el Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos.

Salmo:18, 8. 9. 10. 15. La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos. El temor del Señor es puro y eternamente estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos. Que te agraden las palabras de mi boca, y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón, Señor, Roca mía, Redentor mío.

Salmo:90, 1-2. 10-11. 12-13. 14.15. Tú que habitas al amparo del Altísimo, que vives a la sombra del Omnipotente, di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío, Dios mío, confío en ti.» No se te acercará la desgracia, ni la plaga llegará hasta tu tienda, porque a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos. Te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra; caminarás sobre áspides y víboras, pisotearás leones y dragones. «Se puso junto a mí: lo libraré; lo protegeré porque conoce mi nombre, me invocará y lo escucharé. Con él estaré en la tribulación, lo defenderé, lo glorificaré.»

Salmo:1, 1-2. 3. 4 y 6. Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin. No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal.

Salmo:50, 3-4. 5-6a. 12-13. 14 y 17. Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti sólo pequé, cometí la maldad en tu presencia. Oh, Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme. No me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso. Señor, me abrirás los labios, y mi boca proclamará tu alabanza.

Salmo:1 Crón 29, 10bc. 11abc. 11d-12a. 12bcd Bendito eres, Señor, Dios de nuestro padre Israel, por los siglos de los siglos. Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder, la gloria, el esplendor, la majestad, porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra. Tú eres rey y soberano de todo. De ti viene la riqueza y la gloria. Tú eres Señor del universo en tu mano está el poder y la fuerza, tú engrandeces y confortas a todos.

Salmo:Sal.31,1-2.5.6.7. Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado; dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito. Había pecado, lo reconocí, no te encubrí mi delito; propuse: «Confesaré al Señor mi culpa», y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. Por eso, que todo fiel te suplique en el momento de la desgracia: la crecida de las aguas caudalosas no lo alcanzará. Tú eres mi refugio, me libras del peligro, me rodeas de cantos de liberación.

Salmo:18, 8. 9. 10. 15. La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos. La voluntad del Señor es pura y eternamente estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos. Que te agraden las palabras de mi boca, y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón, Señor, Roca mía, Redentor mío.

Salmo:147, 12-13. 14-15. 19-20 Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sión. Que ha reforzado los cerrojos de tus puertas, y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. Ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina. Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz. Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel; con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos.

Salmo:66, 2-3. 5. 6 y 8. Que Dios tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros; conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación. Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe.

Salmo:95, 1-2. 11-12. 13-14 Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre, proclamad día tras día su victoria. Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena; vitoreen los campos cuanto hay en ellos, aclamen los árboles bosque. Delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra: regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad. R/
Salmo:95, 7-8a. 8b-9. 10. Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor. Entrad en sus atrios trayéndole ofrendas, postraos ante el Señor en el atrio sagrado, tiemble en su presencia la tierra toda. / Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él afianzó el orbe, y no se moverá; él gobierna a los pueblos rectamente.»

Salmo:95, 1-2a. 2b-3. 5b-6 Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre. Proclamad día tras día su victoria. Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. El Señor ha hecho el cielo; honor y majestad lo preceden, fuerza y esplendor están en su templo.

Salmo:127, 1-2. 3. 4-5. Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien. Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa. Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida.

Salmo:1Sam 2, 1. 4-5. 6-7. 8abcd. Mi corazón se regocija por el Señor, mi poder se exalta por Dios; mi boca se ríe de mis enemigos, porque gozo con tu salvación. Se rompen los arcos de los valientes, mientras los cobardes se ciñen de valor; los hartos se contratan por el pan, mientras los hambrientos engordan; la mujer estéril da a luz siete hijos, mientras la madre de muchos queda baldía. El Señor da la muerte y la vida, hunde en el abismo y levanta; da la pobreza y la riqueza, humilla y enaltece. Él levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para hacer que se siente entre príncipes y que herede un trono de gloria.

Salmo:79, 2ac y 3b. 15-16. 18-19. Pastor de Israel, escucha, tú que te sientas sobre querubines, resplandece. Despierta tu poder y ven a salvarnos. Dios de los ejércitos, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó, y que tú hiciste vigorosa. Que tu mano proteja a tu escogido, al hombre que tú fortaleciste. No nos alejaremos de ti: danos vida, para que invoquemos tu nombre.

Salmo:70, 3-4a. 5-6ab. 16-17. Sé tú mi roca de refugio, el alcázar donde me salve, porque mi peña y mi alcázar eres tú. Dios mío, líbrame de la mano perversa. Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza y mi confianza, Señor, desde mi juventud. En el vientre materno ya me apoyaba en ti, en el seno tú me sostenías. Contaré tus proezas, Señor mío, narraré tu victoria, tuya entera. Dios mío, me instruiste desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas. 

Salmo:71,1-2.12-13.18.19. Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. Él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida e los pobres. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, el único que hace maravillas; bendito por siempre su nombre glorioso; que su gloria llene la tierra. ¡Amén, amén!

Salmo:71, 1-2. 3-4ab. 7-8. 17. Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. Que los montes traigan paz, y los collados justicia; que él defienda a los humildes del pueblo, socorra a los hijos del pobre. Que en sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna; que domine de mar a mar, el Gran Río al confín de la tierra. Que su nombre sea eterno, y su fama dure como el sol; que él sea la bendición de todos los pueblos, y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.

Salmo:33,2-3.6-7.17-18.19 y 23. Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias. Pero el Señor se enfrenta con los malhechores, para borrar de la tierra su memoria. Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias. El Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos. El Señor redime a sus siervos, no será castigado quien se acoge a él.

Salmo:79, 2ac y 3b. 15-16. 18-19 . Pastor de Israel, escucha, tú que te sientas sobre querubines, resplandece; despierta tu poder y ven a salvarnos. Dios de los ejércitos, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó, y que tú hiciste vigorosa. Que tu mano proteja a tu escogido, al hombre que tú fortaleciste. No nos alejaremos de ti: danos vida, para que invoquemos tu nombre.

Salmo:144,1 y 9.10-11.12-13ab. Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; bendeciré tu nombre por siempre jamás. El Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que té bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas. explicando tus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado. Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad.

Salmo:146, 1-2. 3-4. 5-6 Alabad al Señor, que la música es buena; nuestro Dios merece una alabanza armoniosa. El Señor reconstruye Jerusalén, reúne a los deportados de Israel. Él sana los corazones destrozados, venda sus heridas. Cuenta el número de las estrellas, a cada una la llama por su nombre. Nuestro Señor es grande y poderoso, su sabiduría no tiene medida. El Señor sostiene a los humildes, humilla hasta el polvo a los malvados.

Salmo:3, 2-3. 4-5. 6-7 Señor, cuántos son mis enemigos, cuántos se levantan contra mi; cuántos dicen de mí: «Ya no lo protege Dios.» Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria, tú mantienes alta mi cabeza. Si grito invocando al Señor, él me escucha desde su monte santo. Puedo acostarme y dormir y despertar: el Señor me sostiene. No temeré al pueblo innumerable que acampa a mi alrededor.
Salmo:104, 2-3. 36-37. 42-43. Cantadle al son de instrumentos, hablad de sus maravillas; gloriaos de su nombre santo, que se alegren los que buscan al Señor. Hirió de muerte a los primogénitos del país, primicias de su virilidad. Sacó a su pueblo cargado de oro y plata, y entre sus tribus nadie tropezaba. Porque se acordaba de la palabra sagrada que había dado a su siervo Abrahán, sacó a su pueblo con alegría, a sus escogidos con gritos de triunfo.

Salmo:18, 2-3. 4-5 El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra. Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje.
Salmo:33, 2-3. 16-17. 18-19. Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloria en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. Los ojos del Señor miran a los justos, sus oídos escuchan sus gritos; pero el Señor se enfrenta con los malhechores, para borrar de la tierra su memoria. Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias; el Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos.

Salmo:144, 2-3. 4-5. 10-11. Día tras día, te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás. Grande es el Señor, merece toda alabanza, es incalculable su grandeza. Una generación pondera tus obras a la otra, y le cuenta tus hazañas. Alaban ellos la gloria de tu majestad, y yo repito tus maravillas. Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas.


Salmo:97, 1. 2-3ab. 3cd-4. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclamad al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad.


Salmo:111, 1-2. 4-5. 9. Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos. Su linaje será poderoso en la tierra, la descendencia del justo será bendita. En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo. Dichoso el que se apiada y presta, y administra rectamente sus asuntos. Reparte limosna a los pobres; su caridad es constante, sin falta, y alzará la frente con dignidad.


Salmo:67, 2 y 4. 6-7ab. 20-21. Se levanta Dios, y se dispersan sus enemigos, huyen de su presencia los que lo odian. En cambio, los justos se alegran, gozan en la presencia de Dios, rebosando de alegría. Padre de huérfanos, protector de viudas, Dios vive en su santa morada. Dios prepara casa a los desvalidos, libera a los cautivos y los enriquece. Bendito el Señor cada día, Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvación. Nuestro Dios es un Dios que salva, el Señor Dios nos hace escapar de la muerte.

Salmo:123, 1-3. 4-6. 7-8. Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte - que lo diga Israel -, si el Señor no hubiera estado de nuestra parte, cuando nos asaltaban los hombres, nos habrían tragado vivos: tanto ardía su ira contra nosotros. Nos habrían arrollado las aguas, llegándonos el torrente hasta el cuello; nos habrían llegado hasta el cuello las aguas espumantes. Bendito el Señor, que no nos entregó en presa a sus dientes. Hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador; la trampa se rompió, y escapamos. Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Salmo:104, 6-7, 8-9, 42-43. ¡Estirpe de Abrahán, su siervo; hijos de Jacob, su elegido! El Señor es nuestro Dios, él gobierna toda la tierra. Se acuerda de su alianza eternamente, de ña palabra dada, por mil generaciones; de la alianza sellada con Abrahán, del juramento hecho a Isaac. Porque se acordaba de la palabra sagrada qué había dado a su siervo Abrahán, sacó a su pueblo con alegría, a sus escogidos con gritos de triunfo.

Salmo:18, 2-3. 4-5. El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos: el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra. Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los limites del orbe su lenguaje.

Salmo:127, 1-2.3. 4-5. 6.Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien. Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa. Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida. Que veas a los hijos de tus hijos. ¡Paz a Israel!

Salmo:136, 1-2. 3. 4-5. 6. Junto a los canales de Babilonia nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión; en los sauces de sus orillas colgábamos nuestras cítaras. Allí los que nos deportaron nos invitaban a cantar; nuestros opresores, a divertirlos: «Cantadnos un cantar de Sión.» ¡Cómo cantar un cántico del Señor en tierra extranjera! Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano derecha. Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti, si no pongo a Jerusalén en la cumbre de mis alegrías.

Salmo:101, 16-18. 19.22 y 23. Los gentiles temerán tu nombre, los reyes del mundo, tu gloria. Cuando el Señor reconstruya Sión, y aparezca en su gloria, y se vuelva a las súplicas de los indefensos, y no desprecie sus peticiones. Quede esto escrito para la generación futura, y el pueblo que será creado alabará al Señor. Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario, desde el cielo se ha fijado en la tierra, para escuchar los gemidos de los cautivos y librar a los condenados a muerte. Los hijos de tus siervos vivirán seguros, su linaje durará en tu presencia, para anunciar en Sión el nombre del Señor, y su alabanza en Jerusalén, cuando se reúnan unánimes los pueblos y los reyes para dar culto al Señor.

Salmo:149, 1-2. 3-4. 5-6a y 9b. Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su y. Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes. Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca; es un honor para todos sus fieles.

Salmo:13, 2-8. Él azota y se compadece, hunde hasta el abismo y saca de él, y no hay quien escape de su mano. Dadle gracias, israelitas, ante los gentiles, porque él nos dispersó entre ellos. Proclamad allí su grandeza, ensalzadlo ante todos los vivientes: que él es nuestro Dios y Señor, nuestro padre por todos los siglos. Veréis lo que hará con vosotros, le daréis gracias a boca llena, bendeciréis al Señor de la justicia y ensalzaréis al rey de los siglos. Yo le doy gracias en mi cautiverio, anuncio su grandeza y su poder a un pueblo pecador. Convertíos, pecadores, obrad rectamente en su presencia: quizás os mostrará benevolencia y tendrá compasión.

Salmo:18, 2-3. 4-5 . El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos: el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra. Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los limites del orbe su lenguaje.


Salmo:53, 3-4. 5. 6 y 8. Oh Dios, sálvame por tu nombre, sal por mí con tu poder. Oh Dios, escucha mi súplica, atiende a mis palabras. Porque unos insolentes se alzan contra mí, y hombres violentos me persiguen a muerte, sin tener presente a Dios. Pero Dios es mi auxilio, el Señor sostiene mi vida. Te ofreceré un sacrificio voluntario, dando gracias a tu nombre, que es bueno.

Salmo:15, 1-2a y 5. 7-8. 11. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.» El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano. Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha.


Salmo:33,2-3.16-17.18-19.20-21.22-23. Bendeciré al Señor en todo tiempo, su alabanza estará siempre en mis labios. Mi alma se gloría en el Señor: que lo oigan los humildes y se alegren. Los ojos del Señor miran al justo y sus oídos escuchan su clamor; pero el Señor rechaza a los que hacen el mal para borrar su recuerdo de la tierra. Cuando ellos claman, el Señor los escucha y los libra de todas sus angustias. El Señor está cerca del que sufre y salva a los que están abatidos. El justo padece muchos males, pero el Señor lo libra de ellos. El cuida todos sus huesos, no se quebrará ni uno solo. La maldad hará morir al malvado, y los que odian al justo serán castigados; El Señor rescata a sus servidores, y los que se refugian en El no serán castigados.

Salmo:127, 1-2. 3. 4. 5. Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien. Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa. Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida.

Salmo: 145, 5-6ab. 6c-7. 8-9a. 9be-10. Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob, el que espera en el Señor, su Dios, que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en él. Que mantiene su fidelidad perpetuamente, que hace justicia a los oprimidos, que da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos. El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos. El Señor guarda a los peregrinos. Sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad.

Salmo:20, 2-3. 4-5. 6-7. Señor, el rey se alegra por tu fuerza, ¡y cuánto goza con tu victoria! Le has concedido el deseo de su corazón, no le has negado lo que pedían sus labios. Te adelantaste a bendecirlo con el éxito, y has puesto en su cabeza una corona de oro fino. Te pidió vida, y se la has concedido, años que se prolongan sin término. Tu victoria ha engrandecido su fama, lo has vestido de honor y majestad. Le concedes bendiciones incesantes

Salmo:44, l0bc. 11-12ab. 16. Hijas de reyes salen a tu encuentro, de pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir. Escucha, hija, mira: inclina el oído, olvida tu pueblo y la casa paterna; prendado está el rey de tu belleza: póstrate ante él, que él es tu señor. Las traen entre alegría y algazara, van entrando en el palacio real.
Salmo:65, 1-3a. 5 y 8. 16-17 Bendito sea Dios, que me ha devuelto la vida. Aclamad al Señor, tierra entera; tocad en honor de su nombre, cantad himnos a su gloria. Decid a Dios: «¡Qué temibles son tus obras!»  Venid a ver las obras de Dios, sus temibles proezas en favor de los hombres. Bendecid, pueblos, a nuestro Dios, haced resonar sus alabanzas.  Fieles de Dios, venid a escuchar, os contaré lo que ha hecho conmigo: a él gritó mi boca y lo ensalzó mi lengua.

105, 6-7a. 13-14.21-22.23 Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pues hemos pecado con nuestros padres, hemos cometido maldades e iniquidades. Nuestros padres en Egipto no comprendieron tus maravillas.  Bien pronto olvidaron sus obras, y no se fiaron de sus planes: ardían de avidez en el desierto y tentaron a Dios en la estepa. Se olvidaron de Dios, su salvador, que había hecho prodigios en Egipto, maravillas en el país de Cam, portentos junto al mar Rojo.  Dios hablaba ya de aniquilados; pero Moisés, su elegido, se puso en la brecha frente a él, para apartar su cólera del exterminio.

Salmo:51,3-4.5-6a.6bc-7.12-13 R. Misericordia, Señor: hemos pecado ¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas! ¡Lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado! R/ Porque yo reconozco mis faltas y mi pecado está siempre ante mí. Contra ti, contra ti sólo pequé e hice lo que es malo a tus ojos. R/ Por eso, será justa tu sentencia y tu juicio será irreprochable; yo soy culpable desde que nací; pecador me concibió mi madre. R/ Crea en mí, Dios mío, un corazón puro, y renueva la firmeza de mi espíritu. No me arrojes lejos de tu presencia ni retires de mí tu santo espíritu. R/

Salmo:98, 5. 6. 7. 9. Ensalzad al Señor, Dios nuestro, postraos ante el estrado de sus pies: Él es santo. Moisés y Aarón con sus sacerdotes, Samuel con los que invocan su nombre, invocaban al Señor, y él respondía. Dios les hablaba desde la columna de nube; oyeron sus mandatos y la ley que les dio. Ensalzad al Señor, Dios nuestro; postraos ante su monte santo: Santo es el Señor, nuestro Dios.

Salmo:102, 6-7. 8-9. 10-11. 12-13. El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos; enseñó sus caminos a Moisés y sus hazañas a los hijos de Israel. El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; no está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo. No nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas. Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles. Como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos. Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles.

Salmo:66, 2-3. 5. 7-8. El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros; conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación. Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra. La tierra ha dado su fruto, nos bendice el Señor, nuestro Dios. Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe.

Salmo:18, 8. 9. 10. 11. La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos. La voluntad del Señor es pura y eternamente estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos. Más preciosos que el oro, más que el oro fino; más dulces que la miel de un panal que destila.

Salmo:77, 3 y 4bc. 23-24. 25 y 54. Lo que oímos y aprendimos, lo que nuestros padres nos contaron, lo contaremos a la futura generación: las alabanzas del Señor, su poder. Dio orden a las altas nubes, abrió las compuertas del cielo: hizo llover sobre ellos maná, es dio un trigo celeste. Y el hombre comió pan de ángeles, les mandó provisiones hasta la hartura. Los hizo entrar por las santas fronteras, hasta el monte que su diestra había adquirido.

Salmo:Ex 15, 1-2. 3-4. 5-6. Cantaré al Señor, sublime es su victoria, caballos y carros ha arrojado en el mar. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación. Él es mi Dios: yo lo alabaré; el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré. El Señor es un guerrero, su nombre es «El Señor». Los carros del Faraón los lanzó al mar, ahogó en el mar Rojo a sus mejores capitanes. Las olas los cubrieron, bajaron hasta el fondo como piedras. Tu diestra, Señor, es fuerte y terrible, tu diestra, Señor, tritura al enemigo.

Salmo:115, 12-13. 15-16bc. 17-18. ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación, invocando su nombre. Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles. Siervo tuyo soy, hijo de tu esclava: rompiste mis cadenas. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo.

Salmo:102, 1-2. 3-4. 6-7. Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. El perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos; enseñó sus caminos a Moisés y sus hazañas a los hijos de Israel.

Salmo:36, 3-4. 18-19. 27-28. 39-40. Confía en el Señor y haz el bien, habita tu tierra y practica la lealtad; sea el Señor tu delicia, y él te dará lo que pide tu corazón. El Señor vela por los días de los buenos, y su herencia durará siempre; no se agostarán en tiempo de sequía, en tiempo de hambre se saciarán. Apártate del mal y haz el bien, y siempre tendrás una casa; porque el Señor ama la justicia y no abandona a sus fieles. Los inicuos son exterminados, la estirpe de los malvados se extinguirá. El Señor es quien salva a los justos, él es su alcázar en el peligro; el Señor los protege y los libra. los libra de los malvados y los salva porque se acogen a él.

Salmo:122, 1-2a. 2bcd. 3-4. A ti levanto mis ojos, a ti que habitas en el cielo. Como están los ojos de los esclavos fijos en las manos de sus señores. Como están los ojos de la esclava fijos en las manos de su señora, así están nuestros ojos en el Señor, Dios nuestro, esperando su misericordia. Misericordia, Señor, misericordia, que estamos saciados de desprecios; nuestra alma está saciada del sarcasmo de los satisfechos, del desprecio de los orgullosos.    
Salmo:134, 1-2. 3-4. 5-6. Alabad el nombre del Señor, alabadlo, siervos del Señor, que estáis en la casa del Señor, en los atrios de la casa de nuestro Dios. Alabad al Señor porque es bueno, tañed para su nombre, que es amable. Porque él se escogió a Jacob, a Israel en posesión suya. Yo sé que el Señor es grande, nuestro dueño más que todos los dioses. El Señor todo lo que quiere lo hace: en el cielo y en la tierra, en los mares y en los océanos.

Salmo:116, 1-2. Alabad al Señor, todas las naciones, aclamadlo, todos los pueblos. Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre.

Salmo:33, 7-8. 10-11. 12-13. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias. El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege. Todos sus santos, temed al Señor, porque nada les falta a los que le temen; los ricos empobrecen y pasan hambre, los que buscan al Señor no carecen de nada. Venid, hijos, escuchadme: os instruiré en el temor del Señor; ¿hay alguien que ame la vida y desee días de prosperidad?

Salmo:33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9. Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias. Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias. El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege. Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él.

Salmo:127, 1-2. 3. 4-5. Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien. Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa. Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida.

Salmo:138, 1-3. 13-14. 15. Señor, tú me sondeas y me conoces; me conoces cuando me siento o me levanto, de lejos penetras mis pensamientos; distingues mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares. Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno. Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente, porque son admirables tus obras; conocías hasta el fondo de mi alma. No desconocías mis huesos, cuando, en lo oculto, me iba formando, y entretejiendo en lo profundo de la tierra.

Salmo:32, 12-13. 18-19. 20 y 22. Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se escogió como heredad. El Señor mira desde el cielo, se fija en todos los hombres. Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y a reanimarlos en tiempo de hambre. Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.

Salmo:106, 23- 24. 25-26. 28-29. 30-31. Entraron en naves por el mar, comerciando por las aguas inmensas. Contemplaron las obras de Dios, sus maravillas en el océano. Él habló y levantó un viento tormentoso, que alzaba las olas a lo alto; subían al cielo, bajaban al abismo, el estómago revuelto por el mareo. Pero gritaron al Señor en su angustia, y los arrancó de la tribulación. Apaciguó la tormenta en suave brisa, y enmudecieron las olas del mar. Se alegraron de aquella bonanza, y él los condujo al ansiado puerto. Den gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres.

Salmo: 33, 8-9. 10-11. 12-13. El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege. Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él. Todos sus santos, temed al Señor, porque nada les falta a los que le temen; los ricos empobrecen y pasan hambre, los que buscan al Señor no carecen de nada. Venid, hijos, escuchadme: os instruiré en el temor del Señor; ¿hay a quien que ame la vida y desee días de prosperidad?

Salmo:111, 1-2. 3-4. 9. Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos. Su linaje será poderoso en la tierra, la descendencia del justo será bendita. En su casa habrá riquezas y abundancia, su caridad es constante, sin falta. En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo. Reparte limosna a los pobres; su caridad es constante, sin falta, y alzará la frente con dignidad.

Salmo:102, 1-2. 3-4. 8-9. 11-12. Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; no está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo. Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles; como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos.

Salmó:Is 12, 2-3. 4bcd. 5-6. El Señor es mi Dios y Salvador: confiaré y no temeré, porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación. Y sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación. Dad gracias al Señor, invocad su nombre, contad a los pueblos sus hazañas, proclamad que su nombre es excelso. Tañed para el Señor, que hizo proezas, anunciadlas a toda la tierra; gritad jubilosos, habitantes de Sión: «Qué grande es en medio de ti el santo de Israel.»

Salmo:98, 5. 6. 7. 8. 9. Ensalzad al Señor, Dios nuestro, postraos ante el estrado de sus pies: Él es santo. Moisés y Aarón con sus sacerdotes, Samuel con los que invocan su nombre, invocaban al Señor, y él respondía. Dios les hablaba desde la columna de nube; oyeron sus mandatos y la ley que les dio. Señor, Dios nuestro, tú les respondías, tú eras para ellos un Dios de perdón, y un Dios vengador de sus maldades. Ensalzad al Señor, Dios nuestro; postraos ante su monte santo: Santo es el Señor, nuestro Dios.

Salmo:118. Tus preceptos son admirables, por eso los guarda mi alma. La explicación de tus palabras ilumina, da inteligencia a los ignorantes. Abro la boca y respiro, ansiando tus mandamientos. Vuélvete a mí y ten misericordia, como es tu norma con los que aman tu nombre. Asegura mis pasos con tu promesa, que ninguna maldad me domine. Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, enséñame tus leyes.


Salmo:33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9. Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloria en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias. Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias. El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege. Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él.

Salmo:115, 12-13. 15 y 16bc. 17-18. Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación, invocando su nombre. Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles. Señor, yo soy tu siervo, hijo de tu esclava; rompiste mis cadenas. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo.

Salmo:145, 1-2. 6b-7. 8-9a. 9bc-10. Alaba, alma mía, al Señor: alabaré al Señor mientras viva, tañeré para mi Dios mientras exista. Que mantiene su fidelidad perpetuamente, que hace justicia a los oprimidos, que da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos. El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos. El Señor guarda a los peregrinos. Sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad.



Salmo:24, 2-3. 4-5ab. 6-7bc. 8-9. Dios mío, en ti confío, no quede yo defraudado, que no triunfen de mí mis enemigos; pues los que esperan en ti no quedan defraudados, mientras que el fracaso malogra a los traidores. Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas; acuérdate de mi con misericordia, por tu bondad, Señor. El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes.


Salmo:111, 1-2. 7-8.9. Dichoso el que teme al Señor y arma de corazón sus mandatos. Su linaje será poderoso en la tierra, La descendencia del justo será bendita. No temerá las malas noticias, su corazón está firme en el Señor. Su corazón está seguro, sin temor, hasta que vea derrotados a sus enemigos. Reparte limosna a los pobres; su caridad es constante, sin falta, y alzará la frente con dignidad.

Salmo:111, 1-2. 3-4. 5-6 Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos. Su linaje será poderoso en la tierra, la descendencia del justo será bendita. En su casa habrá riquezas y abundancia, su caridad es constante, sin falta. En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo. Dichoso el que se apiada y presta, y administra rectamente sus asuntos. El justo jamás vacilará, su recuerdo será perpetuo.

Salmo:32, 4-5. 6 y 9. 18-19. 20 y 22. La Palabra del Señor. es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. La Palabra del Señor. hizo el cielo; el aliento de su boca, sus ejércitos, porque él lo dijo, y existió, él lo mandó, y surgió. Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre. Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo; que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.

Salmo:32, 4-5. 6-7. 12-13. 20 y 22. La Palabra del Señor. es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. La Palabra del Señor. hizo el cielo; el aliento de su boca, sus ejércitos; encierra en un odre las aguas marinas, mete en un depósito el océano. Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se escogió como heredad. El Señor mira desde el cielo, se fija en todos los hombres. Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.

Salmo:78, 8. 9. 11. 13. No recuerdes contra nosotros las culpas de nuestros padres; que tu compasión nos alcance pronto, pues estamos agotados. Socórrenos, Dios, salvador nuestro, por el honor de tu nombre; líbranos y perdona nuestros pecados a causa de tu nombre. Llegue a tu presencia del gemido del cautivo: con tu brazo poderoso, salva a los condenados a muerte. Mientras, nosotros, pueblo tuyo, ovejas de tu rebaño, te daremos gracias siempre, contaremos tus alabanzas de generación en generación.


Salmo:
49, 5-6. 7-8. 14 y 23.“Congregadme a mis fieles, que sellaron mi pacto con un sacrificio.” Proclame el cielo su justicia; Dios en persona va a juzgar. «Escucha, pueblo mío, me voy a hablarte; Israel, voy a dar testimonio contra ti; -yo, Dios, tu Dios-. No te reprocho tus sacrificios, pues siempre están tus holocaustos ante mí.» «Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza, cumple tus votos al Altísimo. El que me ofrece acción de gracias, ése me honra; al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios. »


Salmo:103, 1ab y 24ac. 29bc-30.31 y 34. Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande eres! Cuántas son tus obras, Señor; la tierra está llena de tus criaturas. Les retiras el aliento, y expiran y vuelven a ser polvo; envías tu aliento, y los creas, y repueblas la faz de la tierra. Gloria a Dios para siempre, goce el Señor con sus obras. Que le sea agradable mi poema, y yo me alegraré con el Señor.

Salmo:10, 4. 5 y 7. El Señor está en su templo santo, el Señor tiene su trono en el cielo; sus ojos están observando, sus pupilas examinan a los hombres. El Señor examina a inocentes y culpables, y al que ama la violencia él lo odia. Porque el Señor es justo y ama la justicia: los buenos verán su rostro.

Salmo:102, 1-2. 11-12. 19-20ab. Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles; como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos. El Señor puso en el cielo su trono, su soberanía gobierna el universo. Bendecid al Señor, ángeles suyos, poderosos ejecutores de sus órdenes.

Salmo:67, 29-30. 33-35a. 35b y 36c Oh Dios, despliega tu poder, tu poder, oh Dios, que actúa en favor nuestro. A tu templo de Jerusalén traigan los reyes su tributo. Reyes de la tierra, cantad a Dios, tocad para el Señor, que avanza por los cielos, los cielos antiquísimos, que lanza su voz, su voz poderosa: «Reconoced el poder de Dios.» Sobre Israel resplandece su majestad, y su poder, sobre las nubes. ¡Dios sea bendito! .

Salmo:67, 10-11. 20-21. Derramaste en tu heredad, oh Dios, una lluvia copiosa, aliviaste la tierra extenuada y tu rebaño habitó en la tierra que tu bondad, oh Dios, preparó para los pobres. Bendito el Señor cada día, Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvación. Nuestro Dios es un Dios que salva, el Señor Dios nos hace escapar de la muerte.

Salmo:67, 2-3. 4-5ac. 6-7ab. Se levanta Dios, y se dispersan sus enemigos, huyen de su presencia los que lo odian; como el humo se disipa, se disipan ellos; como se derrite la cera ante el fuego, así perecen los impíos ante Dios. En cambio, los justos se alegran, gozan en la presencia de Dios, rebosando de alegría. Cantad a Dios, tocad en su honor, su nombre es el Señor. Padre de huérfanos, protector de viudas, Dios vive en su santa morada. Dios prepara casa a los desvalidos, libera a los cautivos y los enriquece.

Salmo:46, 2-3. 6-7 8-9. Pueblos todos batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo; porque el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas; tocad para Dios, tocad, tocad para nuestro Rey, tocad. Porque Dios es el rey del mundo; tocad con maestría. Dios reina sobre las naciones, Dios se sienta en su trono sagrado.

Salmo:46, 2-3. 4-5. 6-7. Pueblos todos, batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo; porque el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra. Él nos somete los pueblos y nos juzga las naciones; él nos escogió por heredad suya: gloria de Jacob, su amado. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas: tocad para Dios, tocad, tocad para nuestro Rey, tocad.

Salmo:112,1-2.3-4.5-6.7-8. Alabad, siervos del Señor, alabad el nombre del Señor. Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor. El Señor se eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre los cielos. ¿Quién como el Señor, Dios nuestro, que se eleva en su trono y se abaja para mirar al cielo y a la tierra? Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para sentarlo con los príncipes, los príncipes de su pueblo.


Salmo:148,1-2.11-12.13.14. Alabad al Señor en el cielo, alabad al Señor en lo alto. Alabadlo, todos sus ángeles; alabadlo, todos sus ejércitos. Reyes y pueblos del orbe, príncipes y jefes del mundo, los jóvenes y también las doncellas, los viejos junto con los niños. Alaben el nombre del Señor, el único nombre sublime. Su majestad sobre el cielo y la tierra. Él acrece el vigor de su pueblo. Alabanza de todos sus fieles, de Israel, su pueblo escogido.


Salmo:137, 1-2a. 2bc y 3. 7c-8. Te doy gracias, Señor, de todo corazón; delante de los ángeles tañeré para ti, me postraré hacia tu santuario. Daré gracias a tu nombre por tu misericordia y tu lealtad. Cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma. Tu derecha me salva. El Señor completará sus favores conmigo: Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos.


Salmo:149, 1-2. 3-4. 5-6a y 9b. Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey. Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes. Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas, con vítores a Dios en la boca; es un honor para todos sus fieles.

Salmo:97, 1. 2-3ab. 3cd-4. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas; su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera-, gritad, vitoread, tocad.

Salmo:99, 1-2. 3. 5. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores. Sabed que el Señor es Dios: que él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño. El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades.

Salmo:Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 15,22-31 En aquellos días, los apóstoles y los presbíteros con toda la Iglesia acordaron elegir algunos de ellos y mandarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas Barsabá y a Silas, miembros eminentes entre los hermanos, y les entregaron esta carta: «Los apóstoles y los presbíteros hermanos saludan a los hermanos de Antioquía, Siria y Cilicia convertidos del paganismo. Nos hemos enterado de que algunos de aquí, sin encargo nuestro, os han alarmado e inquietado con sus palabras. Hemos decidido, por unanimidad, elegir algunos y enviároslos con nuestros queridos Bernabé y Pablo, que han dedicado su vida a la causa de nuestro Señor Jesucristo. En vista de esto, mandamos a Silas y a Judas, que os referirán de palabra lo que sigue: Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables: que os abstengáis de carne sacrificada a los ídolos, de sangre, de animales estrangulados y de la fornicación. Haréis bien en apartaros de todo esto. Salud.» Los despidieron, y ellos bajaron a Antioquía, donde reunieron a la Iglesia y entregaron la carta. Al leer aquellas palabras alentadoras, se alegraron mucho.

Salmo:95, 1-2a. 2b-3. 10. Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre. Proclamad día tras día su victoria. Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él afianzó el orbe, y no se moverá; él gobierna a los pueblos rectamente.»

Salmo:121, 1-2. 4-5. ¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén. Allá suben las tribus, las tribus del Señor, según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David.

Salmo:144, 10-11. 12-13ab. 21. Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas. Explicando tus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado. Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad. Pronuncie mi boca la alabanza del Señor, todo viviente bendiga su santo nombre por siempre jamás.

Salmo:113 B, 1-2. 3-4. 15-16. No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria, por tu bondad, por tu lealtad. ¿Por qué han de decir las naciones: «Dónde está su Dios»? Nuestro Dios está en el cielo, lo que quiere lo hace. Sus ídolos, en cambio, son plata y oro, hechura de manos humanas. Benditos seáis del Señor, que hizo el cielo y la tierra. El cielo pertenece al Señor, la tierra se la ha dado a los hombres.

Salmo:21, 26b-27. 28 y 30. 31-32. Cumpliré mis votos delante de sus fieles. Los desvalidos comerán hasta saciarse, alabarán al Señor los que lo buscan: viva su corazón por siempre. Lo recordarán y volverán al Señor hasta de los confines del orbe; en su presencia se postrarán las familias de los pueblos. Ante él se postrarán las cenizas de la tumba, ante él se inclinarán los que bajan al polvo. Me hará vivir para él, mi descendencia le servirá, hablarán del Señor a la generación futura, contarán su justicia al pueblo que ha de nacer: todo lo que hizo el Señor.


Salmo:97, 1-2ab. 2cd-3ab. 3cd-4. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad.


Salmo:2,6-7.8-9. 10-11. Yo mismo he establecido a mi rey en Sión, mi monte santo.» Voy a proclamar el decreto del Señor; él me ha dicho: «Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy.» «Pídemelo: te daré en herencia las naciones, en posesión, los confines de la tierra: los gobernarás con cetro de hierro, los quebrarás como jarro de loza.» Y ahora, reyes, sed sensatos; escarmentad, los que regís la tierra: servid al Señor con temor, rendidle homenaje temblando.


Salmo:88, 2-3. 21-22. 25 y 27. Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré tu fidelidad por todas las edades. Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno, más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» Encontré a David, mi siervo, y lo he ungido con óleo sagrado; para que mi mano esté siempre con él y mi brazo lo haga valeroso. Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán, por mi nombre crecerá su poder. El me invocará: «Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora.»

Salmo:102, 1-2. 3-4. 8-9. 13-14. 17-18a. Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades, él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; no está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo. Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles; porque él conoce nuestra masa, se acuerda de que somos barro. Pero la misericordia del Señor dura siempre, su justicia pasa de hijos a nietos, para los que guardan la alianza.

Salmo:86, 1-3, 4-5. 6-7. Él la ha cimentado sobre el monte santo; y el Señor prefiere las puertas de Sión a todas las moradas de Jacob. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios! «Contaré a Egipto y a Babilonia entre mis fieles; filisteos, tirios y etíopes han nacido allí.» Se dirá de Sión: «Uno por uno todos han nacido en ella; el Altísimo en persona la ha fundado.» El Señor escribirá en el registro de los pueblos: «Éste ha nacido allí.» Y cantarán mientras danzan: «Todas mis fuentes están en ti.»


Salmo:41, 2-3; 42, 3. 4. Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío; tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? Envía tu luz y tu verdad: que ellas me guíen y me conduzcan hasta tu monte santo, hasta tu morada. Que yo me acerque al altar de Dios, al Dios de mi alegría; que te dé gracias al son de la cítara, Dios, Dios mío.


Salmo:117, 1 y 8-9. 21-23. 26 y 28-29 . Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres, mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los jefes.  Te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente.Bendito el que viene en nombre del Señor, os bendecimos desde la casa del Señor. Tu eres mi Dios, te doy gracias; Dios mío, yo te ensalzo. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

Salmo:88, 2-3. 6-7. 16-17. Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré tu fidelidad por todas las edades. Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno, más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» El cielo proclama tus maravillas, Señor, y tu fidelidad, en la asamblea de los ángeles. ¿Quién sobre las nubes se compara a Dios? ¿Quién como el Señor entre los seres divinos? Dichoso el pueblo que sabe aclamarte: caminará, oh Señor, a la luz de tu rostro; tu nombre es su gozo cada día, tu justicia es su orgullo.


Salmo: 116, 1. 2. Alabad al Señor, todas las naciones, aclamadlo, todos los pueblos. Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre.

Salmo:65, 8-9. 16-17. 20. Bendecid, pueblos, a nuestro Dios, haced resonar sus alabanzas, porque él nos ha devuelto la vida y no dejó que tropezaran nuestros pies. Fieles de Dios, venid a escuchar, os contaré lo que ha hecho conmigo: a él gritó mi boca y lo ensalzó mi lengua. Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica ni me retiró su favor.


Salmo:65, 1-3a. 4-5. 6-7a. Aclamad al Señor, tierra entera; tocad en honor de su nombre, cantad himnos a su gloria. Decid a Dios: «¡Qué terribles son tus obras!» Que se postre ante ti la tierra entera, que toquen en tu honor, que toquen para tu nombre. Venid a ver las obras de Dios, sus temibles proezas en favor de los hombres. Transformó el mar en tierra firme, a pie atravesaron el río. Alegrémonos con Dios, que con su poder gobierna enteramente.

Salmo:30. 3cd-4. 6ab y 7b y 8a. 17 y 21 ab Sé la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve, tú que eres mi roca y mi baluarte; por tu nombre dirígeme y guíame. A tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás; yo confío en el Señor. Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría. Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia. En el asilo de tu presencia los escondes de las conjuras humanas.

Salmo:118, 23-24. 26-27. 29-30. Aunque los nobles se sienten a murmurar de mí, tu siervo medita tus leyes; tus preceptos son mi delicia, tus decretos son mis consejeros. Te expliqué mi camino, y me escuchaste: enséñame tus leyes; instrúyeme en el camino de tus decretos, y meditaré tus maravillas. Apártame del camino falso, y dame la gracia de tu voluntad; escogí el camino verdadero, deseé tus mandamientos.

Salmo:4, 2. 7.9. Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío; tú que en el aprieto me diste anchura, ten piedad de mí y escucha mi oración. Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha, si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?» En paz me acuesto y en seguida me duermo, porque tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo.

Salmo:32, 1-2. 4-5. 18-19. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos. Dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. Que la Palabra del Señor. es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre.


Salmo: 26, 1. 4. 13-14. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida ¿quién me hará temblar? Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor, contemplando su templo. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor.

Salmo:33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9. Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias. Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias. El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege. Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él.

Salmo: 92, lab. 1c-2. 5. El Señor reina, vestido de majestad, el Señor, vestido y ceñido de poder. Así está firme el orbe y no vacila. Tu trono está firme desde siempre, y tú eres eterno. Tus mandatos son fieles y seguros; la santidad es el adorno de tu casa, Señor, por días sin término.


Salmo:117, 2-4. 16ab-18. 22-24. Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia. Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. Señor, danos la salvación; Señor, danos prosperidad. Bendito el que viene en nombre del Señor, os bendecimos desde la casa del Señor; el Señor es Dios, él nos ilumina.

Salmo: 117,1 y 14-15.16-18.19-21. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. El Señor es mi fuerza y mi energía, él es mi salvación. Escuchad: hay cantos de victoria en las tiendas de los justos. La diestra del Señor es excelsa, la diestra del Señor es poderosa. No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor. Me castigó, me castigó el Señor, pero no me entregó a la muerte. Abridme las puertas del triunfo, y entraré para dar gracias al Señor. Esta es la puerta del Señor: los vencedores entrarán por ella. Te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación.


Salmo:117, 1-2 y 4. 22-24. 25-27a. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. Señor, danos la salvación; Señor, danos prosperidad. Bendito el que viene en nombre del Señor, os bendecimos desde la casa del Señor; el Señor es Dios, él nos ilumina.

Salmo: 8, 2a y 5. 6-7. 8-9. ¡Señor, dueño nuestro, ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder? Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies. Rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias del campo, las aves del cielo, los peces del mar, que trazan sendas por el mar.

Salmo: 104, 1-2. 3-4. 6-7. 8-9. Dad gracias al Señor, invocad su nombre, dad a conocer sus hazañas a los pueblos. Cantadle al son de instrumentos, hablad de sus maravillas. Gloriaos de su nombre santo, que se alegren los que buscan al Señor. Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro. ¡Estirpe de Abrahán, su siervo; hijos de Jacob, su elegido! El Señor es nuestro Dios, él gobierna toda la tierra. Se acuerda de su alianza eternamente, de la palabra dada, por mil generaciones; de la alianza sellada con Abrahán, del juramento hecho a Isaac.

Salmo: 32, 4-5. 18-19. 20 y 22 . La Palabra del Señor. es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra.  Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre.  Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperarnos de ti.

Salmo: 15, 1-2 y 5. 7-8. 9-10. 11. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.» El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano. Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena. Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha.


Salmo:117, 1-2. l6ab-17. 22-23. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia.  La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa. No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor.  La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. 

Salmo: 32, 4-5. 6-7. 12-13. 20 y 22. La Palabra del Señor. es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. La Palabra del Señor. hizo el cielo; el aliento de su boca, sus ejércitos; encierra en un odre las aguas marinas, mete en un depósito el océano. Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se escogió como heredad. El Señor mira desde el cielo, se fija en todos los hombres. Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.

Salmo: 115, 12-13. 15-16bc. 17-18 ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación, invocando su nombre. Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles. Señor, yo soy tu siervo, hijo de tu esclava; rompiste mis cadenas. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo.



Salmo: 68, 8-10. 21-22. 31 y 33-34.Por ti he aguantado afrentas, la vergüenza cubrió mi rostro. Soy un extraño para mis hermanos, un extranjero para los hijos de mi madre; porque me devora el celo de tu templo, y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí.  La afrenta me destroza el corazón, y desfallezco. Espero compasión, y no la hay; consoladores, y no los encuentro. En mi comida me echaron hiel, para mi sed me dieron vinagre. Alabaré el nombre de Dios con cantos, proclamaré su grandeza con acción de gracias. Miradlo, los humildes, y alegraos, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón. Que el Señor escucha a sus pobres, no desprecia a sus cautivos.

Salmo: 70, 1-2. 3-4a. 5-6ab. 15 y 17. A ti, Señor, me acojo: no quede yo derrotado para siempre; tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo, inclina a mí tu oído, y sálvame. Sé tú mi roca de refugio, el alcázar donde me salve, porque mi peña y mi alcázar eres tú. Dios mío, líbrame de la mano perversa. Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza y mi confianza, Señor, desde mi juventud. En el vientre materno ya me apoyaba en ti, en el seno tú me sostenías. Mi boca contará tu auxilio, y todo el día tu salvación. Dios mío, me instruiste desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas.

Salmo: 26, 1. 2. 3. 13-14. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar? Cuando me asaltan los malvados para devorar mi carne, ellos, enemigos y adversarios, tropiezan y caen. Si un ejército acampa contra mí, mi corazón no tiembla; si me declaran la guerra, me siento tranquilo. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor

Salmo: 21, 8-9. 17-18a. 19-20. 23-24. Al verme, se burlan de mí, hacen visajes, menean la cabeza: «Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; que lo libre, si tanto lo quiere.» Me acorrala una jauría de mastines, me cerca una anda de malhechores; me taladran las manos y los pies, puedo contar mis huesos. Se reparten mi ropa, echan a suertes mi túnica. Pero tú, Señor, no te quedes lejos; fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré. Fieles del Señor, alabadlo; linaje de Jacob, glorificadlo; temedlo, linaje de Israel.


Salmo: 31, 10. 11-12ab. 13. Escuchad, pueblos, la Palabra del Señor., anunciadla en las islas remotas: «El que dispersó a Israel lo reunirá, lo guardará como un pastor a su rebaño.» Porque el Señor redimió a Jacob, lo rescató de una mano más fuerte. Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión, afluirán hacia los bienes del Señor. Entonces se alegrará la doncella en la danza, gozarán los jóvenes y los viejos; convertiré su tristeza en gozo, los alegraré y aliviaré sus penas.


Salmo: 17, 2-3a. 3bc-4. 5-6. 7. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza; Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador. Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte. Invoco al Señor de mi alabanza y quedo libre de mis enemigos. Me cercaban olas mortales, torrentes destructores me aterraban, me envolvían las redes del abismo, me alcanzaban los lazos de la muerte. En el peligro invoqué al Señor, grité a mi Dios: desde su templo él escuchó mi voz, y mi grito llegó a sus oídos.

Salmo: 104,4-5.6-7.8-9. Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro. Recordad las maravillas que hizo, sus prodigios, las sentencias de su boca. ¡Estirpe de Abrahán, su siervo; hijos de Jacob, su elegido! El Señor es nuestro Dios, él gobierna toda la tierra. Se acuerda de su alianza eternamente, de la palabra dada, por mil generaciones; de la alianza sellada con Abrahán, del juramento hecho a Isaac.

Salmo: 39, 7-8a. 8b-9. 10. 11. Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo: «Aquí estoy.» « Como está escrito en mi libro para hacer tu voluntad.» Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas. He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios: Señor, tú lo sabes. No me he guardado en el pecho tu defensa, he contado tu fidelidad y tu salvación, no he negado tu misericordia y tu lealtad ante la gran asamblea.

Salmo: 101, 2-3. 16-18. 19-21. Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti; no me escondas tu rostro el día de la desgracia. Inclina tu oído hacia mí; cuando te invoco, escúchame en seguida. Los gentiles temerán tu nombre, los reyes del mundo, tu gloria. Cuando el Señor reconstruya Sión y aparezca en su gloria, y se vuelva a las súplicas de los indefensos, y no desprecie sus peticiones. Quede esto escrito para la generación futura, y el pueblo que será creado alabará al Señor. Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario, desde el cielo se ha fijado en la tierra, para escuchar los gemidos de los cautivos y librar a los condenados a muerte.

Salmo:22, 1-3a. 3b-4. 5. 6. El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mí copa rebosa. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.

Salmo:50, 3-4.12-13. 14-15. Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso: enseñaré a los malvados tus caminos, los pecadores volverán a ti.

Salmo: 7, 2-3. 9bc-10. 11-12. Señor, Dios mío, a ti me acojo, líbrame de mis perseguidores y sálvame, que no me atrapen como leones y me desgarren sin remedio. Júzgame, Señor, según mi justicia, según la inocencia que hay en mí. Cese la maldad de los culpables, y apoya tú al inocente, tú que sondeas el corazón y las entrañas, tú, el Dios justo. Mi escudo es Dios, que salva a los rectos de corazón. Dios es un juez justo, Dios amenaza cada día.

salmo: 33, 17-18. 19-20, 21 y 23. El Señor se enfrenta con los malhechores, para borrar de la tierra su memoria. Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias. El Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos. Aunque el justo sufra muchos males, de todos lo librará el Señor. Él cuida de todos sus huesos, ni uno solo se quebrará. El Señor redime a sus siervos, no será castigado quien se acoge a él.

Salmo:144, 8-9. l3cd-14. 17-18. El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan. El Señor es Justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones; cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente.

Salmo: 45, 2-3. 5-6. 8-9. Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, poderoso defensor en el peligro . Por eso no tememos aunque tiemble la tierra, y los montes se desplomen en el mar. El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada. Teniendo a Dios en medio, no vacila; Dios la socorre al despuntar la aurora. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob. Venid a ver las obras del Señor, las maravillas que hace en la tierra.

Salmo: 29, 2 y 4. 5-6. 11-12a. y 13b. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has dejado que mis enemigos se rían de mí. Señor, sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. Tañed para el Señor, fieles suyos, dad gracias a su nombre santo; su cólera dura un instante; su bondad, de por vida; al atardecer nos visita el llanto; por la mañana, el júbilo. Escucha, Señor, y ten piedad de mí; Señor socórreme. Cambiaste mi luto en danzas. Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.

Salmo: 136, 1-2. 3. 4. 5. 6. Junto a los canales de Babilonia nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión; en los sauces de sus orillas colgábamos nuestras cítaras. Allí los que nos deportaron nos invitaban a cantar; nuestros opresores, a divertirlos: «Cantadnos un cantar de Sión.» ¡Cómo cantar un cántico del Señor en tierra extranjera! Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano derecha. Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti, si no pongo a Jerusalén en la cumbre de mis alegrías.

Salmo: 50, 3-4. 18-19. 20-21ab. Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. Los sacrificios no te satisfacen: si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias. Señor, por tu bondad, favorece a Sión, reconstruye las murallas de Jerusalén: entonces aceptarás los sacrificios rituales, ofrendas y holocaustos.

Salmo: 80, 6c-8a. 8bc-9. 10-11ab. 14 y 17. Oigo un lenguaje desconocido: «Retiré sus hombros de la carga, y sus manos dejaron la espuerta. Clamaste en la aflicción, y te libré. Te respondí oculto entre los truenos, te puse a prueba junto a la fuente de Meribá. Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti; ¡ojalá me escuchases, Israel! No tendrás un dios extraño, no adorarás un dios extranjero; yo soy el Señor, Dios tuyo, que te saqué del país de Egipto. ¡Ojalá me escuchase mi pueblo y caminase Israel por mi camino!: te alimentaría con flor de harina, te saciaría con miel silvestre.»

Salmo:94,1-2.6-7.8-9. Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masa en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras.»

147, 12-13. 15-16. 19-20. Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sión: que ha reforzado los cerrojos de tus puertas, y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz; manda la nieve como lana, esparce la escarcha como ceniza. Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel; con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos.

Salmo: 24, 4 5ab. 6 y 7bc. 8-9 Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas; acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor. El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes.

Salmo: 41, 2. 3; 42, 3. 4. como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío. Tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios?  Envía tu luz y tu verdad: que ellas me guíen y me conduzcan hasta tu monte santo, hasta tu morada.  Que yo me acerque al altar de Dios, al Dios de mi alegría; que te dé gracias al son de la cítara, Dios, Dios mío. 

Salmo:18, 8. 9. 10. 11 La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos. La voluntad del Señor es pura y eternamente estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos. Más preciosos que el oro, más que el oro fino; más dulces que la miel de un panal que destila.

Salmo:102,1-2.3-4.9-10.11-12 Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; el rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. No está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo; no nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas. Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles; como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos.


Salmo:104, 16-17. 18-19. 20-21 R. Recordad las maravillas que hizo el Señor Llamó al hambre sobre aquella tierra: cortando el sustento de pan; por delante había enviado a un hombre, a José, vendido como esclavo. R/ Le trabaron los pies con grillos, le metieron el cuello en la argolla, hasta que se cumplió su predicción, y la Palabra del Señor. lo acreditó. R/ El rey lo mandó desatar, el señor de pueblos le abrió la prisión, lo nombró administrador de su casa, señor de todas sus posesiones. R/

Salmo: 1, 1-2. 3. 4 y 6. Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin. No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal.

Salmo: 30, 5 6. 14. 15 16. Sácame de la red que me han tendido, porque tú eres mi amparo. A tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás, Oigo el cuchicheo de la gente, y todo me da miedo; se conjuran contra mí y traman quitarme la vida. Pero yo confío en ti, Señor, te digo: «Tú eres mi Dios.» En tu mano están mis azares: líbrame de los enemigos que me persiguen.

Salmo: 49, 8-9. 16bc- 17. 21 y 23. «No te reprocho tus sacrificios , pues siempre están tus holocaustos ante mí. pero no aceptaré un becerro de tu casa, ni un cabrito de tus rebaños. ¿Por qué recitas mis preceptos y tienes siempre en la boca mi alianza, tú que detestas mi enseñanza y te echas a la espalda mis mandatos? Esto haces, ¿y me voy a callar? ¿Crees que soy como tú; El que me ofrece acción de gracias, ése me honra; al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.»

Salmo: 78, 8. 9. 11 y 13. No recuerdes contra nosotros las culpas de nuestros padres; que tu compasión nos alcance pronto, pues estamos agotados. Socórrenos, Dios, salvador nuestro, por el honor de tu nombre; líbranos y perdona nuestros pecados a causa de tu nombre. Llegue a tu presencia el gemido del cautivo: con tu brazo poderoso, salva a los condenados a muerte. Mientras, nosotros, pueblo tuyo, ovejas de tu rebaño, te daremos gracias siempre, contaremos tus alabanzas de generación en generación.

Salmo: 115, 10 y 15. 16-17. 18-19. Tenía fe, aun cuando dije: «¡Qué desgraciado soy!» Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles. Señor, yo soy tu siervo, siervo tuyo, hijo de tu esclava: rompiste mis cadenas. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo, en el atrio de la casa del Señor, en medio de ti, Jerusalén.

Salmo: 118, 1-2. 4-5. 7-8. Dichoso el que, con vida intachable, camina en la voluntad del Señor; dichoso el que, guardando sus preceptos, lo busca de todo corazón. Tú promulgas tus decretos para que se observen exactamente. Ojalá esté firme mi camino, para cumplir tus consignas. Te alabaré con sincero corazón cuando aprenda tus justos mandamientos. Quiero guardar tus leyes exactamente, tú, no me abandones.

Salmo: 129, 1-2. 3-4. 5-7a. 7bc-8. Desde lo hondo a ti grito, Señor; Señor, escucha mi voz; estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica. Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir? Pero de ti procede el perdón, y así infundes respeto. Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra; mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora. Aguarde Israel al Señor, como el centinela la aurora. Porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa; y el redimirá a Israel de todos sus delitos.


Salmo: 137, 1-2a. 2bc y 3. 7c-8. Te doy gracias, Señor, de todo corazón; delante de los ángeles tañeré para ti, me postraré hacia tu santuario. Daré gracias a tu nombre, por tu misericordia y tu lealtad; cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma. Tu derecha me salva. El Señor completará sus favores conmigo: Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos.

Salmo: 50, 3-4. 12-13. 18-19. Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. Los sacrificios no te satisfacen: si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias.

Salmo:34(33),4-5.6-7.16-17.18-19. Glorifiquen conmigo al Señor, alabemos su Nombre todos juntos. Busqué al Señor: él me respondió y me libró de todos mis temores. Miren hacia él y quedarán resplandecientes, y sus rostros no se avergonzarán. Este pobre hombre invocó al Señor: él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. Los ojos del Señor miran al justo y sus oídos escuchan su clamor; pero el Señor rechaza a los que hacen el mal para borrar su recuerdo de la tierra. Cuando ellos claman, el Señor los escucha y los libra de todas sus angustias. El Señor está cerca del que sufre y salva a los que están abatidos.


Salmo: 18, 8. 9. 10. 15. La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos. La voluntad del Señor es pura y eternamente estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos. Que te agraden las palabras de mi boca, y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón, Señor, roca mía, redentor mío.

Salmo: 24, 4bc-5ab. 6-7bc. 8-9. Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas. Acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor. El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes.

Salmo: 50, 3-4. 5-6a. 18-19. Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces. Los sacrificios no te satisfacen: si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias.

Salmo: 1, 1-2. 3. 4 y 6. Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y merita su ley día y noche. Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin. No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal.

Salmo: 50, 3-4. 5-6a. 12-13. 14 y 17. Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti sólo pequé, cometí la maldad que aborreces. Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso. Señor, me abrirás los labios, y mi boca proclamará tu alabanza.

Salmo: 28, la y 2. 3ac-4. 3b y 9c-10. Hijos de Dios, aclamad al Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor, postraos ante el Señor en el atrio sagrado. La voz del Señor sobre las aguas, el Señor sobre las aguas torrenciales. La voz del Señor es potente, la voz del Señor es magnífica. El Dios de la gloria ha tronado. En su templo un grito unánime: “¡Gloria!” El Señor se sienta por encima del aguacero, el Señor se sienta como rey eterno.

Salmo: 49, 1 y 8. 16bc-17. 20-21. El Dios de los dioses, el Señor, habla: convoca la tierra de oriente a occidente. “No te reprocho tus sacrificios, pues siempre están tus holocaustos ante mí.” “¿Por qué recitas mis preceptos, tú que detestas mi enseñanza y te echas a la espalda mis mandatos? " “Te sientas a hablar contra tu hermano, deshonras al hijo de tu madre; esto haces, ¿y me voy a callar? ¿Crees que soy como tú? Te acusaré, te lo echaré en cara.”

Salmo: 31, 1-2. 5. 11. Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado; dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito. Había pecado, lo reconocí, no te encubrí mi delito; propuse: «Confesaré al Señor mi culpa y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. Alegraos, justos, y gozad con el Señor; aclamadlo, los de corazón sincero.


Salmo: 116, 1. 2. Alabad al Señor, todas las naciones, aclamadlo, todos los pueblos. Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre.

Salmo: 31, 1-2. 5.6.7. Dichoso el que está absuelto de su culpa Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado; dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito. Había pecado, lo reconocí, no te encubrí mi delito; propuse: “Confesaré al Señor mi culpa”, y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. Por eso, que todo fiel te suplique en el momento de la desgracia: la crecida de las aguas caudalosas no lo alcanzará. Tú eres mi refugio, me libras del peligro, me rodeas de cantos de liberación.

Salmo: 127, 1-2. 3. 4-5. Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien. Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa. Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida.

Salmo: 103, 1-2a. 27-28. 29be-30. Bendice, alma mía, al Señor, ¡Dios mío, qué grande eres! Te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto. Todos ellos aguardan a que les eches comida a su tiempo: se la echas, y la atrapan; abres tu mano, y se sacian de bienes. Les retiras el aliento, y expiran, y vuelven a ser polvo; envías tu aliento, y los creas, y repueblas la faz de la tierra.

Salmo: 8, 4-5. 6-7. 8-9. Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder? Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies. Rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias del campo, las aves del cielo, los peces del mar, que trazan sendas por el mar.

Salmo: 103, 1-2a. 5-6. 10 y 12. 24 y 35c. Bendice, alma mía, al Señor, ¡Dios mío, qué grande eres! Te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto. Asentaste la tierra sobre sus cimientos, y no vacilará jamás; la cubriste con el manto del océano, y las aguas se posaron sobre las montañas. De los manantiales sacas los ríos, para que fluyan entre los montes; junto a ellos habitan las aves del cielo, y entre las frondas se oye su canto. Cuántas son tus obras, Señor, y todas las hiciste con sabiduría; la tierra está llena de tus criaturas. ¡Bendice, alma mía, al Señor!

Salmo: 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6. El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. Preparas una mesa ante mi, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.

Salmo: 26, 1. 3. 5. 8b-9abc. El Señor es mí luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar? Si un ejército acampa contra mí, mi corazón no tiembla; si me declaran la guerra, me siento tranquilo. Él me protegerá en su tienda el día del peligro; me esconderá en lo escondido de su morada, me alzará sobre la roca. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro. No rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio; no me deseches.

Salmo: 47, 2-3ab. 3cd-4. 9. 10-11. Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios, su monte santo, altura hermosa, alegría de toda la tierra. El monte Sión, vértice del cielo, ciudad del gran rey; entre sus palacios, Dios descuella como un alcázar. Lo que habíamos oído lo hemos visto en la ciudad del Señor de los ejércitos, en la ciudad de nuestro Dios: que Dios la ha fundado para siempre. Oh Dios, meditamos tu misericordia en medio de tu templo: como tu renombre, oh Dios, tu alabanza llega al confín de la tierra; tu diestra está llena de justicia.

Salmo: 102, 1-2. 13-14. 17-18a. Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles; porque Él conoce nuestra masa, se acuerda de que somos barro. Pero la misericordia del Señor dura siempre, su justicia pasa de hijos a nietos: para los que guardan la alianza.

Salmo: 21, 26b-27. 28 y 30. 31-32. Cumpliré mis votos delante de sus fieles. Los desvalidos comerán hasta saciarse, alabarán al Señor los que lo buscan: viva su corazón por siempre. Lo recordarán y volverán al Señor hasta de los confines del orbe; en su presencia se postrarán las familias de los pueblos. Ante él se postrarán las cenizas de la tumba, ante él se inclinarán los que bajan al polvo. Me hará vivir para él, mi descendencia le servirá, hablarán del Señor a la generación futura, contarán su justicia al pueblo que ha de nacer: todo lo que hizo el Señor.

Salmo: 23, 7. 8. 9. 10. ¡Portones!, alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas: va a entrar el Rey de la gloria. -¿Quién es ese Rey de la gloria? -El Señor, héroe valeroso; el Señor, héroe de la guerra. ¡Portones!, alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas: va a entrar el Rey de la gloria. -¿Quién es ese Rey de la gloria? -El Señor, Dios de los ejércitos. Él es el Rey de la gloria.

Salmo: 94, 1 2. 6-7. 8-9. Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras.»

Salmo: 1, 69-70. 71-72. 73-75. Nos ha suscitado una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza. Y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.

Salmo: 36, 3-4. 5-6. 23-24. 39-40. Confía en el Señor y haz el bien, habita tu tierra y practica la lealtad; sea el Señor tu delicia, y él te dará lo que pide tu corazón. Encomienda tu camino al Señor, confía en él, y él actuará: hará tu justicia como el amanecer, tu derecho como el mediodía. El Señor asegura los pasos del hombre, se complace en sus caminos; si tropieza, no caerá, porque el Señor lo tiene de la mano. El Señor es quien salva a los justos, él es su alcázar en el peligro; el Señor los protege y los libra, los libra de los malvados y los salva porque se acogen a él.

Salmo: 109, 1. 2. 3. 4. Oráculo del Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies.» Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: somete en la batalla a tus enemigos. «Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora. » El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.»

Salmo: 39, 2 y 4ab. 7-8a. 10. 11. Yo esperaba con ansia al Señor; Él se inclinó y escuchó mi grito; me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios. Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo: Aquí estoy. He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios: Señor, tú lo sabes. No me he guardado en el pecho tu defensa, he contado tu fidelidad y tu salvación, no he negado tu misericordia y tu lealtad ante la gran asamblea.

Salmo: 95, 1-2ª. 2b-3, 7-8a.10. Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre. Proclamad día tras día su victoria. Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor. Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él afianzó el orbe, y no se moverá; él gobierna a los pueblos rectamente.»

Salmo:84,8.10.11-12.13-14. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación. La salvación está ya cerca de sus fieles, y la gloria habitará en nuestra tierra. La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan; la fidelidad brota de la tierra, y la justicia mira desde el cielo. El Señor nos dará la lluvia, y nuestra tierra dará su fruto. La justicia marchará ante él, la salvación seguirá sus pasos.

Salmo: 39, 7-8a. 8b-9. 10. 17. Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo: «Aquí estoy.» «- Como está escrito en mi libro para hacer tu voluntad.» Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas. He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios: Señor, tú lo sabes. Alégrense y gocen contigo todos los que te buscan; digan siempre: «Grande es el Señor» los que desean tu salvación.

Salmo: 109, 1. 2. 3. 4. Oráculo del Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies. » Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: somete en la batalla a tus enemigos. «Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora.» El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.»

Salmo: 110, 1-2. 4-5. 9 y 10c. Doy gracias al Señor de todo corazón, en compañía de los rectos, en la asamblea. Grandes son las obras del Señor, dignas de estudio para los que las aman. Ha hecho maravillas memorables, el Señor es piadoso y clemente. Él da alimento a sus fieles, recordando siempre su alianza. Envió la redención a su pueblo, ratificó para siempre su alianza, su nombre es sagrado y temible. La alabanza del Señor dura por siempre.

Salmo: 109, 1. 2. 3. 4. Oráculo del Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies.» Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: somete en la batalla a tus enemigos. «Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré como rocío, antes de la aurora. » El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.»

Salmo: 39, 2 y 4ab. 7. 8-9. 10. Yo esperaba con ansia al Señor; él se inclinó y escuchó mi grito; me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios. Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides sacrificio expiatorio. Entonces yo digo: «Aquí estoy - como está escrito en mi libro - para hacer tu voluntad.» Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas. He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios; Señor, tú lo sabes.

Salmo: 77, 3 y 4bc. 6c-7. 8. Lo que oímos y aprendimos, lo que nuestros padres nos contaron, lo contaremos a la futura generación: las alabanzas del Señor, su poder. Que surjan y lo cuenten a sus hijos, para que pongan en Dios su confianza y no olviden las acciones de Dios, sino que guarden sus mandamientos. Para que no imiten a sus padres, generación rebelde y pertinaz; generación de corazón inconstante, de espíritu infiel a Dios.

Salmo: 94, 6-7. 8-9. 10-11. Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras.» «Durante cuarenta años aquella generación me asqueó, y dije: "Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso."»

Salmo: 104, 1-2. 3-4. 6-7. 8-9. Dad gracias al Señor, invocad su nombre, dad a conocer sus hazañas a los pueblos. Cantadle al son de instrumentos, hablad de sus maravillas. Gloriaos de su nombre santo, que se alegren los que buscan al Señor. Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro. ¡Estirpe de Abrahán, su siervo; hijos de Jacob, su elegido! El Señor es nuestro Dios, él gobierna toda la tierra. Se acuerda de su alianza eternamente, de la palabra dada, por mil generaciones; de la alianza sellada con Abrahán, del juramento hecho a Isaac.

Salmo: 8, 2a y 5. 6-7. 8-9. ¡Señor, dueño nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra! ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder? Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos. Todo lo sometiste bajo sus pies: rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias del campo, las aves del cielo, los peces del mar, que trazan sendas por el mar.

Salmo: 8, 2a y 5. 6-7. 8-9. ¡Señor, dueño nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra! ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder? Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos. Todo lo sometiste bajo sus pies: rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias del campo, las aves del cielo, los peces del mar, que trazan sendas por el mar.

Salmo: 96, 1 y 2b. 6 y 7c. 9. El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables. Justicia y derecho sostienen su trono. Los cielos pregonan su justicia, y todos los pueblos contemplan su gloria. Ante él se postran todos los dioses. Porque tú eres, Señor, altísimo sobre toda la tierra, encumbrado sobre todos los dioses.

Salmo: 28, 1a y 2.3ac-4.3b y 9b-10. Hijos de Dios, aclamad al Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor, postraos ante el Señor en el atrio sagrado. La voz del Señor sobre las aguas, el Señor sobre las aguas torrenciales. La voz del Señor es potente, la voz del Señor es magnífica. El Dios de la gloria ha tronado. En su templo un grito unánime: «¡Gloria!» El Señor se sienta por encima del aguacero, el Señor se sienta como rey eterno.

Salmo: 71, 1-2. 14 y 15b,17. Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. El rescatará sus vidas de la violencia, su sangre será preciosa a sus ojos. Que recen por él continuamente y lo bendigan todo el día. Que su nombre sea eterno, y su fama dure como el sol; que él sea la bendición de todos los pueblos, y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.

Salmo: 71, 1-2. 10-11. 12-13. Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. Que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo. Que los reyes de Saba y de Arabia le ofrezcan sus dones; que se postren ante él todos los reyes, y que todos los pueblos le sirvan. Él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres.

Salmo: 71, 1-2. 3-4ab. 7-8. Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. Que los montes traigan paz, y los collados justicia; que él defienda a los humildes del pueblo, socorra a los hijos del pobre. Que en sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna; que domine de mar a mar, el Gran Río al confín de la tierra.

Salmo: 2, 7-8. 10-12a. Voy a proclamar el decreto del Señor; él me ha dicho: «Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy. Pídemelo: te daré en herencia las naciones, en posesión, los confines de la tierra.» Y ahora, reyes, sed sensatos; escarmentad, los que regís la tierra: servid al Señor con temor, rendidle homenaje temblando.


Salmo: 71, 2. 7-8. 10-11. 12-13. Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes: para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. Que en sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna; que domine de mar a mar, del gran río al confín de la tierra. Que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo; que los reyes de Sabá y de Arabia le ofrezcan sus dones, que se postren ante él todos los reyes, y que todos los pueblos le sirvan. Porque él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres.

Salmo:99, 1-2. 3. 4. 5. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores. Sabed que el Señor es Dios: que él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovalas de su rebaño. Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con himnos, dándole gracias y bendiciendo su nombre. «El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades.»

Salmo: 147, 12-13. 14-15. 19-20. Glorifica al Señor, Jerusalén, alaba a tu Dios, Sión: que ha reforzado los cerrojos de tus puertas, y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. Ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina; él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz. Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel; con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos.

Salmo: 97, 1-2ab. 3cd-4. 5-6. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. Tañed la cítara para el Señor, suenen los instrumentos: con clarines y al son de trompetas, aclamad al Rey y Señor.

Salmo: 97, 1-2ab. 2cd-3ab. 3cd-4. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad.

Salmo:95, 1-2. 11-12. 13-1. Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre, proclamad día tras día su victoria. Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena; vitoreen los campos cuanto hay en ellos, aclamen los árboles bosque. Delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra: regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad.


Salmo: 95, 7-8a. 8b-9. 10. Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor. Entrad en sus atrios trayéndole ofrendas, postraos ante el Señor en el atrio sagrado, tiemble en su presencia la tierra toda. Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él afianzó el orbe, y no se moverá; él gobierna a los pueblos rectamente.»

Salmo: 95, 1-2a. 2b-3. 5b-6. Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre. Proclamad día tras día su victoria. Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. El Señor ha hecho el cielo; honor y majestad lo preceden, fuerza y esplendor están en su templo.

Salmo: 127, 1-2. 3. 4-5. Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien. Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa. Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida.


Salmo; 96, 1-2. 5-6. 11-12. El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables. Tiniebla y nube lo rodean, justicia y derecho sostienen su trono. Los montes se derriten como cera ante el dueño de toda la tierra; los cielos pregonan su justicia, y todos los pueblos contemplan su gloria. Amanece la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón. Alegraos, justos, con el Señor, celebrad su santo nombre.

Salmo: 30, 3cd-4. 6 y Sab. 16bc-17. Sé la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve, tú que eres mi roca y mi baluarte; por tu nombre dirigeme y guíame. A tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás. Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría. Te has fijado en mi aflicción. Líbrame de los enemigos que me persiguen; haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia.

Salmo: 97, 1. 2-3ab. 3cd-4. 5-6. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. Tañed la cítara para el Señor, suenen los instrumentos: con clarines y al son de trompetas, aclamad al Rey y Señor.

Salmo: 88, 2-3. 4-5. 27 y 29. Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré tu fidelidad por todas las edades. Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno, más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» Sellé una alianza con mi elegido, jurando a David, mi siervo: «Te fundaré un linaje perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades.» Él me invocará: «Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora.» Le mantendré eternamente mi favor, y mi alianza con él será estable.

SALMO:
24, 4-5ab. 8-9. 10 y 14 . Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador.  El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes.  Las sendas del Señor son misericordia y lealtad para los que guardan su alianza y sus mandatos. El Señor se confía con sus fieles y les da a conocer su alianza. 

SALMO:1S 2, 1. 4-5. 6-7. 8abcd .Mi corazón se regocija por el Señor, mi poder se exalta por Dios; mi boca se ríe de mis enemigos, porque gozo con tu salvación. Se rompen los arcos de los valientes, mientras los cobardes se ciñen de valor; los hartos se contratan por el pan, mientras los hambrientos engordan; la mujer estéril da a luz siete hijos, mientras la madre de muchos queda baldía. El Señor da la muerte y la vida, hunde en el abismo y levanta; da la pobreza y la riqueza, humilla y enaltece.  Él levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para hacer que se siente entre príncipes y que herede un trono de gloria. 

SALMO:88, 2-3. 4-5. 27 y 29. Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré tu fidelidad por todas las edades. Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno, más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» «Sellé una alianza con mí elegido, jurando a David, mi siervo: 'Te fundaré un linaje perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades.» Él me invocará: «Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora.» Le mantendré eternamente mi favor, y mi afianza con él será estable.

Salmo: 23, 1-2. 3-4ab. 5-6. Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes: él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos. ¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos. Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación. Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

Salmo: 70, 3-4a. 5-6ab. 16-17. Sé tú mi roca de refugio, el alcázar donde me salve, porque mi peña y mi alcázar eres tú. Dios mío, líbrame de la mano perversa. Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza y mi confianza, Señor, desde mi juventud. En el vientre materno ya me apoyaba en ti, en el seno tú me sostenías. Contaré tus proezas, Señor mío, narraré tu victoria, tuya entera. Dios mío, me instruiste desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas.


Salmo:71,1-2.12-13.18-19. Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. Él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida e los pobres. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, el único que hace maravillas; bendito por siempre su nombre glorioso; que su gloria llene la tierra. ¡Amén, amén!

Salmo: 71, 1-2. 3-4ab. 7-8. 17. Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. Que los montes traigan paz, y los collados justicia; que él defienda a los humildes del pueblo, socorra a los hijos del pobre. Que en sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna; que domine de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra. Que su nombre sea eterno, y su fama dure como el sol; que él sea la bendición de todos los pueblos, y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.

Salmo: 33, 2-3. 6-7. 17-18. 19 y 23. Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias. Pero el Señor se enfrenta con los malhechores, para borrar de la tierra su memoria. Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias. El Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos. El Señor redime a sus siervos, no será castigado quien se acoge a él.

Salmo: 24, 4-5ab. 6-7bc. 8-9. Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas; acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor. El Señor es bueno y es recto, enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humilles con rectitud, enseña su camino a los humildes.

Salmo: Lc 1, 46-48. 49-50. 53-54. Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones. Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia.

Salmo: 79, 2ac y 3b. 15-16. 18-19. Pastor de Israel, escucha, tú que te sientas sobre querubines, resplandece; despierta tu poder y ven a salvarnos. Dios de los ejércitos, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó, y que tú hiciste vigorosa. Que tu mano proteja a tu escogido, al hombre que tú fortaleciste. No nos alejaremos de ti: danos vida, para que invoquemos tu nombre.

Salmo: 1,1-2.3.4 y 6. Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin. No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal.

Salmo: 144,1 y 9.10-11.12-13ab. Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; bendeciré tu nombre por siempre jamás. El Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que té bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas; explicando tus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado. Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad.

Salmo: 102, 1-2. 3-4. 8 y 10. Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; no nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas.

Salmo: 95, 1-2. 3 y l0ac. 11-12. 13-14. Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre, proclamad día tras día su victoria. Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él gobierna a los pueblos rectamente.» Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena; vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, aclamen los árboles del bosque, delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra: regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad.

Salmo: 97, 1. 2-3ab. 3c-4. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad.

Salmo: 84, 9ab-10. 11-12. 13-14. Voy a escuchar lo que dice el Señor: «Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos.» La salvación está ya cerca de sus fieles, y la gloria habitará en nuestra tierra. La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan; la fidelidad brota de la tierra, y la justicia mira desde el cielo. El Señor nos dará la lluvia, y nuestra tierra dará su fruto. La justicia marchará ante él, la salvación seguirá sus pasos.

Salmo: 146, 1-2. 3-4. 5-6. Alabad al Señor, que la música es buena; nuestro Dios merece una alabanza armoniosa. El Señor reconstruye Jerusalén, reúne a los deportados de Israel. Él sana los corazones destrozados, venda sus heridas. Cuenta el número de las estrellas, a cada una la llama por su nombre. Nuestro Señor es grande y poderoso, su sabiduría no tiene medida. El Señor sostiene a los humildes, humilla hasta el polvo a los malvados.

Salmo: 26, 1. 4. 13-14. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar? Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor, contemplando su templo. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor.

Salmo: 117, 1 y 8-9. 19-21. 25-27a. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres, mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los jefes. Abridme las puertas del triunfo, y entraré para dar gracias al Señor. Ésta es la puerta del Señor: los vencedores entrarán por ella. Te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación. Señor, danos la salvación; Señor, danos prosperidad. Bendito el que viene en nombre del Señor, os bendecimos desde la casa del Señor; el Señor es Dios, él nos ilumina.

Salmo: 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6. El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.

Salmo: 71, 1-2, 7-8. 12-13. 17. Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. Que en sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna; que domine de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra. Él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres. Que su nombre sea eterno, y su fama dure como el sol: que él sea la bendición de todos los pueblos, y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.

Salmo: 121, 1-2. 4-5. 6-7. 8-9. ¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén. Allá suben las tribus, las tribus del Señor, según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David. Desead la paz a Jerusalén: «Vivan seguros los que te aman, haya paz dentro de tus muros, seguridad en tus palacios.» Por mis hermanos y compañeros, voy a decir: «La paz contigo.» Por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien.

Salmo: 79, 2ac y 3b. 15-16. 18-19. Pastor de Israel, escucha, tú que te sientas sobre querubines, resplandece. Despierta tu poder y ven a salvarnos. Dios de los ejércitos, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó, y que tú hiciste vigorosa. Que tu mano proteja a tu escogido, al hombre que tú fortaleciste. No nos alejaremos de ti; danos vida, para que invoquemos tu nombre.

Salmo: 94, 1-2. 3-5. 6-7. Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes; suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos. Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.

Salmo: 83, 3. 4. 5-6a y 8a. Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor, mi corazón y mi carne retozan por el Dios vivo. Hasta el gorrión ha encontrado una casa; la golondrina, un nido donde colocar sus polluelos: tus altares, Señor de los ejércitos, Rey mío y Dios mío. Dichosos los que viven en tu casa, alabándote siempre. Dichosos los que encuentran en ti su fuerza: caminan de baluarte en baluarte.

Salmo: 99, 2. 3. 4. 5. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores. Sabed que el Señor es Dios: que él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño. Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con himnos, dándole gracias y bendiciendo su nombre. «El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades.»

Salmo: 97, 1. 2-3ab. 7-8. 9. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. Retumbe el mar y cuanto contiene, la tierra y cuantos la habitan; aplaudan los ríos, aclamen los montes. Al Señor, que llega para regir la tierra. Regirá el orbe con justicia y los pueblos con rectitud.

Salmo: 95, 10. 11-12. 13. Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él afianzó el orbe, y no se moverá; él gobierna a los pueblos rectamente.» Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena; vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, aclamen los árboles del bosque. Delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra: regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad.

Salmo: 23, 1-2. 3-4ab. 5-6. Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes: él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos. ¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos. Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación. Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

Salmo: 22, 1-2a. 2b-3. 5. 6. El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar. Me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas; me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.

Salmo: 143, 1. 2. 9-10. Bendito el Señor, mi Roca, que adiestra mis manos para el combate, mis dedos para la pelea. Mi bienhechor, mi alcázar, baluarte donde me pongo a salvo, mi escudo y mi refugio, que me somete los pueblos. Dios mío, te cantaré un cántico nuevo, tocaré para ti el arpa de diez cuerdas: para ti que das la victoria a los reyes, y salvas a David, tu siervo.



Salmo: 118, 14. 24. 72. 103. 111. 131. Mi alegría es el camino de tus preceptos, más que todas las riquezas. Tus preceptos son mi delicia, tus decretos son mis consejeros. Más estimo yo los preceptos de tu boca que miles de monedas de oro y plata. ¡Qué dulce al paladar tu promesa: más que miel en la boca! Tus preceptos son mi herencia perpetua, la alegría de mi corazón. Abro la boca y respiro, ansiando tus mandamientos.

Salmo: 149, 1-2. 3-4. 5-6a y 9b. Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey. Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes. Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca; es un honor para todos sus fieles.

Salmo: 150, 1-2. 3-4. 5. Alabad al Señor en su templo, alabalo en su fuerte firmamento. Alabalo por sus obras magníficas, alabadlo por su inmensa grandeza. Alabalo tocando trompetas, alabalo con arpas y cítaras, alabalo con tambores y danzas, alabalo con trompas y flautas. Alabalo con platillos sonoros, alabalo con platillos vibrantes. Todo ser que alienta alabe al Señor.

Salmo: 14, 2-3ab. 3cd-4ab. 5. El que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua. El que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino, el que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor. El que no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente. El que así obra nunca fallará.

Salmo: 1, 1-2. 3. 4 y 6. Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. Será como un árbol, plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin. No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal.

Salmo: 127, 1-2. 3. 4-5. Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien. Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa. Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida.


Salmo: 111, 1-2. 3-4. 5-6. Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos. Su linaje será poderoso en la tierra, la descendencia del justo será bendita. En su casa habrá riquezas y abundancia, su caridad es constante, sin falta. En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo. Dichoso el que se apiada y presta, y administra rectamente sus asuntos. El justo jamás vacilará, su recuerdo será perpetuo .


Salmo; 118, 1. 2. 10. 11. 17. 18. Dichoso el que, con vida intachable, camina en la voluntad del Señor. Dichoso el que, guardando sus preceptos, lo busca de todo corazón. Te busco de todo corazón, no consientas que me desvíe de tus mandamientos. En mi corazón escondo tus consignas, así no pecaré contra ti. Haz bien a tu siervo: viviré y cumpliré tus palabras. Ábreme los ojos, y contemplaré las maravillas de tu voluntad.


Salmo: 145, 7. 8-9a. 9bc-10. Que mantiene su fidelidad perpetuamente, que hace justicia a los oprimidos, que da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos. El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos. El Señor guarda a los peregrinos. Sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad.

Salmo: 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6. El Señor es mí pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. Preparas una mesa ante mi, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.

Salmo: 36, 3-4. 18 y 23. 27 y 29. Confía en el Señor y haz el bien, habita tu tierra y practica la lealtad; sea el Señor tu delicia, y él te dará lo que pide tu corazón. El Señor vela por los días de los buenos, y su herencia durará siempre. El Señor asegura los pasos del hombre, se complace en sus caminos. Apártate del mal y haz el bien, y siempre tendrás una casa; pero los justos poseen la tierra, la habitarán por siempre jamás.

Salmo: 23, 1-2. 3-4ab. 5-6. Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes: él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos. ¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos. Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación. Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

Salmo: 45, 2-3. 5-6. 8-9. Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, poderoso defensor en el peligro. Por eso no tememos aunque tiemble la tierra, y los montes se desplomen en el mar. El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada. Teniendo a Dios en medio, no vacila; Dios la socorre al despuntar la aurora. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob. Venid a ver las obras del Señor, las maravillas que hace en la tierra: pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe.

Salmo: 111, 1-2. 5-6. 8a y 9. Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos. Su linaje será poderoso en la tierra, la descendencia del justo será bendita. Dichoso el que se apiada y presta, y administra rectamente sus asuntos. El justo jamás vacilará, su recuerdo será perpetuo. Su corazón está, seguro, sin temor. Reparte limosna a los pobres; su caridad es constante, sin falta, y alzará la frente con dignidad.

Salmo:121, 1-2. 4-5. ¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén. Allá suben las tribus, las tribus del Señor, según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David.

Salmo: 104, 2-3. 4-5. 6,7. Cantale al son de instrumentos, hablad de sus maravillas; gloriaos de su nombre santo, que se alegren los que buscan al Señor. Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro. Recordad las maravillas que hizo, sus prodigios, las sentencias de su boca. ¡Estirpe de Abrahán, su siervo; hijos de Jacob, su elegido! El Señor es nuestro Dios, él gobierna toda la tierra.


Salmo: 26, 1. 4. 13-14. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar? Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor, contemplando su templo. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor.

Salmo: 21, 26b-27. 28-30a. 31-32. Cumpliré mis votos delante de sus fieles. Los desvalidos comerán hasta saciarse, alabarán al Señor los que lo buscan: viva su corazón por siempre. Lo recordarán y volverán al Señor hasta de los confines del orbe; en su presencia se postrarán las familias de los pueblos. Porque del Señor es el reino, el gobierna a los pueblos. Ante él se postrarán las cenizas de la tumba. Mi descendencia le servirá, hablarán del Señor a la generación futura, contarán su justicia al pueblo que ha de nacer: todo lo que hizo el Señor.

Salmo: 130, 1. 2. 3. Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros; no pretendo grandezas que superan mi capacidad. Sino que acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre. Espera Israel en el Señor ahora y por siempre.

Salmo: 129, 1-2. 3-4. 5-6. 7. 8. Desde lo hondo a ti grito, Señor; Señor, escucha mi voz; estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica. Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir? Pero de ti procede el perdón, y así infundes respeto. Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra; mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora. Aguarde Israel al Señor, como el centinela la aurora; porque del Señor viene la misericordia la redención copiosa. Y él redimirá a Israel de todos sus delitos.

Salmo: 23, 1-2. 3-4ab. 5-6. Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes: él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos. ¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos. Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación. Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

Salmo:110,1-2. 3-4. 5-6. Doy gracias al Señor de todo corazón, en compañía de los rectos, en la asamblea. Grandes son las obras del Señor, dignas de estudio para los que las aman. Esplendor y belleza son su obra, su generosidad dura por siempre; ha hecho maravillas memorables, el Señor es piadoso y clemente. Él da alimento a sus fieles, recordando siempre su alianza; mostró a su pueblo la fuerza de su obra, dándoles la heredad de los gentiles.

Salmo: 143, 1. 2. 9-10. Bendito el Señor, mi Roca, que adiestra mis manos para el combate, mis dedos para la pelea. Mi bienhechor, mi alcázar, baluarte donde me pongo a salvo, mi escudo y mi refugio, que me somete los pueblos. Dios mío, te cantaré un cántico nuevo, tocaré para ti el arpa de diez cuerdas: para ti que das la victoria a los reyes, y salvas a David, tu siervo.

Salmo: 144, 10-11. 12-13ab. l3c:d-l4. Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas. Explicando tus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado. Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad. El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan.

Salmo: 18, 2-3. 4-5. El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos: el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra. Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje.

Salmo: 1, 1-2. 3. 4 y 6. Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin. No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal .

Salmo: 17, 2-3a. 3bc-4. 47 y 5lab. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza; Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador. Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte. Invoco al Señor de mi alabanza y quedo libre de mis enemigos. Viva el Señor, bendita sea mi Roca, sea ensalzado mi Dios y Salvador. Tú diste gran victoria a tu rey, tuviste misericordia de tu Ungido.

Salmo: 121, 1-2. 3-4a. 4b-5. ¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén. Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta. Allá suben las tribus, las tribus del Señor. Según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David.


Salmo: 23, 1-2. 3-4ab. 5-6. Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes: él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos. ¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos. Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación. Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob.


Salmo: 32, 1-2. 4-5. 11-12. 18-19. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos. Dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. Que la palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. Pero el plan del Señor subsiste por siempre, los proyectos de su corazón, de edad en edad. Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se escogió como heredad. Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre.

Salmo: Is 12, 2-3. 4bcd. 5-6. Él es mi Dios y Salvador: confiaré y no temeré, porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación. Y sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación. Dad gracias al Señor, invocad su nombre, contad a los pueblos sus hazañas, proclamad que su nombre es excelso. Tañed para el Señor, que hizo proezas, anunciadlas a toda la tierra; gritad jubilosos, habitantes de Sión: «Qué grande es en medio de ti el santo de Israel. »

Salmo: 84, 9ab-10. 11-12. 13-14. Voy a escuchar lo que dice el Señor: «Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos. » La salvación está ya cerca de sus fieles, y la gloria habitará en nuestra tierra. La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan; la fidelidad brota de la tierra, y la justicia mira desde el cielo. El Señor nos dará la lluvia, y nuestra tierra dará su fruto. La justicia marchará ante él, la salvación seguirá sus pasos.

Salmo:99,2. 3. 4. 5. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores. Sabed que el Señor es Dios: que él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño. Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con himnos, dándole gracias y bendiciendo su nombre. «El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades.»

Salmo:95, 1 y 3. 4-5. 7-8. 9-10a. Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra.95, 1 y 3. 4-5. 7-8. 9-10a y e R. Aclamad la gloria y el poder del Señor. Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, to Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. Porque es grande el Señor, y muy digno de alabanza, más temible que todos los dioses. Pues los dioses de los gentiles son apariencia, mientras que el Señor ha hecho el cielo. Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor, entrad en sus atrios trayéndole ofrendas. Postraos ante el Señor en el atrio sagrado, tiemble en su presencia la tierra toda; decid a los pueblos: «El Señor es rey, él gobierna a los pueblos rectamente.»

Salmo: 144, 10-11. 12-13ab. 17-18. Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas. Explicando tus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado. Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad. El Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones; cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente .

Salmo: 32, 1-2.4-5. 12-13. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos. Dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. Que la palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se escogió como heredad. El Señor mira desde el cielo, se fija en todos los hombres.

Salmo:97, 1. 2-3ab. 3cd-4. 5-6. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclamad al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. Tañed la cítara para el Señor, suenen los instrumentos: con clarines y al son de trompetas, aclamad al Rey y Señor.

Salmo:88, 2-3. 6-7. 8-9. 16-17. 18-19. Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré tu fidelidad por todas las edades. Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno, más que el cielo has afianzado tu fidelidad. El cielo proclama tus maravillas, Señor, y tu fidelidad, en la asamblea de los ángeles. ¿Quién sobre las nubes se compara a Dios? ¿Quién como el Señor entre los seres divinos? Dios es temible en el consejo de los ángeles, es grande y terrible para toda su corte. Señor de los ejércitos, ¿quién como tú? El poder y la fidelidad te rodean. Dichoso el pueblo que sabe aclamarte: caminará, oh Señor, a la luz de tu rostro; tu nombre es su gozo cada día, tu justicia es su orgullo. Porque tú eres su honor y su fuerza, y con tu favor realzas nuestro poder. Porque el Señor es nuestro escudo, y el Santo de Israel nuestro rey.


Salmo:118, 41. 43. 44. 45. 47. 48. Señor, que me alcance tu favor, tu salvación según tu promesa. No quites de mi boca las palabras sinceras, porque yo espero en tus mandamientos. Cumpliré sin cesar tu voluntad, por siempre jamás. Andaré por un camino ancho, buscando tus decretos. Serán mi delicia tus mandatos, que tanto amo. Levantaré mis manos hacia ti recitando tus mandatos.

Salmo:112, 1-2. 3-4. 5-7. Alabad, siervos del Señor, alabad el nombre del Señor. Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor. El Señor se eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre los cielos. ¿Quién como el Señor, Dios nuestro, que se eleva en su trono y se abaja para mirar al cielo y a la tierra? Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre.

Salmo:22, 1-6. El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. Me gula por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. Preparas una mesa ante mi, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.


Salmo: 104, 2-3. 4-5. 6-7. Cantadle al son de instrumentos, hablad de sus maravillas; gloriaos de su nombre santo, que se alegren los que buscan al Señor. Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro. Recordad las maravillas que hizo, sus prodigios, las sentencias de su boca. ¡Estirpe de Abrahán, su siervo; hijos de Jacob, su elegido! El Señor es nuestro Dios, él gobierna toda la tierra.


Salmo: 110, 1-2. 3-4. 5-6. Doy gracias al Señor de todo corazón, en compañía de los rectos, en la asamblea. Grandes son las obras del Señor, dignas de estudio para los que las aman. Esplendor y belleza son su obra, su generosidad, dura por siempre; ha hecho maravillas memorables, el Señor es piadoso y clemente. Él da alimento a sus fieles, recordando siempre su alianza; mostró a su pueblo la fuerza de su obrar, dándoles la heredad de los gentiles.

Salmo: Lc 1, 69-70.71-72.73-75. Nos ha suscitado una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza. Y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días .


Salmo: 116, 1. 2. Alabad al Señor, todas las naciones, aclamadlo, todos los pueblos Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre .

Salmo: 116, 1. 2. Alabad al Señor, todas las naciones, aclamadlo, todos los pueblos. Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre .

Salmo: 1 Cro 29, 10. 11 abc. 11 d- l2a. 12bcd. Bendito eres, Señor, Dios de nuestro padre Israel, por los siglos de los siglos. Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder, la gloria, el esplendor, la majestad, porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra. Tú eres rey y soberano de todo. De ti viene la riqueza y la gloria. Tú eres Señor del universo, en tu mano está el poder y la fuerza, tú engrandeces y confortas a todos .

Salmo: 79, 9 y 12. 13-14. 15-16. 19-20. Sacaste una vid de Egipto, expulsaste a los gentiles, y la trasplantaste. Extendió sus sarmientos hasta el mar, y sus brotes hasta el Gran Río. ¿Por qué has derribado su cerca para que la saqueen los viandantes, la pisoteen los jabalíes y se la coman las alimañas? Dios de los ejércitos, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó. y que tú hiciste vigorosa. No nos alejaremos de ti: danos vida, para que invoquemos tu nombre. Señor, Dios de los ejércitos, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.

Salmo: 118, 66. 71. 75. 91. 125. 130. Enséñame a gustar y a comprender, porque me fío de tus mandatos. Me estuvo bien el sufrir, así aprendí tus mandamientos. Reconozco, Señor, que tus mandamientos son justos, que con razón me hiciste sufrir. Por tu mandamiento subsisten hasta hoy, porque todo está a tu servicio. Yo soy tu siervo: dame inteligencia, y conoceré tus preceptos. La explicación de tus palabras ilumina, da inteligencia a los ignorantes.

Sslmo: 138, 1-3. 7-8. 9-10. 13-14ab. Señor, tú me sondeas y me conoces; me conoces cuando me siento o me levanto, de lejos penetras mis pensamientos; distingues mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares. ¿Adónde iré lejos de tu aliento, adónde escaparé de tu mirada? Si escalo el cielo, allí estás tú; si me acuesto en el abismo, allí te encuentro. Si vuelo hasta el margen de la aurora, si emigro hasta el confín del mar, allí me alcanzará tu izquierda, me agarrará tu derecha. Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno. Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente, porque son admirables tus obras.


Salmo: 26, 7-8a. 8b-9abc. 13-14. Escúchame, Señor, que te llamo; ten piedad, respóndeme. Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro.» Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro. No rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio; no me deseches. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor.

Salmo: 87, l0bc-ll. 12-13. 14-15. Todo el día te estoy invocando, tendiendo las manos hacia ti. ¿Harás tú maravillas por los muertos? ¿Se alzarán las sombras para darte gracias? ¿Se anuncia en el sepulcro tu misericordia, o tu fidelidad en el reino de la muerte? ¿Se conocen tus maravillas en la tiniebla, o tu justicia en el país del olvido? Pero yo te pido auxilio, por la mañana irá a tu encuentro mi súplica. ¿Por qué, Señor, me rechazas y me escondes tu rostro?

Salmo: 87, 2-3. 4-5. 6. 7-8. Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia; llegue hasta ti mi súplica, inclina tu oído a mi clamor. Porque mi alma está colmada de desdichas, y mi vida está al borde del abismo; ya me cuentan con los que bajan a la fosa, soy como un inválido. Tengo mi cama entre los muertos, como los caídos que yacen en el sepulcro, de los cuales ya no guardas memoria, porque fueron arrancados de tu mano. Me has colocado en lo hondo de la fosa, en las tinieblas del fondo; tu cólera pesa sobre mi, me echas encima todas tus olas.

Salmo: 137, 1-2a. 2b-3. 4-5. 7c-8. Te doy gracias, Señor, de todo corazón; delante de los ángeles tañeré para ti, me postraré hacia tu santuario. Daré gracias a tu nombre: por tu misericordia y tu lealtad, porque tu promesa supera a tu fama; cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma. Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra, al escuchar el oráculo de tu boca; canten los caminos del Señor, porque la gloria del Señor es grande.

Salmo: 24, 4bc-5. 6-7. 8-9. Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador, y todo el día te estoy esperando. Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas; no te acuerdes de los pecados ni de las maldades de mi juventud; acuérdate de mi con misericordia, por tu bondad, Señor. El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes.

Salmo: 89, 3-4. 5-6. 12-13. 14 y 17. Tú reduces el hombre a polvo, diciendo: «Retornad, hijos de Adán.» Mil años en tu presencia son un ayer, que pasó; una vela nocturna. Los siembras año por año, como hierba que se renueva: que florece y se renueva por la mañana, y por la tarde la siegan y se seca. Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato. Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo? Ten compasión de tus siervos. Por la mañana sácianos de tu misericordia, y toda nuestra vida será alegría y júbilo. Baje a nosotros la bondad del Señor y haga prósperas las obras de nuestras manos.


Salmo: 89, 3-4. 5-6. 12-13. 14 y 17. Tú reduces el hombre a polvo, diciendo: «Retornad, hijos de Adán.» Mil años en tu presencia son un ayer, que pasó; una vela nocturna. Los siembras año por año, como hierba que se renueva: que florece y se renueva por la mañana, y por la tarde la siegan y se seca. Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato. Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo? Ten compasión de tus siervos. Por la mañana sácianos de tu misericordia, y toda nuestra vida será alegría y júbilo. Baje a nosotros la bondad del Señor y haga prósperas las obras de nuestras manos.

Salmo: 118, 29. 72. 89. 101. 104. 163. Apártame del camino falso, y dame la gracia de tu voluntad. Más estimo yo los preceptos de tu boca que miles de monedas de oro y plata. Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo. Aparto mi pie de toda senda mala, para guardar tu palabra. Considero tus decretos, y odio el camino de la mentira. Detesto y aborrezco la mentira, y amo tu voluntad.


Salmo: 118, 1. 27. 30. 34. 35. 44. Dichoso el que, con vida intachable, camina en la voluntad del Señor. Instrúyeme en el camino de tus decretos, y meditaré tus maravillas. Escogí el camino verdadero, deseé tus mandamientos. Enséñame a cumplir tu voluntad y a guardarla de todo corazón. Guíame por la senda de tus mandatos, porque ella es mi gozo. Cumpliré sin cesar tu voluntad, por siempre jamás.

Salmo: 14, 2-3ab. 3cd-4ab. 5. El que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua. El que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino, el que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor. El que no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente. El que así obra nunca fallará.

Salmo: 144,2-3.8-9.17-18. Día tras día, te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás. Grande es el Señor, merece toda alabanza, es incalculable su grandeza. El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. El Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones; cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente .


Salmo: 55, 10. 11-12. 13-14. Que retrocedan mis enemigos cuando te invoco, y así sabré que eres mi Dios. En Dios, cuya promesa alabo, en el Señor, cuya promesa alabo, en Dios confío y no temo; ¿qué podrá hacerme un hombre? Te debo, Dios mío, los votos que hice, los cumpliré con acción de gracias; porque libraste mi alma de la muerte, mis pies de la caída; para que camine en presencia de Dios a la luz de la vida .

Salmo: 16, 1. 6-7. 8 y 15. Señor, escucha mi apelación, atiende a mis clamores, presta oído a mi súplica, que en mis labios no hay engaño. Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío; inclina el oído y escucha mis palabras. Muestra las maravillas de tu misericordia, tú que salvas de los adversarios a quien se refugia a tu derecha. Guárdame como a las niñas de tus ojos, a la sombra de tus alas escóndeme. Pero yo con mi apelación vengo a tu presencia, y al despertar me saciaré de tu semblante.

Salmo: 32,2-3.4-5. 12 y 22. Dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas; cantadle un cántico nuevo, acompañando los vítores con bordones. Que la palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se escogió como heredad. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.


Salmo: 32,2-3.4-5. 12 y 22. Dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas; cantadle un cántico nuevo, acompañando los vítores con bordones. Que la palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se escogió como heredad. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.


Salmo: 99, 2. 3. 4. 5. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores. Sabed que el Señor es Dios: que él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño. Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con himnos, dándole gracias y bendiciendo su nombre. «El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades.»

Salmo:30, 2-3a. 3b-4. 5-6. 15-16. 20. A ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado; tú, que eres justo, ponme a salvo, inclina tu oído hacia mí. Ven aprisa a librarme, sé la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve, tú que eres mi roca y mi baluarte; por tu nombre dirígeme y guíame. Sácame de la red que me han tendido, porque tú eres mi amparo. A tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás. Pero yo confío en ti, Señor, te digo: «Tú eres mi Dios.» En tu mano están mis azares: líbrame de los enemigos que me persiguen. Qué bondad tan grande, Señor, reservas para tus fieles, y concedes a los que a ti se acogen a la vista de todos.

Salmo: 77, 1-2. 34-35. 36-37. 38. Escucha, pueblo mío, mi enseñanza, inclina el oído a las palabras de mi boca: que voy a abrir mi boca a las sentencias, para que broten los enigmas del pasado. Cuando los hacía morir, lo buscaban, y madrugaban para volverse hacia Dios; se acordaban de que Dios era su roca, el Dios Altísimo su redentor. Lo adulaban con sus bocas, pero sus lenguas mentían: su corazón no era sincero con él, ni eran fieles a su alianza. Él, en cambio, sentía lástima, perdonaba la culpa y no los destruía: una y otra vez reprimió su cólera, y no despertaba todo su furor.

Salmo: 115, 12-13. 17-18. ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación, invocando su nombre. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo.

Salmo: 83, 3. 4. 5-6. 12. Mí alma se consume y anhela los atrios del Señor, mi corazón y mi carne retozan por el Dios vivo. Hasta el gorrión ha encontrado una casa; la golondrina, un nido donde colocar sus polluelos: tus altares, Señor de los ejércitos, Rey mío y Dios mío. Dichosos los que viven en tu casa, alabándote siempre. Dichosos los que encuentran en ti su fuerza al preparar su peregrinación. Porque el Señor es sol y escudo, él da la gracia y la gloria; el Señor no niega sus bienes a los de conducta intachable.

Salmo: 138, 1-3. 13-14ab. 23-24. Señor, tú me sondeas y me conoces; me conoces cuando me siento o me levanto, de lejos penetras mis pensamientos; distingues mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares. Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno. Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente, porque son admirables tus obras. Señor, sondéame y conoce mi corazón, ponme a prueba y conoce mis sentimientos, mira si mi camino se desvía, guíame por el camino eterno.


Salmo: 44, 11-12. 14-15. 16-17. Escucha, hija, mira: inclina el oído, olvida tu pueblo y la casa paterna; prendado está el rey de tu belleza: póstrate ante él, que él es tu Señor. Ya entra la princesa, bellísima, vestida de perlas y brocado; la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes, la siguen sus compañeras. Las traen entre alegría y algazara, van entrando en el palacio real. "A cambio de tus padres, tendrás hijos, que nombrarás príncipes por toda la tierra."

Salmo: 149, 1-2. 3-4. 5-6a y 9b. Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey. Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes. Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca; es un honor para todos sus fieles.

Salmo: 12, 6ab. 6cd. Porque yo confío en tu misericordia: alegra mi corazón con tu auxilio. Y cantaré al Señor por el bien que me ha hecho.

Salmo: 94, 1-2. 6-7. 8-9. Venid, aclamemos al Señor, demos vitores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masa en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras.»

Salmo: 144, 17-18. 19-20. 21. El Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones; cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente. Satisface los deseos de sus fieles, escucha sus gritos, y los salva. El Señor guarda a los que lo aman, pero destruye a los malvados. Pronuncie mi boca la alabanza del Señor, todo viviente bendiga su santo nombre por siempre jamás.


Salmo: 36, 3-4. 5-6. 27-28. 39-40. Confía en el Señor y haz el bien, habita tu tierra y practica la lealtad; sea el Señor tu delicia, y él te dará lo que pide tu corazón. Encomienda tu camino al Señor, confía en él, y él actuará: hará tu justicia como el amanecer, tu derecho como el mediodía. Apártate del mal y haz el bien, y siempre tendrás una casa; porque el Señor ama la justicia y no abandona a sus fieles. El Señor es quien salva a los justos, él es su alcázar en el peligro; el Señor los protege y los libra, los libra de los malvados y los salva porque se acogen a él .


Salmo: 23, 1-2. 3-4ab. 5-6. Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes: él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos. ¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos. Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación. Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob .


Salmo: 32, 12-13. 14-15. 20-21. Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se escogió como heredad. El Señor mira desde el cielo, se fija en todos los hombres. Desde su morada observa a todos los habitantes de la tierra: él modeló cada corazón, y comprende todas sus acciones. Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo; con él se alegra nuestro corazón, en su santo nombre confiamos .

Salmo: 144, 8-9. 10-11. 12-13ab. 13cd-14. El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas. Explicando tus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado. Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad. El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan .


Salmo: 118, 97. 98. 99. 100. 101. 102. ¡Cuánto amo tu voluntad: todo el día estoy meditando. Tu mandato me hace más sabio que mis enemigos, siempre me acompaña. Soy más docto que todos mis maestros, porque medito tus preceptos. Soy más sagaz que los ancianos, porque cumplo tus leyes. Aparto mi pie de toda senda mala, para guardar tu palabra. No me aparto de tus mandamientos, porque tú me has instruido.

Salmo: 62, 2. 3-4. 5-6. 8-9. Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua. ¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios. Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré como de enjundia y de manteca, y mis labios te alabarán jubilosos. Porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene.

Salmo: 32, 12-13. 18-19. 20-21. Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se escogió como heredad. El Señor mira desde el cielo, se fija en todos los hombres. Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre. Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo; con él se alegra nuestro corazón, en su santo nombre confiamos.

Salmo: 70, 1-2. 3-4a. 5-6ab. l5ab y 17. A ti, Señor, me acojo: no quede yo derrotado para siempre; tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo, inclina a mí tu oído, y sálvame. Sé tu mi roca de refugio, el alcázar donde me salve, porque mi peña y mi alcázar eres tú, Dios mío, líbrame de la mano perversa. Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza y mi confianza, Señor, desde mi juventud. En el vientre materno ya me apoyaba en ti, en el seno tú me sostenías. Mi boca contará tu auxilio, y todo el día tu salvación. Dios mío, me instruiste desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas.

Salmo: 144, 2-3. 4-5. 6-7. Día tras día, te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás. Grande es el Señor, merece toda alabanza, es incalculable su grandeza. Una generación pondera tus obras a la otra, y le cuenta tus hazañas. Alaban ellos la gloria de tu majestad, y yo repito tus maravillas. Encarecen ellos tus temibles proezas, y yo narro tus grandes acciones; difunden la memoria de tu inmensa bondad, y aclaman tus victorias.

Salmo: 127, 1-2. 4-5. Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien. Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida.

Salmo: 95, 10. 11-12a. 12b-1. Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él afianzó el orbe, y no se moverá; él gobierna a los pueblos rectamente.» Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena; vitoreen los campos y cuanto hay en ellos. Aclamen los árboles del bosque, delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra: regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad.

Salmo: 95, 1-2a. 2b-3. 4-5. Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre. Proclamad día tras día su victoria. Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. Porque es grande el Señor, y muy digno de alabanza, más temible que todos los dioses. Pues los dioses de los gentiles son apariencia, mientras que el Señor ha hecho el ciclo.

Salmo: 137, 1-2a. 2bc-3. 6. Te doy gracias, Señor, de todo corazón; delante de los ángeles tañeré para ti, me postraré hacia tu santuario, daré gracias a tu nombre. Por tu misericordia y tu lealtad, porque tu promesa supera a tu fama; cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma. El Señor es sublime, se fija en el humilde y de lejos conoce al soberbio. Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos.

Salmo: 84, 9ab-10- 11-12. 13-14. Voy a escuchar lo que dice el Señor: «Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos. » La salvación está ya cerca de sus fieles, y la gloria habitará en nuestra tierra. La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan; la fidelidad brota de la tierra, y la justicia mira desde el cielo. El Señor nos dará la lluvia, y nuestra tierra dará su fruto. La justicia marchará ante él, la salvación seguirá sus pasos.

Salmo:106, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9. Que lo confiesen los redimidos por el Señor, los que él rescató de la mano del enemigo, los que reunió de todos los países: norte y sur, oriente y occidente. Erraban por un desierto solitario, no encontraban el camino de ciudad habitada; pasaban hambre y sed, se les iba agotando la vida. Pero gritaron al Señor en su angustia, y los arrancó de la tribulación. Los guió por un camino derecho, para que llegaran a ciudad habitada. Den gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres. Calmó el ansia de los sedientos, y a los hambrientos los colmó de bienes.


Salmo: 50, 12-13. 14-15. 18-19. Oh Dios, crea en mi un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso: enseñaré a los malvados tus caminos, los pecadores volverán a ti. Los sacrificios no te satisfacen: si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias.

Salmo: 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6. El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.


Salmo:Dt 32, 26-27ab. 27cd-28. 30. 35cd-36ab. Yo pensaba: «Voy a dispersarlos y a borrar su memoria entre los hombres.» Pero no; que temo la jactancia del enemigo y la mala interpretación del adversario. Que diría: «Nuestra mano ha vencido, no es el Señor quien lo ha hecho. » Porque son una nación que ha perdido el juicio. ¿Cómo es que uno persigue a mil, y dos ponen en fuga a diez mil? ¿No es porque su Roca los ha vendido, porque el Señor los ha entregado? El día de su perdición se acerca, y su suerte se apresura. Porque el Señor defenderá a su pueblo y tendrá compasión de sus siervos.

Salmo: Dt 32, 18-19. 20. 21. Despreciaste a la Roca que te engendró, y olvidaste al Dios que te dio a luz. Lo vio el Señor, e irritado rechazó a sus hijos e hijas. Pensando: «Les esconderé mi rostro y veré en qué acaban, porque son una generación depravada, unos hijos desleales.» «Ellos me han dado celos con un dios ilusorio, me han irritado con ídolos vacíos; pues yo les daré celos con un pueblo ilusorio, los irritaré con una nación fatua.»

Salmo: 66, 2-3. 5. 6 y 8. El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros; conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación. Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe.

Salmo: 50, 12-13. 14-15. 18-19. Oh Dios, crea en mi un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso: enseñaré a los malvados tus caminos, los pecadores volverán a ti. Los sacrificios no te satisfacen: si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias .

Salmo: 44, l0bc. 11-12ab. 16. Hijas de reyes salen a tu encuentro, de pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir. Escucha, hija, mira: inclina el oído, olvida tu pueblo y la casa paterna; prendado está el rey de tu belleza: póstrate ante él, que él es tu señor. Las traen entre alegría y algazara, van entrando en el palacio real.

Salmo: 77, 56-57. 58-59. 61-62. Tentaron al Dios Altísimo y se rebelaron, negándose a guardar sus preceptos; desertaron y traicionaron como sus padres, fallaron como un arco engañoso. Con sus altozanos lo irritaban, con sus ídolos provocaban sus celos. Dios lo oyó y se indignó, y rechazó totalmente a Israel. Abandonó sus valientes al cautiverio, su orgullo a las manos enemigas; entregó su pueblo a la espada, encolerizado contra su heredad.

Salmo: 112, 1-2. 3-4. 5-6. Alabad, siervos del Señor, alabad el nombre del Señor. Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor. El Señor se eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre el cielo. ¿Quién como el Señor, Dios nuestro, que se eleva en su trono y se abaja para mirar al cielo y a la tierra?

Salmo:118,14.24.72.103.111. 131. Mi alegría es el camino de tus preceptos, más que todas las riquezas. Tus preceptos son mi delicia, tus decretos son mis consejeros. Más estimo yo los preceptos de tu boca que miles de monedas de oro y plata . ¡Qué dulce al paladar tu promesa: más que miel en la boca! Tus preceptos son mi herencia perpetua, la alegría de mi corazón. Abro la boca y respiro, ansiando tus mandamientos.

Salmo: 148, 1-2. 11-12. 13. 14. Alabad al Señor en el cielo, alabad al Señor en lo alto. Alabadlo, todos sus ángeles; alabadlo, todos sus ejércitos. Reyes y pueblos del orbe, príncipes y jefes del mundo, los jóvenes y también las doncellas, los viejos junto con los niños. Alaben el nombre del Señor, el único nombre sublime. Su majestad sobre el cielo y la tierra. Él acrece el vigor de su pueblo. Alabanza de todos sus fieles, de Israel, su pueblo escogido.

Salmo: 84, 9ab-10. 11-12. 13-14. Voy a escuchar lo que dice el Señor: «Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos.» La salvación está ya cerca de sus fieles, y la gloria habitará en nuestra tierra. La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan; la fidelidad brota de la tierra, y la justicia mira desde el cielo. El Señor nos dará la lluvia, y nuestra tierra dará su fruto. La justicia marchará ante él, la salvación seguirá sus pasos.

Salmo:9(9A),8-9.10-11.12-13. Pero el Señor reina para siempre y establece su trono para el juicio. él gobierna al mundo con justicia y juzga con rectitud a las naciones. El Señor es un baluarte para el oprimido, un baluarte en los momentos de peligro. ¡Confíen en ti los que veneran tu Nombre, porque tú no abandonas a los que te buscan! Canten al Señor, que reina en Sión, proclamen entre los pueblos sus proezas. Porque él pide cuenta de la sangre, se acuerda de los pobres y no olvida su clamor.

Salmo: Dt 32, 35cd-36ab. 39abcd. 41. El día de su perdición se acerca y su suerte se apresura, porque el Señor defenderá a su pueblo y tendrá compasión de sus siervos. Pero ahora mirad: yo soy yo, y no hay otro fuera de mí; yo doy la muerte y la vida, yo desgarro y yo curo. Cuando afile el relámpago de mi espada y tome en mi mano la justicia haré venganza del enemigo y daré su paga al adversario.

Salmo: 50, 12-13. 14-15. 18-19. Oh Dios, crea en mí un corazón puro renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso: enseñaré a los malvados tus caminos, los pecadores volverán a ti. Los sacrificios no te satisfacen: si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias.

Salmo: 96, 1-2. 5-6. 9. El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables. Tiniebla y nube lo rodean, justicia y derecho sostienen su trono. Los montes se derriten como cera ante el dueño de toda la tierra; los cielos pregonan su justicia, y todos los pueblos contemplan su gloria. Porque tú eres, Señor, altísimo sobre toda la tierra, encumbrado sobre todos los dioses.

Salmo: 101, 16-18. 19-21. 29 y 22-23. Los gentiles temerán tu nombre, los reyes del mundo, tu gloria. Cuando el Señor reconstruya Sión, y aparezca su gloria, y se vuelva a las súplicas de los indefensos, no desprecie sus peticiones. Quede esto escrito para la generación futura, y el pueblo que será creado alabará al Señor. Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario, desde el cielo se ha fijado en la tierra, para escuchar los gemidos de los cautivos y librar a los condenados a muerte. Los hijos de tus siervos vivirán seguros, su linaje durará en tu presencia. Para anunciar en Sión el nombre del Señor, y su alabanza en Jerusalén, cuando se reúnan unánimes los pueblos y los reyes para dar culto al Señor.

Salmo:119(118),29.43.79.80.95.102. Apártame del camino de la mentira, y dame la gracia de conocer tu ley. No quites de mi boca la palabra verdadera, porque puse mi esperanza en tus juicios. Que se vuelvan hacia mí tus fieles; los que tienen en cuenta tus prescripciones. Que mi corazón cumpla íntegramente tus preceptos, para que yo no quede confundido. Los malvados están al acecho para perderme, pero yo estoy atento a tus prescripciones. No me separo de tus juicios, porque eres tú el que me enseñas.

Salmo:145(144),8-9.15-16.17-18. El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; el Señor es bueno con todos y tiene compasión de todas sus criaturas. Los ojos de todos esperan en ti, y tú les das la comida a su tiempo; abres tu mano y colmas de favores a todos los vivientes. El Señor es justo en todos sus caminos y bondadoso en todas sus acciones; está cerca de aquellos que lo invocan, de aquellos que lo invocan de verdad

Salmo:69(68),15-16.30-31.33-34. Sácame del lodo para que no me hunda, líbrame de los que me odian y de las aguas profundas; que no me arrastre la corriente, que no me trague el Abismo, que el Pozo no se cierre sobre mí. Yo soy un pobre desdichado, Dios mío, que tu ayuda me proteja: así alabaré con cantos el nombre de Dios, y proclamaré su grandeza dando gracias; Que lo vean los humildes y se alegren, que vivan los que buscan al Señor: porque el Señor escucha a los pobres y no desprecia a sus cautivos.

Salmo: 68. Más que los pelos de mi cabeza son los que me odian sin razón; más duros que mis huesos, los que me atacan injustamente. ¿Es que voy a devolver lo que no he robado? . Por ti he aguantado afrentas, la vergüenza cubrió mi rostro. Soy un extraño para mis hermanos, un extranjero para los hijos de mi madre; porque me devora el celo de tu templo, y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí. Pero mi oración se dirige a ti, Dios mío, el día de tu favor; que me escuche tu gran bondad, que tu fidelidad me ayude.

Salmo: 145, lb-2. 3-4. 5-6. Alaba, alma mía, al Señor: alabaré al Señor mientras viva, tañeré para mi Dios mientras exista. No confiéis en los príncipes, seres de polvo que no pueden salvar; exhalan el espíritu y vuelven al polvo, ese día perecen sus planes. Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob, el que espera en el Señor, su Dios, que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en él.

Salmo: 58, 2-3. 4-5a. 10-11. 17. 18. Líbrame de mi enemigo, Dios mío; protégeme de mis agresores, líbrame de los malhechores, sálvame de los hombres sanguinarios. Mira que me están acechando, y me acosan los poderosos: sin que yo haya pecado ni faltado, Señor, sin culpa mía, avanzan para acometerme. Estoy velando contigo, fuerza mía, porque tú, oh Dios, eres mi alcázar; que tu favor se adelante, olí Dios, y me haga ver la derrota del enemigo. Pero yo cantaré tu fuerza, por la mañana aclamaré tu misericordia; porque has sido mi alcázar y mi refugio en el peligro. Y tañeré en tu honor, fuerza mía, porque tú, oh Dios, eres mi alcázar.

Salmo: 78, 8. 9. 11 y 13. No recuerdes contra nosotros las culpas de nuestros padres; que tu compasión nos alcance pronto, pues estamos agotados. Socórrenos, Dios, salvador nuestro, por el honor de tu nombre; líbranos y perdona nuestros pecados a causa de tu nombre. Llegue a tu presencia el gemido del cautivo: con tu brazo poderoso, salva a los condenados a muerte. Mientras, nosotros, pueblo tuyo, ovejas de tu rebaño, te daremos gracias siempre, contaremos tus alabanzas de generación en generación.

Salmo: Dt 32, 18-19. 20. 21. Despreciaste a la Roca que te engendró, y olvidaste al Dios que te dio a luz. Lo vio el Señor, e irritado rechazó a sus hijos e hijas. Pensando: «Les esconderé mi rostro y veré en qué acaban, porque son una generación depravada, unos hijos desleales.» «Ellos me han dado celos con un dios ilusorio, me han irritado con ídolos vacíos; pues yo les daré celos con un pueblo ilusorio, los irritaré con una nación fatua.»

Salmo: 118, 57 y 72. 76-77. 127-128. 129-130. Mi porción es el Señor; he resuelto guardar tus palabras. Más estimo yo los preceptos de tu boca que miles de monedas de oro y plata. Que tu bondad me consuele, según la promesa hecha a tu siervo; cuando me alcance tu compasión, viviré, y mis delicias serán tu voluntad. Yo amo tus mandatos más que el oro purísimo; por eso aprecio tus decretos y detesto el camino de la mentira. Tus preceptos son admirables, por eso los guarda mi alma; la explicación de tus palabras ilumina, da inteligencia a los ignorantes.

Salmo: 83, 3. 4. 5-6a y 8a. 11. Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor, mi corazón y mi carne retozan por el Dios vivo. Hasta el gorrión ha encontrado una casa; y la golondrina, un nido donde colocar sus polluelos: tus altares, Señor de los ejércitos, Rey mío y Dios mío. Dichosos los que viven en tu casa, alabándote siempre. Dichosos los que encuentran en ti su fuerza; caminan de baluarte en baluarte. Vale más un día en tus atrios que mil en mi casa, y prefiero el umbral de la casa de Dios a vivir con los malvados.

Salmo: 66, 2-3. 5. 7-8. El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros; conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación. Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra. La tierra ha dado su fruto, nos bendice el Señor, nuestro Dios. Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe.

Salmo: 35, 6-7ab. 8-9. 10-11. Señor, tu misericordia llega al cielo, tu fidelidad hasta las nubes; tu justicia hasta las altas cordilleras, tus sentencias son como el océano inmenso. ¡Qué inapreciable es tu misericordia, oh Dios!, los humanos se acogen a la sombra de tus alas; se nutren de lo sabroso de tu casa, les das a beber del torrente de tus delicias. Porque en ti está la fuente viva, y tu luz nos hace ver la luz. Prolonga tu misericordia con los que te reconocer tu justicia con los rectos de corazón.

Salmo: 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9. 10-11. Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias. Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias. El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege. Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él. Todos sus santos, temed al Señor, porque nada les falta a los que le temen; los ricos empobrecen y pasan hambre, los que buscan al Señor no carecen de nada.

Salmo: 84, 2-4. 5-6. 7-8. Señor, has sido bueno con tu tierra, has restaurado la suerte de Jacob, has perdonado la culpa de tu pueblo, has sepultado todos sus pecados, has reprimido tu cólera, has frenado el incendio de tu ira. Restáuranos, Dios salvador nuestro; cesa en tu rencor contra nosotros. ¿Vas a estar siempre enojado, o a prolongar tu ira de edad en edad? ¿No vas a devolvernos la vida, para que tu pueblo se alegre contigo? Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.

Salmo: 49, 5-6. 8-9. 16bc-17. 21 y 23. «Congregadme a mis fieles, que sellaron mi pacto con un sacrificio.» Proclame el cielo su justicia; Dios en persona va a juzgar. «No te reprocho tus sacrificios, pues siempre están tus holocaustos ante mi. Pero no aceptaré un becerro de tu casa, ni un cabrito de tus rebaños.» «¿Por qué recitas mis preceptos y tienes siempre en la boca mi alianza, tú que detestas mi enseñanza y te echas a la espalda mis mandatos? » «Esto haces, ¿y me voy a callar? ¿Crees que soy como tú? Te acusaré, te lo echaré en cara. El que me ofrece acción de gracias, ése me honra; al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.»

Salmo: 85, 5-6. 9-10. 15-16a. Tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia, con los que te invocan. Señor, escucha mi oración, atiende la voz de mi súplica. Todos los pueblos vendrán a postrarse en tu presencia, Señor; bendecirán tu nombre: «Grande eres tú, y haces maravillas; tú eres el único Dios. » Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad y leal, mírame, ten compasión de mí.

Salmo:9,22-23.24-25.28-29.35. ¿Por qué te quedas lejos, Señor, y te escondes en el momento del aprieto? La soberbia del impío oprime al infeliz y lo enreda en las intrigas que ha tramado. El malvado se gloría de su ambición, el codicioso blasfema y desprecia al Señor. El malvado dice con insolencia: «No hay Dios que me pida cuentas. » Su boca está llena de maldiciones, de engaños y de fraudes; su lengua encubre maldad y opresión; en el zaguán se sienta al acecho para matar a escondidas al inocente. Pero tú ves las penas y los trabajos, tú miras y los tomas en tus manos. A ti se encomienda el pobre, tú socorres al huérfano.

Salmo: Is 38, 10. 11. 12abcd. 16. Yo pensé: «En medio de mis días tengo que marchar hacia las puertas del abismo; me privan del resto de mis años.» Yo pensé: «Ya no veré más al Señor en la tierra de los vivos, ya no miraré a los hombres entre los habitantes del mundo.» «Levantan y enrollan mi vida como una tienda de pastores. Como un tejedor, devanaba yo mi vida, y me cortan la trama. » Los que Dios protege viven, y entre ellos vivirá mi espíritu; me has curado, me has hecho revivir.

Salmo: 101, 13-14 y 15.16-18. 19-21. Tú permaneces para siempre, y tu nombre de generación en generación. Levántate y ten misericordia de Sión, que ya es hora y tiempo de misericordia. Tus siervos aman sus piedras, se compadecen de sus ruinas. Los gentiles temerán tu nombre, los reyes del mundo, tu gloria. Cuando el Señor reconstruya Sión, y aparezca en su gloria, y se vuelva a las súplicas de los indefensos, y no desprecie sus peticiones. Quede esto escrito para la generación futura, y el pueblo que será creado alabará al Señor. Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario, desde el cielo se ha fijado en la tierra, para escuchar los gemidos de los cautivos y librar a los condenados a muerte.

Salmo: 93, 5-6. 7-8. 9-10. 14-15. Trituran, Señor, a tu pueblo, oprimen a tu heredad; asesinan a viudas y forasteros, degüellan a los huérfanos. Y comentan: «Dios no lo ve, el Dios de Jacob no se entera.» Enteraos, los más necios del pueblo, ignorantes, ¿cuándo discurriréis? El que plantó el oído ¿no va a oír?; el que formó el ojo ¿no va a ver?; el que educa a los pueblos ¿no va a castigar?; el que instruye al hombre ¿no va a saber? Porque el Señor no rechaza a su pueblo, ni abandona su heredad: el justo obtendrá su derecho, y un porvenir los rectos de corazón.

Salmo: 47, 2-3a. 3b-4. 5-6. 7-8. Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios, su monte santo, altura hermosa, alegría de toda la tierra. El monte Sión, vértice del cielo, ciudad del gran rey; entre sus palacios, Dios descuella como un alcázar. Mirad: los reyes se aliaron para atacarla juntos; pero, al verla, quedaron aterrados y huyeron despavoridos. Allí los agarró un temblor y dolores como de parto; como un viento del desierto, que destroza las naves de Tarsis.

Salmo: 49, 8-9. 16bc-17. 21 y 23. «No te reprocho tus sacrificios, pues siempre están tus holocaustos ante mí. Pero no aceptaré un becerro de tu casa, ni un cabrito de tus rebaños.» «¿Por qué recitas mis preceptos y tienes siempre en la boca mi alianza, tú que detestas mi enseñanza y te echas a la espalda mis mandatos? » «Esto haces, ¿y me voy a callar? ¿Crees que soy como tú? Te acusaré, te lo echaré en cara. El que me ofrece acción de gracias, ése me honra; al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.»


Salmo: 64, 10. 11. 12-13. 14. Tú cuidas de la tierra, la riegas y la enriqueces sin medida; la acequia de Dios va llena de agua, preparas los trigales. Riegas los surcos, igualas los terrones, tu llovizna los deja mullidos, bendices sus brotes. Coronas el año con tus bienes, tus carriles rezuman abundancia; rezuman los pastos del páramo, y las colinas se orlan de alegría. Las praderas se cubren de rebaños, y los valles se visten de mieses, que aclaman y cantan.

Salmo: 92, lab. 1c-2. 5. El Señor reina, vestido de majestad, el Señor, vestido y ceñido de poder. Así está firme el orbe y no vacila. Tu trono está firme desde siempre, y tú eres eterno. Tus mandatos son fieles y seguros; la santidad es el adorno de tu casa, Señor, por días sin término.

Salmo: 33, 2-3. 4 y 6. 9 y 12. 14-15. Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloria en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él. Venid, hijos, escuchadme: os instruiré en el temor del Señor. Guarda tu lengua del mal, tus labios de la falsedad; apártate del mal, obra el bien, busca la paz y corre tras ella.

Salmo: 79, 2ac y 3b. 15-16. Pastor de Israel, escucha, tú que te sientas sobre querubines, resplandece; despierta tu poder y ven a salvarnos. Dios de los ejércitos, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó, y que tú hiciste vigorosa.

Salmo: 104, 2-3. 4-5. 6-7. Cantadle al son de instrumentos, hablad de sus maravillas; gloriaos de su nombre santo, que se alegren los que buscan al Señor. Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro. Recordad las maravillas que hizo, sus prodigios, las sentencias de su boca. ¡Estirpe de Abrahán, su siervo; hijos de Jacob, su elegido! El Señor es nuestro Dios, él gobierna toda la tierra.

Salmo: 113B, 3-4. 5-6. 7ab-8. 9-1. Nuestro Dios está en el cielo, lo que quiere lo hace. Sus ídolos, en cambio, son plata y oro, hechura de manos humanas. Tienen boca, y no hablan; tienen ojos, y no ven; tienen orejas, y no oyen; tienen nariz, y no huelen. Tienen manos, y no tocan; tienen pies, y no andan. Que sean igual los que los hacen, cuantos confían en ellos. Israel confía en el Señor: él es su auxilio y su escudo. La casa de Aarón confía en el Señor: él es su auxilio y su escudo.

Salmo: 144, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9. Día tras día, te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás. Grande es el Señor, merece toda alabanza, es incalculable su grandeza. Una generación pondera tus obras a la otra, y le cuenta tus hazañas. Alaban ellos la gloria de tu majestad, y yo repito tus maravillas. Encarecen ellos tus temibles proezas, y yo narro tus grandes acciones; difunden la memoria de tu inmensa bondad, y aclaman tus victorias. El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas.

Salmo: 144, 1-2. 8-9. 10-11. 13cd-14. Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; bendeciré tu nombre por siempre jamás. Día tras día, te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás. El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas. El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan.


Salmo: 84, 9. 11-12. 13-14. Voy a escuchar lo que dice el Señor: «Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos y a los que se convierten de corazón.» La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan; la fidelidad brota de la tierra, y la justicia mira desde el cielo. El Señor nos dará la lluvia, y nuestra tierra dará su fruto. La justicia marchará ante él, la salvación seguirá sus pasos.

Salmo: 118, 2. 10. 20. 30. 40. 131. Dichoso el que, guardando sus preceptos, lo busca de todo corazón. Te busco de todo corazón, no consientas que me desvíe de tus mandamientos. Mi alma se consume, deseando continuamente tus mandamientos. Escogí el camino verdadero, deseé tus mandamientos. Mira cómo ansío tus decretos: dame vida con tu justicia. Abro la boca y respiro, ansiando tus mandamientos.

Salmo: 116, 1. 2. Alabad al Señor, todas las naciones, aclamadlo, todos los pueblos. Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre.

Salmo: 49, 7. 8-9. 10-11. 12-13. 16bc-17. «Escucha, pueblo mío, que voy a hablarte; Israel, voy a dar testimonio contra ti; - yo, Dios, tu Dios -.» «No te reprocho tus sacrificios, pues siempre están tus holocaustos ante mí. Pero no aceptaré un becerro de tu casa, ni un cabrito de tus rebaños.» «Pues las fieras de la selva son mías, y hay miles de bestias en mis montes; conozco todos los pájaros del cielo, tengo a mano cuanto se agita en los campos.» «Si tuviera hambre, no te lo diría: pues el orbe y cuanto lo llena es mío. ¿Comeré yo carne de toros, beberé sangre de cabritos?» «¿Por qué recitas mis preceptos y tienes siempre en la boca mi alianza, tú que detestas mi enseñanza y te echas a la espalda mis mandatos? »

Salmo: 5, 5-6. 7. 8. Tú no eres un Dios que ame la maldad, ni el malvado es tu huésped, ni el arrogante se mantiene en tu presencia. Detestas a los malhechores, destruyes a los mentirosos; al hombre sanguinario y traicionero lo aborrece el Señor. Pero yo, por tu gran bondad, entraré en tu casa, me postraré ante tu templo santo con toda reverencia.

Salmo: 49, 16bc-17. 18-19. 20-21. 22-23. «¿Por qué recitas mis preceptos y tienes siempre en la boca mi alianza, tú que detestas mi enseñanza y te echas a la espalda mis mandatos?» «Cuando ves un ladrón, corres con él; te mezclas con los adúlteros; sueltas tu lengua para el mal, tu boca urde el engaño.» «Te sientas a hablar contra tu hermano, deshonras al hijo de tu madre; esto haces, ¿y me voy a callar? ¿Crees que soy como tú? Te acusaré, te lo echaré en cara.» «Atención, los que olvidáis a Dios, no sea que os destroce sin remedio. El que me ofrece acción de gracias, ése me honra; al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.»

Salmo: 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9. Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias. Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias. El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege. Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él.

Salmo: 73, 1-2. 3-4. 5-7. 20-21. ¿Por qué, oh Dios, nos tienes siempre abandonados, y está ardiendo tu cólera contra las ovejas de tu rebaño? Acuérdate de la comunidad que adquiriste desde antiguo, de la tribu que rescataste para posesión tuya, del monte Sión donde pusiste tu morada. Dirige tus pasos a estas ruinas sin remedio; el enemigo ha arrasado del todo el santuario. Rugían los agresores en medio de tu asamblea, levantaron sus propios estandartes. En la entrada superior abatieron a hachazos el entramado; después, con martillos y mazas, destrozaron todas las esculturas. Prendieron fuego a tu santuario, derribaron y profanaron la morada de tu nombre. Piensa en tu alianza: que los rincones del país están llenos de violencias. Que el humilde no se marche defraudado, que pobres y afligidos alaben tu nombre.

Salmo:102, 1-2. 3-4. 6-7. 8 y 10. Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; el rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos; enseño sus caminos a Moisés y sus hazañas a los hijos de Israel. El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia. No nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas.

Salmo: 78, 1-2. 3-5. 8. 9. Dios mío, los gentiles han entrado en tu heredad, han profanado tu santo templo, han reducido Jerusalén a ruinas. Echaron los cadáveres de tus siervos en pasto a las aves del cielo, y la carne de tus fieles a las fieras de la tierra. Derramaron su sangre como agua en torno a Jerusalén, y nadie la enterraba. Fuimos el escarnio de nuestros vecinos, la irrisión y la burla de los que nos rodean. ¿Hasta cuándo, Señor? ¿Vas a estar siempre enojado? ¿Arderá como fuego tu cólera? No recuerdes contra nosotros las culpas de nuestros padres; que tu compasión nos alcance pronto, pues estamos agotados. Socórrenos, Dios, salvador nuestro, por el honor de tu nombre; líbranos y perdona nuestros pecados a causa de tu nombre.


Salmo: 118, 33. 34. 35. 36. 37. 40. Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes, y lo seguiré puntualmente. Enséñame a cumplir tu voluntad y a guardarla de todo corazón. Guíame por la senda de tus mandatos, porque ella es mi gozo. Inclina mi corazón a tus preceptos, y no al interés. Aparta mis ojos de las vanidades, dame vida con tu palabra. Mira cómo ansío tus decretos: dame vida con tu justicia.

Salmo:138, 1-3. 13-14. 15. Señor, tú me sondeas y me conoces; me conoces cuando me siento o me levanto, de lejos penetras mis pensamientos; distingues mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares. Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno. Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente, porque son admirables tus obras; conocías hasta el fondo de mi alma. No desconocías mis huesos, cuando, en lo oculto, me iba formando, y entretejiendo en lo profundo de la tierra.

Salmo: 59, 3. 4-5. 12-13. Oh Dios, nos rechazaste y rompiste nuestras filas estabas airado, pero restáuranos. Has sacudido y agrietado el país: repara sus grietas, que se desmorona. Hiciste sufrir un desastre a tu pueblo, dándole a beber un vino de vértigo. Tú, oh Dios, nos has rechazado y no sales ya con nuestras tropas. Auxílianos contra el enemigo, que la ayuda del hombre es inútil. Con Dios haremos proezas, él pisoteará a nuestros enemigos.


Salmo: 147, 12-13. 14-15. 19-20. Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sión: que ha reforzado los cerrojos de tus puertas, y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. Ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina. Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz. Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel; con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos.


Salmo:88,4-5.29-30.31-32.33-34. Sellé una alianza con mi elegido, jurando a David, mi siervo: «Te fundaré un linaje perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades.» «Le mantendré eternamente mi favor, y mi alianza con él será estable; le daré una posteridad perpetua y un trono duradero como el cielo.» «Si sus hijos abandonan mi ley y no siguen mis mandamientos, si profanan mis preceptos y no guardan mis mandatos.» «Castigaré con la vara sus pecados y a latigazos sus culpas; pero no les retiraré mi favor ni desmentiré mi fidelidad.»

Salmo:131, 11. 12. 13-14. 17-18. El Señor ha jurado a David una promesa que no retractará: «A uno de tu linaje pondré sobre tu trono.» «Si tus hijos guardan mi alianza y los mandatos que les enseño, también sus hijos, por siempre, se sentarán sobre tu trono.» Porque el Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella: «Ésta es mi mansión por siempre, aquí viviré porque la deseo.» «Haré germinar el vigor de David, enciendo una lámpara para mi Ungido. A sus enemigos los vestiré de ignominia, sobre él brillará mi diadema.»

Salmo:96, 1-2. 3-4. 5-6. 7. El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables. Tiniebla y nube lo rodean, justicia y derecho sostienen su trono. Delante de él avanza fuego, abrasando en torno a los enemigos; sus relámpagos deslumbran el orbe, y, viéndolos, la tierra se estremece. Los montes se derriten como cera ante el dueño de toda la tierra; los cielos pregonan su justicia, y todos los pueblos contemplan su gloria. Los que adoran estatuas se sonrojan, los que ponen su orgullo en los ídolos; ante él se postran todos los dioses.


Salmo: 30, 20. 21.24. Qué bondad tan grande, Señor, reservas para tus fieles, y concedes a los que a ti se acogen a la vista de todos. En el asilo de tu presencia los escondes de las conjuras humanas; los ocultas de tu tabernáculo, frente a las lenguas pendencieras. Amad al Señor, fieles suyos; el Señor guarda a sus leales, y a los soberbios les paga con creces.

Salmo: 50, 3-4. 5-6a. 11 y 16. Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces. Aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa. Líbrame de la sangre, oh Dios, Dios, Salvador mío, y cantará mi lengua tu justicia.

Salmo: 5,2-3.5-6.7. Señor, escucha mis palabras, atiende a mis gemidos, haz caso de mis gritos de auxilio, Rey mío y Dios mío. Tú no eres un Dios que ame la maldad, ni el malvado es tu huésped, ni el arrogante se mantiene en tu presencia. Detestas a los malhechores, destruyes a los mentirosos; al hombre sanguinario y traicionero lo aborrece el Señor.

Salmo: Dn 3,52-56. Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres, bendito tu nombre santo y glorioso. Bendito eres en el templo de tu santa gloria. Bendito eres sobre el trono de tu reino. Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos. Bendito eres en la bóveda del cielo.


Salmo: 15, 1-2a y 5. 7-8. 9-10. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.» El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano. Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena. Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.

Salmo: 4, 2-3. 4-5. 6bc-8. Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío; tú que en el aprieto me diste anchura, ten piedad de mi y escucha mi oración. Y vosotros, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor, amaréis la falsedad y buscaréis el engaño? Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi favor, y el Señor me escuchará cuando lo invoque. Temblad y no pequéis, reflexionad en el silencio de vuestro lecho. Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha, si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?» Pero tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría que si abundara en trigo y en vino.

Salmo: 39.6,7,8,9,10-11. Cuántas maravillas has hecho, Señor, Dios mío, cuántos planes en favor nuestro; nadie se te puede comparar. Intento proclamarlas, decirlas, pero superan todo número.  Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides sacrificio expiatorio. Entonces yo digo: «Aquí estoy, como está escrito en mi libro, para hacer tu voluntad.» Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas.  He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios; Señor, tú lo sabes. No he guardado en el pecho tu defensa, he contado tu fidelidad y tu salvación, no he negado tu misericordia y tu lealtad ante la gran asamblea.


Salmo: 97,1.2-3ab.3c-4.5-6. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. Tañed la citara para el Señor, suenen los instrumentos: con clarines y al son de trompetas, aclamad al Rey y Señor.

Salmo: 4.2,3,4,5,6-8. Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío; tú que en el aprieto me diste anchura, ten piedad de mí y escucha mi oración. Y vosotros, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor, amaréis la falsedad y buscaréis el engaño? Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi favor, y el Señor me escuchará cuando lo invoque. Temblad y no pequéis, reflexionad en el silencio de vuestro lecho. Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha, si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?» Pero tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría que si abundara en trigo y en vino.

Salmo: 120, 1-2. 3-4. 5-6. 7-8. Levanto mis ojos a los montes: ¿de dónde me vendrá el auxilio? El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. No permitirá que resbale tu pie, tu guardián no duerme; no duerme ni reposa el guardián de Israel. El Señor te guarda a su sombra, está a tu derecha; de día el sol no te hará daño, ni la luna de noche. El Señor te guarda de todo mal, él guarda tu alma; el Señor guarda tus entradas y salidas, ahora y por siempre.

Salmo:103, 1ab y 24ac. 29bc-30. 31 y 34. Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande eres! Cuántas son tus obras, Señor; la tierra está llena de tus criaturas. Les retiras el aliento, y expiran y vuelven a ser polvo; envías tu aliento, y los creas, y repueblas la faz de la tierra. Gloria a Dios para siempre, goce el Señor con sus obras. Que le sea agradable mi poema, y yo me alegraré con el Señor.

Salmo: 10,4.5.7. El Señor está en su templo santo, el Señor tiene su trono en el cielo; sus ojos están observando, sus pupilas examinan a los hombres. El Señor examina a inocentes y culpables, y al que ama la violencia él lo odia. Porque el Señor es justo y ama la justicia: los buenos verán su rostro.

Salmo: 102, 1-2. 11-12. 19-20ab. Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles; como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos. El Señor puso en el cielo su trono, su soberanía gobierna el universo. Bendecid al Señor, ángeles suyos, poderosos ejecutores de sus órdenes.

Salmo:15, 1-2 y 5. 7-8. 9-10. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.» El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano. Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena. Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha.

Salmo: 67, 29-30. 33-35a. 35b y 36. Oh Dios, despliega tu poder, tu poder, oh Dios, que actúa en favor nuestro. A tu templo de Jerusalén traigan los reyes su tributo. Reyes de la tierra, cantad a Dios, tocad para el Señor, que avanza por los cielos, los cielos antiquísimos, que lanza su voz, su voz poderosa: «Reconoced el poder de Dios.» Sobre Israel resplandece su majestad, y su poder, sobre las nubes. ¡Dios sea bendito!

Salmo: 67, 10-11. 20-21. Derramaste en tu heredad, oh Dios, una lluvia copiosa, aliviaste la tierra extenuada y tu rebaño habitó en la tierra que tu bondad, oh Dios, preparó para los pobres. Bendito el Señor cada día, Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvación. Nuestro Dios es un Dios que salva, el Señor Dios nos hace escapar de la muerte.

Salmo: 67, 2-3. 4-5ac. 6-7ab. Se levanta Dios, y se dispersan sus enemigos, huyen de su presencia los que lo odian; como el humo se disipa, se disipan ellos; como se derrite la cera ante el fuego, así perecen los impíos ante Dios. En cambio, los justos se alegran, gozan en la presencia de Dios, rebosando de alegría. Cantad a Dios, tocad en su honor, su nombre es el Señor. Padre de huérfanos, protector de viudas, Dios vive en su santa morada. Dios prepara casa a los desvalidos, libera a los cautivos y los enriquece.

Salmo: 46, 2-3. 6-7. 8-9. Pueblos todos batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo; porque el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas; tocad para Dios, tocad, tocad para nuestro Rey, tocad. Porque Dios es el rey del mundo; tocad con maestría. Dios reina sobre las naciones, Dios se sienta en su trono sagrado.

Salmo: 12, 2-3. 4bcd. 5-6. El Señor es mi Dios y salvador: confiaré y no temeré, porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación. Y sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación. Dad gracias al Señor, invocad su nombre, contad a los pueblos sus hazañas, proclamad que su nombre es excelso. Tañed para el Señor, que hizo proezas, anunciadlas a toda la tierra; gritad jubilosos, habitantes de Sión: «Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.»

Salmo: 46, 2-3, 4-5. 6-7. Pueblos todos, batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo; porque el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra. Él nos somete los pueblos y nos sojuzga las naciones; él nos escogió por heredad suya: gloria de Jacob, su amado. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas: tocad para Dios, tocad, tocad para nuestro Rey, tocad.

Salmo: 97.1-2ab. 2cd-3ab. 3cd-4. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad.

Salmo: 148, 1-2. 11-12. 13. 14. Alabad al Señor en el cielo, alabad al Señor en lo alto. Alabadlo, todos sus ángeles; alabadlo, todos sus ejércitos. Reyes y pueblos del orbe, príncipes y jefes del mundo, los jóvenes y también las doncellas, los viejos junto con los niños. Alaben el nombre del Señor, el único nombre sublime. Su majestad sobre el cielo y la tierra. Él acrece el vigor de su pueblo. Alabanza de todos sus fieles, de Israel, su pueblo escogido.

Salmo: 137, 1-2a. 2bc y 3. 7c-8. Te doy gracias, Señor, de todo corazón; delante de los ángeles tañeré para ti, me postraré hacia tu santuario. Daré gracias a tu nombre por tu misericordia y tu lealtad. Cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma. Tu derecha me salva. El Señor completará sus favores conmigo: Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos.

Salmo: 149, 1-2. 3-4. 5-6a y 9b. Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey. Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes. Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas, con vítores a Dios en la boca; es un honor para todos sus fieles.

Salmo: 65, 1-3a. 4-5. 6-7a. 16 y 20. Aclamad al Señor, tierra entera; tocad en honor de su nombre, cantad himnos a su gloria. Decid a Dios: «¡Qué temibles son tus obras!» Que se postre ante ti la tierra entera, que toquen en tu honor, que toquen para tu nombre. Venid a ver las obras de Dios, sus temibles proezas en favor de los hombres. Transformó el mar en tierra firme, a pie atravesaron el río. Alegrémonos con Dios, que con su poder gobierna eternamente. Fieles de Dios, venid a escuchar, os contaré lo que ha hecho conmigo. Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica ni me retiró su favor.

Salmo: 99, 1-2. 3-5. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores. Sabed que el Señor es Dios: que él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño. El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades.

Salmo: 56, 8-9. 10-12. Mi corazón está firme, Dios mío, mi corazón está firme. Voy a cantar y a tocar: despierta, gloria mía; despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora. Te daré gracias ante los pueblos, Señor; tocaré para ti ante las naciones: por tu bondad, que es más grande que los cielos; por tu fidelidad, que alcanza a las nubes. Elévate sobre el cielo, Dios mío, y llene la tierra tu gloria.

Salmo: 95, 1-2a. 2b-3.10. Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre. Proclamad día tras día su victoria. Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él afianzó el orbe, y no se moverá; él gobierna a los pueblos rectamente.»

Salmo: 121, 1-2. 4-5. ¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»! Ya están pisando nuestro pies tus umbrales, Jerusalén. Allá suben las tribus, las tribus del Señor, según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David.

Salmo:144, 10-11. 12-13ab, 21. Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas. Explicando tus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado. Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad. Pronuncie mi boca la alabanza del Señor, todo viviente bendiga su santo nombre por siempre jamás.

Salmo: 113 B, 1-2. 3-4. 15-16. No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria, por tu bondad, por tu lealtad. ¿Por qué han de decir las naciones: «Dónde está su Dios»? Nuestro Dios está en el cielo, lo que quiere lo hace. Sus ídolos, en cambio, son plata y oro, hechura de manos humanas. Benditos seáis del Señor, que hizo el cielo y la tierra. El cielo pertenece al Señor, la tierra se la ha dado a los hombres.

Salmo: 32, 1-2. 4-5. 18-19. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos. Dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. Que la palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre.

Salmo: 97, 1-2ab. 2cd-3ab. 3cd-4. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad.

Salmo: 2,6-7.8-9. Yo mismo he establecido a mi rey en Sión, mi monte santo.» Voy a proclamar el decreto del Señor; él me ha dicho: «Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy.» «Pídemelo: te daré en herencia las naciones, en posesión, los confines de la tierra: los gobernarás con cetro de hierro, los quebrarás como jarro de loza.» Y ahora, reyes, sed sensatos; escarmentad, los que regís la tierra: servid al Señor con temor, rendidle homenaje temblando.

Salmo: 88, 2-3. 21-22. 25 y 27. Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré tu fidelidad por todas las edades. Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno, más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» Encontré a David, mi siervo, y lo he ungido con óleo sagrado; para que mi mano esté siempre con él y mi brazo lo haga valeroso. Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán, por mi nombre crecerá su poder. El me invocará: «Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora.»

Salmo:112,1-2.3-4.5-6.7-8. Alabad, siervos del Señor, el nombre del Señor. Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor. El Señor se eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre los cielos. ¿Quién como el Señor, Dios nuestro, que se eleva en su trono y se abaja para mirar al cielo y a la tierra? Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para sentarlo con los príncipes, los príncipes de su pueblo.

Salmo: 86, 1-3, 4-5. 6-7. Él la ha cimentado sobre el monte santo; y el Señor prefiere las puertas de Sión a todas las moradas de Jacob. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios! «Contaré a Egipto y a Babilonia entre mis fieles; filisteos, tirios y etíopes han nacido allí.» Se dirá de Sión: «Uno por uno todos han nacido en ella; el Altísimo en persona la ha fundado.» El Señor escribirá en el registro de los pueblos: «Éste ha nacido allí.» Y cantarán mientras danzan: «Todas mis fuentes están en ti.»

Salmo:41, 2-3; 42, 3. 4. Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío; tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? Envía tu luz y tu verdad: que ellas me guíen y me conduzcan hasta tu monte santo, hasta tu morada. Que yo me acerque al altar de Dios, al Dios de mi alegría; que te dé gracias al son de la cítara, Dios, Dios mío.

Salmo: 22, 1-3a. 3b-4. 5. El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada tenlo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. Preparas una mesa ante mi, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.

SALMO: 115, 12-13. 14-15. 16-17. ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación, invocando su nombre. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo. Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles. Señor, yo soy tu siervo, siervo tuyo, hijo de tu esclava: rompiste mis cadenas. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor.

SALMO: 116, 1. 2. Alabad al Señor, todas las naciones, aclamadlo, todos los pueblos. Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre.

SALMO: 65, 8-9. 16-17. 20. Bendecid, pueblos, a nuestro Dios, haced resonar sus alabanzas, porque él nos ha devuelto la vida y no dejó que tropezaran nuestros pies. Fieles de Dios, venid a escuchar, os contaré lo que ha hecho conmigo: a él gritó mi boca y lo ensalzó mi lengua. Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica ni me retiró su favor.

SALMO: 65, 1-3a. 4-5. 6-7. Aclamad al Señor, tierra entera; tocad en honor de su nombre, cantad himnos a su gloria. Decid a Dios: «¡Qué terribles son tus obras!» Que se postre ante ti la tierra entera, que toquen en tu honor, que toquen para tu nombre. Venid a ver las obras de Dios, sus temibles proezas en favor de los hombres. Transformó el mar en tierra firme, a pie atravesaron el río. Alegrémonos con Dios, que con su poder gobierna enteramente.

SALMO: 118, 23-24. 26-27. 29-30. Aunque los nobles se sienten a murmurar de mí, tu siervo medita tus leyes; tus preceptos son mi delicia, tus decretos son mis consejeros. Te expliqué mi camino, y me escuchaste: enséñame tus leyes; instrúyeme en el camino de tus decretos, y meditaré tus maravillas. Apártame del camino falso, y dame la gracia de tu voluntad; escogí el camino verdadero, deseé tus mandamientos.

SALMO: 15, 1-2 y 5. 7-8. 9-10. 11. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: “Tú eres mi bien.” El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano. Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena. Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha.

SALMO: 18, 2-3. 4-5. El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos: el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra. Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón, y hasta los límites del orbe su lenguaje.

SALMO: 26, 1. 4. 13-14. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida ¿quién me hará temblar? Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor, contemplando su templo. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor.

SALMO : 33, 2 y 9. 17-18. 19-20. Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca. Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él. El Señor se enfrenta con los malhechores, para borrar de la tierra su memoria. Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias. El Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos. Aunque el justo sufra muchos males, de todos lo libra el Señor.

SALMO: 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9. Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias. Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias. El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege. Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él.

SALMO: 102, 1-2. 3-4. 8-9. 13-14. 17-18. Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades, él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; no está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo. Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles; porque él conoce nuestra masa, se acuerda de que somos barro. Pero la misericordia del Señor dura siempre, su justicia pasa de hijos a nietos, para los que guardan la alianza.

SALMO: 2, 1-3. 4-6. 7-9. ¿Por qué se amotinan las naciones, y los pueblos planean un fracaso? Se alían los reyes de la tierra, los príncipes conspiran contra el Señor y contra su Mesías: «Rompamos sus coyundas, sacudamos su yugo». El que habita en el cielo sonríe, el Señor se burla de ellos. Luego les habla con ira, los espanta con su cólera: «Yo mismo he establecido a mi rey en Sión, mi monte santo.» Voy a proclamar el decreto del Señor; él me ha dicho: «Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy. Pídemelo: te daré en herencia las naciones, en posesión, los confines de la tierra: los gobernarás con cetro de hierro, los quebrarás como jarro de loza.»

SALMO: 117, 2-4. 13-15. 22-24. Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia. Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia. Empujaban y empujaban para derribarme, pero el Señor me ayudó; el Señor es mi fuerza y mi energía, él es mi salvación. Escuchad: hay cantos de victoria en las tiendas de los justos. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho ha sido un milagro patente. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.

SALMO: 117,1 y 14-15.16-18.19-21. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. El Señor es mi fuerza y mi energía, él es mi salvación. Escuchad: hay cantos de victoria en las tiendas de los justos. La diestra del Señor es excelsa, la diestra del Señor es poderosa. No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor. Me castigó, me castigó el Señor, pero no me entregó a la muerte. Abridme las puertas del triunfo, y entraré para dar gracias al Señor. Esta es la puerta del Señor: los vencedores entrarán por ella. Te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación.

SALMO: 117, 1-2 y 4.22-24. 25-27. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. Señor, danos la salvación; Señor, danos prosperidad. Bendito el que viene en nombre del Señor, os bendecimos desde la casa del Señor; el Señor es Dios, él nos ilumina.

SALMO: 8, 2a y 5. 6-7. 8-9. ¡Señor, dueño nuestro, ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder? Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, e diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies. Rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias del campo, las aves del cielo, los peces del mar, que trazan sendas por el mar.

SALMO: 8, 2a y 5. 6-7. 8-9. ¡Señor, dueño nuestro, ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder? Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, e diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies. Rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias del campo, las aves del cielo, los peces del mar, que trazan sendas por el mar.

SALMO: 104, 1-2. 3-4. 6-7. 8-9. Dad gracias al Señor, invocad su nombre, dad a conocer sus hazañas a los pueblos. Cantadle al son de instrumentos, hablad de sus maravillas. Gloriaos de su nombre santo, que se alegren los que buscan al Señor. Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro. ¡Estirpe de Abrahán, su siervo; hijos de Jacob, su elegido! El Señor es nuestro Dios, él gobierna toda la tierra. Se acuerda de su alianza eternamente, de la palabra dada, por mil generaciones; de la alianza sellada con Abrahán, del juramento hecho a Isaac.

SALMO: 32, 4-5. 18-19. 20 y 22. La palabra del Señor es sincera, todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre. Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperarnos de ti.

SALMO: 15, 1-2 y 5. 7-8. 9-10. 11. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.» El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano. Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena. Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha.

SALMO: 117, 1-2. l6ab-17. 22-23. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa. No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente.

SALMO: 32, 4-5. 6-7. 12-13. 20 y 22. La palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. La palabra del Señor hizo el cielo; el aliento de su boca, sus ejércitos; encierra en un odre las aguas marinas, mete en un depósito el océano. Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se escogió como heredad. El Señor mira desde el cielo, se fija en todos los hombres. Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.

SALMO: 30, 2 y 6. 12-13. 15-16. 17 y 25. A ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado; tú, que eres justo, ponme a salvo. A tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás. Soy la burla de todos mis enemigos, la irrisión de mis vecinos, el espanto de mis conocidos; me ven por la calle, y escapan de mi. Me han olvidado como a un muerto, me han desechado como a un cacharro inútil. Pero yo confío en ti, Señor, te digo: «Tú eres mi Dios.» En tu mano están mis azares; líbrame de los enemigos que me persiguen. Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia. Sed fuertes y valientes de corazón, los que esperáis en el Señor.

SALMO : 115, 12-13. 15-16bc. 17-18. ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación, invocando su nombre. Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles. Señor, yo soy tu siervo, hijo de tu esclava; rompiste mis cadenas. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo.

SALMO: 68, 8-10. 21-22. 31 y 33-34. Por ti he aguantado afrentas, la vergüenza cubrió mi rostro. Soy un extraño para mis hermanos, un extranjero para los hijos de mi madre; porque me devora el celo de tu templo, y las afrentas con que te afrentan caen sobre mi. La afrenta me destroza el corazón, y desfallezco. Espero compasión, y no la hay; consoladores, y no los encuentro. En mi comida me echaron hiel, para mi sed me dieron vinagre. Alabaré el nombre de Dios con cantos, proclamaré su grandeza con acción de gracias. Miradlo, los humildes, y alegraos, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón. Que el Señor escucha a sus pobres, no desprecia a sus cautivos.

SALMO: 70. 1-2. 3-4a. 5-6ab. 15 y 17. A ti, Señor, me acojo: no quede yo derrotado para siempre; tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo, inclina a mí tu oído, y sálvame. Sé tú mi roca de refugio, el alcázar donde me salve, porque mi peña y mi alcázar eres tú. Dios mío, líbrame de la mano perversa. Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza y mi confianza, Señor, desde mi juventud. En el vientre materno ya me apoyaba en ti, en el seno tú me sostenías. Mi boca contará tu auxilio, y todo el día tu salvación. Dios mío, me instruiste desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas.

SALMO: 26, 1. 2. 3. 13-14. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mí vida, ¿quién me hará temblar? Cuando me asaltan los malvados para devorar mi carne, ellos, enemigos y adversarios, tropiezan y caen. Si un ejército acampa contra mí, mi corazón no tiembla; si me declaran la guerra, me siento tranquilo. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor.

SALMO: 21, 8-9. 17-18a. 19-20. 23-24. Al verme, se burlan de mí, hacen visajes, menean la cabeza: «Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; que lo libre, si tanto lo quiere.» Me acorrala una jauría de mastines, me cerca una banda de malhechores; me taladran las manos y los pies, puedo contar mis huesos. Se reparten mi ropa, echan a suertes mi túnica. Pero tú, Señor, no te quedes lejos; fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré. Fieles del Señor, alabadlo; linaje de Jacob, glorificadlo; temedlo, linaje de Israel.


SALMO: 31, 10. 11-12ab. 13. Escuchad, pueblos, la palabra del Señor, anunciadla en las islas remotas: «El que dispersó a Israel lo reunirá, lo guardará como un pastor a su rebaño.» Porque el Señor redimió a Jacob, lo rescató de una mano más fuerte. Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión, afluirán hacia los bienes del Señor. Entonces se alegrará la doncella en la danza, gozarán los jóvenes y los viejos; convertiré su tristeza en gozo, los alegraré y aliviaré sus penas.

SALMO:17, 2-3a. 3bc-4. 5-6. 7. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza; Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador. Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte. Invoco al Señor de mi alabanza y quedo libre de mis enemigos. Me cercaban olas mortales, torrentes destructores me aterraban, me envolvían las redes del abismo, me alcanzaban los lazos de la muerte. En el peligro invoqué al Señor, grité a mi Dios: desde su templo él escuchó mi voz, y mi grito llegó a sus oídos.


SALMO: 104, 4-5. 6-7. 8-9. Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro. Recordad las maravillas que hizo, sus prodigios, las sentencias de su boca. ¡Estirpe de Abrahán, su siervo; hijos de Jacob, su elegido! El Señor es nuestro Dios, él gobierna toda la tierra. Se acuerda de su alianza eternamente, de la palabra dada, por mil generaciones; de la alianza sellada con Abrahán, del juramento hecho a lsaac.


SALMO: Dn 3, 52. 53. 54. 55. 56. Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres, bendito tu nombre santo y glorioso. Bendito eres en el templo de tu santa gloria. Bendito eres sobre el trono de tu reino. Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos. Bendito eres en la bóveda del cielo.


SALMO: 101,2-3. 16-18. 19-21. Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti; no me escondas tu rostro el día de la desgracia. Inclina tu oído hacia mí; cuando te invoco, escúchame en seguida. Los gentiles temerán tu nombre, los reyes del mundo, tu gloria. Cuando el Señor reconstruya Sión y aparezca en su gloria, y se vuelva a las súplicas de los indefensos, y no desprecie sus peticiones. Quede esto escrito para la generación futura, y el pueblo que será creado alabará al Señor. Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario, desde el cielo se ha fijado en la tierra, para escuchar los gemidos de los cautivos y librar a los condenados a muerte.


SALMO: 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6. El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mí copa rebosa. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.


SALMO: 129, 1-2. 3-4ab. 4c-6. 7-8. Desde lo hondo a ti grito, Señor; Señor, escucha mi voz, estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica. Si llevas cuentas de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir? Pero de ti procede el perdón, y así infundes respeto. Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra; mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora. Aguarde Israel al Señor, como el centinela la aurora. Porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa; y él redimirá a Israel de todos sus delitos.

SALMO: 7, 2-3. 9bc-10. 11-12. Señor, Dios mío, a ti me acojo, líbrame de mis perseguidores y sálvame, que no me atrapen como leones y me desgarren sin remedio. Júzgame, Señor, según mi justicia, según la inocencia que hay en mí. Cese la maldad de los culpables, y apoya tú al inocente, tú que sondeas el corazón y las entrañas, tú, el Dios justo. Mi escudo es Dios, que salva a los rectos de corazón. Dios es un juez justo, Dios amenaza cada día.

SALMO: 33, 17-18. 19-20, 21 y 23. El Señor se enfrenta con los malhechores, para borrar de la tierra su memoria. Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias. El Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos. Aunque el justo sufra muchos males, de todos lo librará el Señor. Él cuida de todos sus huesos, ni uno solo se quebrará. El Señor redime a sus siervos, no será castigado quien se acoge a él.

SALMO: 105, 19-20. 21-22. 23. En Horeb se hicieron un becerro, adoraron un ídolo de fundición; cambiaron su gloria por la imagen de un toro que come hierba. Se olvidaron de Dios, su salvador, que había hecho prodigios en Egipto, maravillas en el país de Cam, portentos junto al mar Rojo. Dios hablaba ya de aniquilarlos; pero Moisés, su elegido, se puso en la brecha frente a él, para apartar su cólera del exterminio.

SALMO: 144, 8-9. l3cd-14. 17-18. El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan. El Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones; cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente.

SALMO: 45, 2-3. 5-6. 8-9. Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, poderoso defensor en el peligro . Por eso no tememos aunque tiemble la tierra, y los montes se desplomen en el mar. El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada. Teniendo a Dios en medio, no vacila; Dios la socorre al despuntar la aurora. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob. Venid a ver las obras del Señor, las maravillas que hace en la tierra.

SALMO : 29, 2 y 4. 5-6. 11-12a y 13b. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has dejado que mis enemigos se rían de mí. Señor, sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. Tañed para el Señor, fieles suyos, dad gracias a su nombre santo; su cólera dura un instante; su bondad, de por vida; al atardecer nos visita el llanto; por la mañana, el júbilo. Escucha, Señor, y ten piedad de mí; Señor socórreme. Cambiaste mi luto en danzas. Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.

SALMO: 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6. El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. Preparas una mesa ante mi, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por los años sin término.

SALMO: 50, 3-4. 18-19. 20-21ab. Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. Los sacrificios no te satisfacen: si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias. Señor, por tu bondad, favorece a Sión, reconstruye las murallas de Jerusalén: entonces aceptarás los sacrificios rituales, ofrendas y holocaustos.

SALMO: 80, 6c-8a. 8bc-9. 10-11ab. 14 y 17. Oigo un lenguaje desconocido: «Retiré sus hombros de la carga, y sus manos dejaron la espuerta. Clamaste en la aflicción, y te libré. Te respondí oculto entre los truenos, te puse a prueba junto a la fuente de Meribá. Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti; ¡ojalá me escuchases, Israel! No tendrás un dios extraño, no adorarás un dios extranjero; yo soy el Señor, Dios tuyo, que te saqué del país de Egipto. ¡Ojalá me escuchase mi pueblo y caminase Israel por mi camino!: te alimentaría con flor de harina, te saciaría con miel silvestre.»

SALMO: 94,1-2.6-7.8-9. Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masa en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras.»

SALMO: 147, 12-13. 15-16. 19-20. Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sión: que ha reforzado los cerrojos de tus puertas, y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz; manda la nieve como lana, esparce la escarcha como ceniza. Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel; con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos.

SALMO: 39, 7-8a. 8b-9. 10. 11. Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo: «Aquí estoy.» «Como está escrito en mi libro para hacer tu voluntad.» Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas. He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios: Señor, tú lo sabes. No me he guardado en el pecho tu defensa, he contado tu fidelidad y tu salvación, no he negado tu misericordia y tu lealtad ante la gran asamblea.

SALMO: 41, 2. 3; 42, 3. 4. Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío. Tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? Envía tu luz y tu verdad: que ellas me guíen y me conduzcan hasta tu monte santo, hasta tu morada. Que yo me acerque al altar de Dios, al Dios de mi alegría; que te dé gracias al son de la cítara, Dios, Dios mío.

SALMO: 94, 1-2. 6-7. 8-9. Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras.»

SALMO: 102,1-2.3-4.9-10.11-12. Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; el rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. No está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo; no nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas. Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles; como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos.

SALMO: 104, 16-17. 18-19. 20-21. Llamó al hambre sobre aquella tierra: cortando el sustento de pan; por delante había enviado a un hombre, a José, vendido como esclavo. Le trabaron los pies con grillos, le metieron el cuello en la argolla, hasta que se cumplió su predicción, y la palabra del Señor lo acreditó. El rey lo mandó desatar, el señor de pueblos le abrió la prisión, lo nombró administrador de su casa, señor de todas sus posesiones.

SALMO: 1, 1-2. 3. 4 y 6. Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin. No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal.

SALMO: 88, 2-3. 4-5. 27 y 29. Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré tu fidelidad por todas las edades. Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno, más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» Sellé una alianza con mi elegido, jurando a David, mi siervo: «Te fundaré un linaje perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades.» Él me invocará: «Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora.» Le mantendré eternamente mí favor, y mi alianza con él será estable.

SALMO: 49, 8-9. 16bc- 17. 21 y 23. «No te reprocho tus sacrificios, pues siempre están tus holocaustos ante mí. pero no aceptaré un becerro de tu casa, ni un cabrito de tus rebaños. ¿Por qué recitas mis preceptos y tienes siempre en la boca mi alianza, tú que detestas mi enseñanza y te echas a la espalda mis mandatos? Esto haces, ¿y me voy a callar? ¿Crees que soy como tú; El que me ofrece acción de gracias, ése me honra; al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.»

SALMO: 78, 8. 9. 11 y 13. No recuerdes contra nosotros las culpas de nuestros padres; que tu compasión nos alcance pronto, pues estamos agotados. Socórrenos, Dios, salvador nuestro, por el honor de tu nombre; líbranos y perdona nuestros pecados a causa de tu nombre. Llegue a tu presencia el gemido del cautivo: con tu brazo poderoso, salva a los condenados a muerte. Mientras, nosotros, pueblo tuyo, ovejas de tu rebaño, te daremos gracias siempre, contaremos tus alabanzas de generación en generación.

SALMO: 32, 4-5. 18-19. 20 y 22. La palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre. Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.

SALMO: 118, 1-2. 4-5. 7-8. Dichoso el que, con vida intachable, camina en la voluntad del Señor; dichoso el que, guardando sus preceptos, lo busca de todo corazón. Tú promulgas tus decretos para que se observen exactamente. Ojalá esté firme mi camino, para cumplir tus consignas. Te alabaré con sincero corazón cuando aprenda tus justos mandamientos. Quiero guardar tus leyes exactamente, tú, no me abandones.

SALMO: 129, 1-2. 3-4. 5-7a. 7bc-8. Desde lo hondo a ti grito, Señor; Señor, escucha mi voz; estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica. Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir? Pero de ti procede el perdón, y así infundes respeto. Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra; mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora. Aguarde Israel al Señor, como el centinela la aurora. Porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa; y el redimirá a Israel de todos sus delitos.

SALMO: 137, 1-2a. 2bc y 3. 7c-8. Te doy gracias, Señor, de todo corazón; delante de los ángeles tañeré para ti, me postraré hacia tu santuario. Daré gracias a tu nombre, por tu misericordia y tu lealtad; cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma. Tu derecha me salva. El Señor completará sus favores conmigo: Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos.

SALMO: 50, 3-4. 12-13. 18-19. Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. Los sacrificios no te satisfacen: si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias.

SALMO: 33, 4-5. 6-7. 16-17. 18-19. Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias. Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias. Los ojos del Señor miran a los justos, sus oídos escuchan sus gritos; pero el Señor se enfrenta con los malhechores, para borrar de la tierra su memoria. Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias; el Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos.

SALMO: 18, 8. 9. 10. 15. La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos. La voluntad del Señor es pura y eternamente estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos. Que te agraden las palabras de mi boca, y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón, Señor, roca mía, redentor mío.

SALMO: 50, 3-4. 5-6a 12-13. 14 y 17. Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa, lava del todo mi delito, limpia mi pecado. Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces. Oh Dios, crea en mi un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso. Señor, me abrirás los labios, y mi boca proclamará tu alabanza.

SALMO: 85, 1-2. 3-4. 5-6. Inclina tu oído, Señor, escúchame, que soy un pobre desamparado; protege mi vida, que soy un fiel tuyo; salva a tu siervo, que confía en ti. Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor, que a ti te estoy, llamando todo el día; alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti. Porque tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan. Señor, escucha mi oración, atiende a la voz de mi súplica.

SALMO: 50, 3-4. 5-6a. 18-19. Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces. Los sacrificios no te satisfacen: si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias.

SALMO: 1, 1-2. 3. 4 y 6. Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin. No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal.

SALMO: 50, 3-4. 5-6a. 12-13. 14 y 17. Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti sólo pequé, cometí la maldad que aborreces. Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso. Señor, me abrirás los labios, y mi boca proclamará tu alabanza.

SALMO: 97, 1. 2-3ab. 3c 4. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclamad al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad.

SALMO: 110, 1-2. 5-6. 9ab y 10c. Doy gracias al Señor de todo corazón, en compañía de los rectos, en la asamblea. Grandes son las obras del Señor, dignas de estudio para los que las aman. El da alimento a sus fieles, recordando siempre su alianza; mostró a su pueblo la fuerza de su obrar, dándoles la heredad de los gentiles. Envió la redención a su pueblo, ratificó para siempre su alianza; la alabanza del Señor dura por siempre.

SALMO: 61, 2-3. 6-7. 8-9ab. Sólo en Dios descansa mi alma, porque de él viene mi salvación ; sólo él es mi roca y mi salvación; mi alcázar: no vacilará. Descansa sólo en Dios, alma mía, porque él es mi esperanza; sólo él es mi roca y mi salvación, mi alcázar: no vacilará. De Dios viene mi salvación y mi gloria, él es mi roca firme, Dios es mi refugio. Pueblo suyo, confiad en él desahogad ante él vuestro corazón.

SALMO: 140, 1-2. 3 y 8. Señor, te estoy llamando, ven deprisa, escucha mi voz cuando te llamo. Suba mi oración como incienso en tu presencia, el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde. Coloca, Señor, una guardia en mi boca, un centinela a la puerta de mis labios. Señor, mis ojos están vueltos a ti, en ti me refugio, no me dejes indefenso.

SALMO: 102, 1-2. 3-4. 8-9. 11-12. Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; no está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo. Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles; como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos.

SALMO: 48, 14 15ab. 15cd 16. 17-18. 19-20. Éste es el camino de los confiados, el destino de los hombres satisfechos: son un rebaño para el abismo, la muerte es su pastor. Y bajan derechos a la tumba; se desvanece su figura, y el abismo es su casa. Pero a mí, Dios me salva, me saca de las garras del abismo y me lleva consigo. No te preocupes si se enriquece un hombre y aumenta el fasto de su casa: cuando muera, no se llevará nada, su fasto no bajará con él. Aunque en vida se felicitaba: «Ponderan lo bien que lo pasas», irá a reunirse con sus antepasados, que no verán nunca la luz.

SALMO: 48, 6-8. 9-10. 17-18. 19-20 Oíd esto, todas las naciones; escuchadlo, habitantes del orbe: plebeyos y nobles, ricos y pobres. ¿Por qué habré de temer los días aciagos, cuando me cerquen y acechen los malvados, que confían en su opulencia y se jactan de sus inmensas riquezas? ¿Si nadie puede salvarse ni dar a Dios un rescate? Es tan caro el rescate de la vida, que nunca les bastará para vivir perpetuamente sin bajar a la fosa. Mirad: los sabios mueren, lo mismo que perecen los ignorantes y necios, y legan sus riquezas a extraños.

SALMO: 54, 7- 8. 9 10a. 10b 11. 23. Pienso: « ¡Quién me diera alas de paloma para volar y posarme! Emigraría lejos, habitaría en el desierto.» «Me pondría en seguida a salvo de la tormenta, del huracán que devora, Señor; del torrente de sus lenguas. Violencia y discordia veo en la ciudad: día y noche hacen la ronda sobre sus murallas. Encomienda a Dios tus afanes, que él te sustentará; no permitirá jamás que el justo caiga.

SALMO: 18, 8. 9. 10. 15. La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos. La voluntad del Señor es pura y eternamente estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos. Que te agraden las palabras de mi boca, y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón, Señor, roca mía, redentor mío.

SALMO: 102,1-2.3-4.8 y 10. 12-13. Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; no nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas. Como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos. Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles.

SALMO: 22, 1-3. 4. 5. 6. El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara, mis fuerzas: me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.

SALMO: 111, 1-2. 3-4. 5-6. Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos. Su linaje será poderoso en la tierra, la descendencia del justo será bendita. En su casa habrá riquezas y abundancia, su caridad es constante, sin falta. En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo. Dichoso el que se apiada y presta, y administra rectamente sus asuntos. El justo jamás vacilará, su recuerdo será perpetuo.

SALMO: 33, 2 3. 4 5. 6 7. Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloria en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias. Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias.


SALMO: 14, 2 3ab. 3cd 4ab. 5. El que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua. El que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino, el que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor. El que no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente. El que así obra nunca fallará.


SALMO: 93, 12-13a. 14-15. 18,19. Dichoso el hombre a quien tú educas, al que enseñas tu ley, dándole descanso tras los años duros. Porque el Señor no rechaza a su pueblo, ni abandona su heredad: el justo obtendrá su derecho, y un porvenir los rectos de corazón. Cuando me parece que voy a tropezar, tu misericordia, Señor, me sostiene; cuando se multiplican mis preocupaciones, tus consuelos son mi delicia.

SALMO: 118, 67. 68. 71. 72. 75. 76. Antes de sufrir, yo andaba extraviado, pero ahora me ajusto a tu promesa. Tú eres bueno y haces el bien; instrúyeme en tus leyes. Me estuvo bien el sufrir, así aprendí tus mandamientos. Más estimo yo los preceptos de tu boca que miles de monedas de oro y plata. Reconozco, Señor, que tus mandamientos son justos, que con razón me hiciste sufrir. Que tu bondad me consuele, según la promesa hecha a tu siervo.


SALMO: 118, 1-2. 4-5. 17-18. 33-34. Dichoso el que, con vida intachable, camina en la voluntad del Señor; dichoso el que, guardando sus preceptos, lo busca de todo corazón. Tú promulgas tus decretos para que se observen exactamente. Ojalá esté firme mi camino, para cumplir tus consignas. Haz bien a tu siervo: viviré y cumpliré tus palabras; ábreme los ojos, y contemplaré las maravillas de tu voluntad. Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes, y lo seguiré puntualmente; enséñame a cumplir tu voluntad y a guardarla de todo corazón.


SALMO: 105, 6 7a. 19-20. 21-22. Hemos pecado con nuestros padres, hemos cometido maldades e iniquidades. Nuestros padres en Egipto no comprendieron tus maravillas. En Horeb se hicieron un becerro, adoraron un ídolo de fundición; cambiaron su gloria por la imagen de un toro que come hierba. Se olvidaron de Dios, su salvador, que había hecho prodigios en Egipto, maravillas en el pais de Cam, portentos junto al mar Rojo.


SALMO: 116, 1. 2. Alabad al Señor, todas las naciones, aclamadlo, todos los pueblos. Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre.

SALMO: 105, 3-4. 35-36. 37 y 40. Dichosos los que respetan el derecho y practican siempre la justicia. Acuérdate de mí por amor a tu pueblo, visítame con tu salvación. Emparentaron con los gentiles, imitaron sus costumbres; adoraron sus ídolos y cayeron en sus lazos. Inmolaron a los demonios sus hijos y sus hijas. La ira del Señor se encendió contra su pueblo, y aborreció su heredad.


SALMO: 36, 5-6. 30-31. 39-40. Encomienda tu camino al Señor, confía en él, y él actuará: hará tu justicia como el amanecer, tu derecho como el mediodía. La boca del justo expone la sabiduría, su lengua explica el derecho; porque lleva en el corazón la ley de su Dios, y sus pasos no vacilan. El Señor es quien salva a los justos, él es su alcázar en el peligro; el Señor los protege y los libra, los libra de los malvados y los salva porque se acogen a él.


SALMO: 83, 3. 4. 5 y 10. 11. Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor, mi corazón y mi carne retozan por el Dios vivo. Hasta el gorrión ha encontrado una casa; la golondrina, un nido donde colocar sus polluelos: tus altares, Señor de los ejércitos, Rey mío y Dios mío. Dichosos los que viven en tu casa, alabándote siempre. Fíjate, oh Dios, en nuestro Escudo, mira el rostro de tu Ungido. Vale más un día en tus atrios que mil en mi casa, y prefiero el umbral de la casa de Dios a vivir con los malvados.


SALMO: 131, 6-7. 8-10. Oímos que estaba en Efrata, la encontramos en el Soto de Jaar: entremos en su morada, postrémonos ante el estrado de sus pies. Levántate, Señor, ven a tu mansión, ven con el arca de tu poder: que tus sacerdotes se vistan de gala, que tus fieles vitoreen. Por amor a tu siervo David, no niegues audiencia a tu Ungido.


SALMO: 111, 4-5. 6-7. 8a y 9. En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo. Dichoso el que se apiada y presta, y administra rectamente sus asuntos. El justo jamás vacilará, su recuerdo será perpetuo. No temerá las malas noticias, su corazón está firme en el Señor. Su corazón está seguro, sin temor. Reparte limosna a los pobres; su caridad es constante, sin falta, y alzará la frente con dignidad.




SALMO: 118, 9. 10. 11. 12. 13. 14. ¿Cómo podrá un joven andar honestamente? Cumpliendo tus palabras. Te busco de todo corazón, no consientas que me desvíe de tus mandamientos. En mi corazón escondo tus consignas, así no pecaré contra ti. Bendito eres, Señor, enséñame tus leyes. Mis labios van enumerando los mandamientos de tu boca. Mi alegría es el camino de tus preceptos, más que todas las riquezas.


SALMO: 17, 31. 47 y 50. 51. Perfecto es el camino de Dios, acendrada es la promesa del Señor; él es escudo para los que a él se acogen. Viva el Señor, bendita sea mi Roca, sea ensalzado mi Dios y Salvador. Por eso te daré gracias entre las naciones, Señor, y tañeré en honor de tu nombre. Tú diste gran victoria a tu rey, tuviste misericordia de tu Ungido, de David y su linaje por siempre.


SALMO: l Cro 29, 10. 1lab. 11d-12a. 12. Bendito eres, Señor, Dios de nuestro padre Israel, por los siglos de los siglos. Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder, la gloria, el esplendor, la majestad, porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra. Tú eres rey y soberano de todo. De ti viene la riqueza y la gloria. Tú eres Señor del universo, en tu mano está el poder y la fuerza, tú engrandeces y confortas a todos.

SALMO: 31, 1-2. 5. 6. 7 Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado; dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito. Había pecado, lo reconocí, no te encubrí mi delito; propuse: «Confesaré al Señor mi culpa», y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. Por eso, que todo fiel te suplique en el momento de la desgracia: la crecida de las aguas caudalosas no lo alcanzará. Tú eres mi refugio, me libras del peligro, me rodeas de cantos de liberación.

SALMO: 85, 1-2. 3-4. 5-6. Inclina tu oído, Señor, escúchame, que soy un pobre desamparado; protege mi vida, que soy un fiel tuyo; salva a tu siervo, que confía en ti. Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor, que a ti te estoy llamando todo el día; alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti. Porque tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan. Señor, escucha mi oración, atiende a la voz de mi súplica.


SALMO: 3, 2-3. 4-5. 6-7. Señor, cuántos son mis enemigos, cuántos se levantan contra mí; cuántos dicen de mí: «Ya no lo protege Dios.» Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria, tú mantienes alta mi cabeza. Si grito, invocando al Señor, él me escucha desde su monte santo. Puedo acostarme y dormir y despertar: el Señor me sostiene. No temeré al pueblo innumerable que acampa a mi alrededor.




SALMO: 23, 7. 8. 9. 10. ¡Portones!, alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas: va a entrar el Rey de la gloria. -¿Quién es ese Rey de la gloria? - El Señor, héroe valeroso; el Señor, héroe de la guerra. ¡Portones!, alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas: va a entrar el Rey de la gloria. -¿Quién es ese Rey de la gloria? - El Señor, Dios de los ejércitos. Él es el Rey de la gloria.


SALMO: 50, 12 -13. 14-15. 16-17. Oh Dios, crea en mi un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso: enseñaré a los malvados tus caminos, los pecadores volverán a ti. Líbrame de la sangre, oh Dios, Dios, Salvador mío, y cantará mi lengua tu justicia. Señor, me abrirás los labios, y mi boca proclamará tu alabanza.



SALMO: 50, 3-4. 5-6a. 6bc-7. 10-11. Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces. En la sentencia tendrás razón, en el juicio resultarás inocente. Mira, en la culpa nací, pecador me concibió mi madre. Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados. Aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa.




SALMO: 131, 1-2. 3-5. 11. 12. 13-14. Señor, tenle en cuenta a David todos sus afanes: cómo juró al Señor e hizo voto al Fuerte de Jacob. «No entraré bajo el techo de mi casa, no subiré al lecho de mi descanso, no daré sueño a mis ojos, ni reposo a mis párpados, hasta que encuentre un lugar para el Señor, una morada para el Fuerte de Jacob.» El Señor ha jurado a David una promesa que no retractara: «A uno de tu linaje pondré sobre tu trono.» «Si tus hijos guardan mi alianza y los mandatos que les enseño, también sus hijos, por siempre, se sentarán sobre tu trono.» Porque el Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella: «Ésta es mi mansión por siempre, aquí viviré, porque la deseo.»



SALMO: 88, 4-5. 27-28. 29-30. Sellé una alianza con mi elegido, jurando a David, mi siervo: «Te fundaré un linaje perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades.» «Él me invocará: "Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora"; y yo lo nombraré mi primogénito, excelso entre los reyes de la tierra,» Le mantendré eternamente mi favor, y mi alianza con él será estable; le daré una prosperidad perpetua y un trono duradero como el cielo.

SALMO,: 23, 7. 8. 9. 10. ¡Portones!, alzad los dinteles que se alcen las antiguas compuertas: va a entrar el Rey de la gloria. ¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, héroe valeroso; el Señor, héroe de la guerra. ¡Portones!, alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas: va a entrar el Rey de la gloria. ¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, Dios de los ejércitos. Él es el Rey de la gloria.



SALMO: 88, 20. 21-22. 25-26. Un día hablaste en visión a tus amigos: «He ceñido la corona a un héroe, he levantado a un soldado sobre el pueblo.» «Encontré a David, mi siervo, y lo he ungido con óleo sagrado; para que mi mano esté siempre con él y mi brazo lo haga valeroso.» «Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán, por mi nombre crecerá su poder: extenderé su izquierda hasta el mar, y su derecha hasta el Gran Río.»

SALMO: 26, 1. 4. 13-14. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar? Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor, contemplando su templo. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor.



SALMO: 116, 1. 2. Alabad al Señor, todas las naciones, aclamadlo, todos los pueblos. Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre.




SALMO: 56, 2. 3-4. 6 y 11. Misericordia, Dios mío, misericordia, que mi alma se refugia en ti; me refugio a la sombra de tus alas, mientras pasa la calamidad. Invoco al Dios altísimo, al Dios que hace tanto por mi: desde el cielo me enviará la salvación, confundirá a los que ansían matarme, enviará su gracia y su lealtad. Elévate sobre el cielo, Dios mío, y llene la tierra tu gloria. Por tu bondad, que es más grande que los cielos; por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.




SALMO : 55, 2-3. 9-10. 11-12. 13. Misericordia, Dios mío, que me hostigan, me atacan y me acosan todo el día; todo el día me hostigan mis enemigos, me atacan en masa. Anota en tu libro mi vida errante, recoge mis lágrimas en tu odre, Dios mío. Que retrocedan mis enemigos cuando te invoco, y así sabré que eres mi Dios. En Dios, cuya promesa alabo, en el Señor, cuya promesa alabo, en Dios confío y no temo; ¿qué podrá hacerme un hombre? Te debo, Dios mío, los votos que hice, los cumpliré con acción de gracias.



SALMO: 143, 1. 2. 9-10. Bendito el Señor, mi Roca, que adiestra mis manos para el combate, mis dedos para la pelea. Mi bienhechor, mi alcázar, baluarte donde me pongo a salvo, mi escudo y mi refugio, que me somete los pueblos. Dios mío, te cantaré un cántico nuevo, tocaré para ti el arpa de diez cuerdas; para ti , que das la victoria a los reyes y salvas a David, tu siervo.


SALMO: 88,20.21-22.27-28. Un dia hablaste en visión a tus amigos: «He ceñido la corona a un héroe, he levantado a un soldado sobre el pueblo.» «Encontré a David, mi siervo, y lo he ungido con óleo sagrado; para que mi mano esté siempre con él y mi brazo lo haga valeroso.» «Él me invocará: "Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora"; y yo lo nombraré mi primogénito, excelso entre los reyes de la tierra.»


SALMO: 49,8-9.16bc-17.21.23. «No te reprocho tus sacrificios, pues siempre están tus holocaustos ante mí. Pero no aceptaré un becerro de tu casa, ni un cabrito de tus rebaños.» «¿Por qué recitas mis preceptos y tienes siempre en la boca mi alianza, tú que detestas mi enseñanza y te echas a la espalda mis mandatos?» «Esto haces, ¿y me voy a callar? ¿Crees que soy como tú? Te acusaré, te lo echaré en cara. El que me ofrece acción de gracias, ése me honra; al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.»

SALMO: 39,2.4ab.7-8a.8b-9.10. Yo esperaba con ansia al Señor; él se inclinó y escuchó mi grito; me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios. Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo: «Aquí estoy.» Como está escrito en mi libro: «Para hacer tu voluntad.» Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas. He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios: Señor, tú lo sabes.


SALMO: 20,2-3.4-5.6-7. Señor, el rey se alegra por tu fuerza, ¡y cuánto goza con tu victoria! Le has concedido el deseo de su corazón, no le has negado lo que pedían sus labios. Te adelantaste a bendecirlo con el éxito, y has puesto en su cabeza una corona de oro fino. Te pidió vida, y se la has concedido, años que se prolongan sin término. Tu victoria ha engrandecido su fama, lo has vestido de honor y majestad. Le concedes bendiciones incesantes, lo colmas de gozo en tu presencia.


SALMO: 88,16-17.18-19. Dichoso el pueblo que sabe aclamarte: caminará, oh Señor, a la luz de tu rostro; tu nombre es su gozo cada día, tu justicia es su orgullo. Porque tú eres su honor y su fuerza, y con tu favor realzas nuestro poder. Porque el Señor es nuestro escudo y el Santo de Israel nuestro rey.


SALMO: 43,10-11.14-15.24-25. Ahora nos rechazas y nos avergúenzas, y ya no sales, Señor, con nuestras tropas: nos haces retroceder ante el enemigo, y nuestro adversario nos saquea. Nos haces el escarnio de nuestros vecinos, irrisión y burla de los que nos rodean; nos has hecho el refrán de los gentiles, nos hacen muecas las naciones. Despierta, Señor, ¿por qué duermes? Levántate, no nos rechaces más. ¿Por qué nos escondes tu rostro y olvidas nuestra desgracia y opresión?


SALMO: 39,2.5.7-8a.8b-9.10. Yo esperaba con ansia al Señor; él se inclinó y escuchó mi grito. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor, y no acude a los idólatras, que se extravían con engaños. Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo: «Aquí estoy.» «Como está escrito en mi libro: para hacer tu voluntad.» Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas. He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios: Señor, tú lo sabes.


SALMO:1S 2,1.4-5.6-7.8. Mi corazón se regocija por el Señor, mi poder se exalta por Dios; mi boca se ríe de mis enemigos, porque gozo con tu salvación. Se rompen los arcos de los valientes, mientras los cobardes se ciñen de valor; los hartos se contratan por el pan, mientras los hambrientos engordan; la mujer estéril da a luz siete hijos, mientras la madre de muchos queda baldía. El Señor da la muerte y la vida, hunde en el abismo y levanta; da la pobreza y la riqueza, humilla y enaltece. Él levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para hacer que se siente entre príncipes y que herede un trono de gloria.

SALMO:115,12-13.14-17.18-19. ¿Cómo le devolveré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa por una salvación e invocaré el nombre del Señor; cumpliré mis promesas al Señor en presencia de todo su pueblo. Tiene un precio a los ojos del Señor la muerte de sus fieles: «¡Mira, Señor, que soy tu servidor, tu servidor y el hijo de tu esclava: tú has roto mis cadenas!» Te ofreceré el sacrificio de acción de gracias e invocaré el nombre del Señor. Cumpliré mis promesas al Señor en presencia de todo su pueblo, en los atrios de la casa del Señor, en medio de ti, Jerusalén. ¡Aleluya!


SALMO:147,12-13.14-15.19-20. ¡Glorifica al Señor, Jerusalén, a tu Dios alaba, oh Sión! El refuerza las trancas de tus puertas y bendice a tus hijos en tu seno. guarda en paz tus fronteras, te da del mejor trigo en abundancia. Si a la tierra envía su mensaje, su palabra corre rápidamente. A Jacob le revela su palabra, sus leyes y sus juicios a Israel. Con ningún otro pueblo ha actuado así, ni les dio a conocer sus decisiones. ¡Aleluya!


SALMO:71,1-2.14.15bc.17. Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. Él rescatará sus vidas de la violencia, su sangre será preciosa a sus ojos. Que recen por él continuamente y lo bendigan todo el día. Que su nombre sea eterno, y su fama dure como el sol; que él sea la bendición de todos los pueblos, y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.

 SALMO:71,1-2.10-11.12-13. Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. Que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo. Que los reyes de Saba y de Arabia le ofrezcan sus dones; que se postren ante él todos los reyes, y que todos los pueblos le sirvan. Él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres.


SALMO:71,1-2.3-4ab.7-8. Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. Que los montes traigan paz, y los collados justicia; que él defienda a los humildes del pueblo, socorra a los hijos del pobre. Que en sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna; que domine de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra.


SALMO:2,7-8.10-12a. Voy a proclamar el decreto del Señor; él me ha dicho: «Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy. Pídemelo: te daré en herencia las naciones, en posesión, los confines de la tierra.» Y ahora, reyes, sed sensatos; escarmentad, los que regís la tierra: servid al Señor con temor, rendidle homenaje temblando.


SALMO:71.1,2,7,8,10-13. Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. Que en sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna; que domine de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra. Que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo. Que los reyes de Saba y de Arabia le ofrezcan sus dones; que se postren ante él todos los reyes, y que todos los pueblos le sirvan. Él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres.


SALMO:147,12-15.19-20. ¡Glorifica al Señor, Jerusalén, a tu Dios alaba, oh Sión! El refuerza las trancas de tus puertas y bendice a tus hijos en tu seno. guarda en paz tus fronteras, te da del mejor trigo en abundancia. Si a la tierra envía su mensaje, su palabra corre rápidamente. A Jacob le revela su palabra, sus leyes y sus juicios a Israel. Con ningún otro pueblo ha actuado así, ni les dio a conocer sus decisiones.


SALMO:97,1.3cd-4.5-6. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas; su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera, gritad, vitoread, tocad. Tañed la cítara para el Señor suenen los instrumentos: con clarines y al son de trompetas aclamad al Rey y Señor.


SALMO:97. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad.

 
SALMO:66. El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros; conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación. Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe.

 
SALMO:95, 1-2. 11-12. 13-14. Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre, proclamad día tras día su victoria. Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena; vitoreen los campos cuanto hay en ellos, aclamen los árboles bosque. Delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra: regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad.


SALMO;95, 7-8a. 8b-9. 10. Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor. Entrad en sus atrios trayéndole ofrendas, postraos ante el Señor en el atrio sagrado, tiemble en su presencia la tierra toda. Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él afianzó el orbe, y no se moverá; él gobierna a los pueblos rectamente.»

 

SALMO:127, 1-2. 3. 4-5. Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien. Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa. Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida.

 

SALMO,:123, 2-3. 4-5. 7b-8. Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte, cuando nos asaltaban los hombres, nos habrían tragado vivos: tanto ardía su ira contra nosotros. Nos habrían arrollado las aguas, llegándonos el torrente hasta el cuello; nos habrían llegado hasta el cuello las aguas espumantes. La trampa se rompió, y escapamos. Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra.


SALMO:96, 1-2. 5-6. 11-12. El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables. Tiniebla y nube lo rodean, justicia y derecho sostienen su trono. Los montes se derriten como cera ante el dueño de toda la tierra; los cielos pregonan su justicia, y todos los pueblos contemplan su gloria. Amanece la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón. Alegraos, justos, con el Señor, celebrad su santo nombre.

 

SALMO:30, 3cd-4. 6 y 8ab. 16bc-17. Sé la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve, tú que eres mi roca y mi baluarte; por tu nombre dirígeme y guíame. A tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás. Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría. Te has fijado en mi aflicción. Líbrame de los enemigos que me persiguen; haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia.


SALMO:97, 1. 2-3ab. 3cd-4. 5-6. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. Tañed la cítara para el Señor, suenen los instrumentos: con clarines y al son de trompetas, aclamad al Rey y Señor.

SALMO:88, 2-3. 4-5. 27 y 29. Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré tu fidelidad por todas las edades. Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno, más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» Sellé una alianza con mi elegido, jurando a David, mi siervo: «Te fundaré un linaje perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades.» Él me invocará: «Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora.» Le mantendré eternamente mi favor, y mi alianza con él será estable.


SALMO:24, 4-5ab. 8-9. 10 y 14. Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes. Las sendas del Señor son misericordia y lealtad para los que guardan su alianza y sus mandatos. El Señor se confía con sus fieles y les da a conocer su alianza. 


SALMO:23, 1-2. 3-4ab. 5-6. Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes: él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos. ¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos. Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación. Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob. ;

SALMO:32, 2-3. 11-12. 20-21. Dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas; cantadle un cántico nuevo, acompañando los vítores con bordones. El plan del Señor subsiste por siempre, los proyectos de su corazón, de edad en edad. Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se escogió como heredad. Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo; con él se alegra nuestro corazón, en su santo nombre confiamos.

 
SALMO:23, 1-2 3-4ab. 5-6. Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes: él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos. ¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos. Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación. Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob.


SALMO:70, 3-4a. 5-6ab. 16-17. Sé tú mi roca de refugio, el alcázar donde me salve, porque mi peña y mi alcázar eres tú. Dios mío, líbrame de la mano perversa. Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza y mi confianza, Señor, desde mi juventud. En el vientre materno ya me apoyaba en ti, en el seno tú me sostenías. Contaré tus proezas, Señor mío, narraré tu victoria, tuya entera. Dios mío, me instruiste desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas.



SALMO:71, 1-2. 12-13. 18-19. Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. Él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, el único que hace maravillas; bendito por siempre su nombre glorioso; que su gloria llene la tierra. ¡Amén, amén!


SALMO:71, 1-2. 3-4ab. 7-8. 17. Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. Que los montes traigan paz, y los collados justicia; que él defienda a los humildes del pueblo, socorra a los hijos del pobre. Que en sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna; que domine de mar amar, del Gran Río al confín de la tierra. Que su nombre sea eterno, y su fama dure como el sol; que él sea la bendición de todos los pueblos, y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.


SALMO:24, 4-5ab. 6-7bc. 8-9. Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas; acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor. El Señor es bueno y es recto, enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humilles con rectitud, enseña su camino a los humildes.



SALMO:145, 7. 8-9a. 9bc-10. El Señor mantiene su fidelidad perpetuamente, hace justicia a los oprimidos, da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos. El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos, el Señor guarda a los peregrinos. Sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad. SALMO:79, 2ac y 3b. 15-16. 18-19. Pastor de Israel, escucha, tú que te sientas sobre querubines, resplandece; despierta tu poder y ven a salvarnos. Dios de los ejércitos, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó, y que tú hiciste vigorosa. Que tu mano proteja a tu escogido, al hombre que tú fortaleciste. No nos alejaremos de ti: danos vida, para que invoquemos tu nombre.


SALMO:1, 1-2. 3.4 y 6. Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin. No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege el camino de los justos pero el camino de los impíos acaba mal.


SALMO:144,1 y 9.10-11.12-13ab. Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; bendeciré tu nombre por siempre jamás. El Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que té bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas; explicando tus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado. Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad.

SALMO:102, 1-2. 3-4. 8 y 10. Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; no nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas.

SALMO:95. 1-2. 3 y 10ac. 11-12. 13-14. Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre, proclamad día tras día su victoria. Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas as naciones. Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él gobierna a los pueblos rectamente.» Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena; vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, aclamen los árboles del bosque. delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra: regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad. 


Salmo:84,9.14.  Voy a escuchar lo que dice el
Señor: Dios anuncia la paz a su pueblo y sus amigo. la salvación esta ya cerca de sus fieles, y la gloria habitara en nuestra tierra. la misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan; la fidelidad brota de la tierra, y la justicia mira desde el cielo. El Señor nos dara la lluvia, y nuestra tierra dara sus fruto. la justicia marchara ante el, la salvación seguirá sus paso.

SALMO:71,1.2.8.12.13.17.  Dios mio, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. Que en días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna; que domine de mar a mar ,del gran Rio al confin de la tierra. el librara al pobre que claman, al afligido que no tenia protector; el se apiadara del pobre y del indigente, y salvara la vida de los pobre. que su nombre sea eterno, y su fama dure como el sol: que el sea la bendición de todos los pueblos, y lo proclamen dichoso todas las raza de la tierra.


SALMO,97.1.4. Canten al señor un cantico nuevo, porque has hecho maravillas: su diestra le ha dodo la victoria,su santo brazo.EL señor da a conocer su victoria, revela  a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. los confirnes de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al señor, tierra entera, y griten, victoreen toquen.


SALMO:26, 1. 4. 13-14. El Señor es mí luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar? Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor, contemplando su templo. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor.         


SALMO:117,1 y 8-9. 19-21. 25-27. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres, mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de loa jefes. Abridme las puertas del triunfo, y entraré para dar gracias al Señor. Esta es la puerta del Señor: los vencedores entrarán por ella. Te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mí salvación. Señor, danos la salvación; Señor, danos prosperidad. Bendito el que viene en nombre del Señor, os bendecimos desde la casa del Señor; el Señor es Dios, él nos ilumina.      


SALMO:22,1-3a. 3b-4. 5. 6. El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.     


Salmo:71, 1-2. 7-8. 12-13. 17. Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. Que en sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna; que domine de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra. Él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres. Que su nombre sea eterno, y su fama dure como el sol: que él sea la bendición de todos los pueblos, y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.

SALMO:121, 1-2. 4-5. 6-7. 8-9. ¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén. Allá suben las tribus, las tribus del Señor, según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David. Desead la paz a Jerusalén: «Vivan seguros los que te aman, haya paz dentro de tus muros, seguridad en tus palacios.» Por mis hermanos y compañeros, voy a decir: «La paz contigo.» Por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien. 

Salmos 23:1,2,3,4.El Señor es mi pastor: nada me falta;"en verdes pastos él me hace reposar. A las aguas de descanso me conduce, y reconforta mi alma. Por el camino del bueno me dirige, por amor de su nombre. Aunque pase por quebradas oscuras, no temo ningún mal, porque tú estás conmigo con tu vara y tu bastón, y al verlas voy sin miedo.

SALMO 26,1.4.13-14. El senor es mi luz y mi salvacion a quien temere? el senor es la defensa de mi vida, ? quien me hara temblar? una cosa pido al senor, eso buscare: habitar en la casa del senor por los dias de mi vida; gozar de la dulzura del senor,contemplando su templo. espero gozar de la dicha del senor en el pais de la vida.espera en el senor, se valiente, ten animo, espera en el senor.

SALMO 97,1-4. canten al senor un cantico Nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la Victoria, a su santo brazo. el senor da a conocer su Victoria, revela a las naciones su justicia: se acordo de su misericordia y su fidelidad en fabor de la casa de Israel. los confines de la tierra has contemplado la Victoria de nuestro Dios.aclamen al senor, tierra entera; griten, victoreen,toquen.      

 

SALMO 111,2.4-5.9. Dichoso quien  teme al senor y ama de Corazon sus mandatos. su linaje seran poderoso en la tierra, la decendecia del justo sera bendita.en las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo. Dichoso el que se apiada y presta, y administra rectamente sus asuntos. Reparte limosna a los pobre; su caridad es constante, sin falta, y alzara la frente con dignidad.

 

SALMO 45,2-3.4-5-6.8-9.Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, poderoso denfensor en el peligro.por eso no tememos,aunque tiemble la tierra y los montes se desplomen en el mar.El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,el Altisimo consagra su morada. Teniendo a Dios en medio,no vacila; Dios la socorre al despuntar la aurora. El senor de los ejercitos esta con nosotros,nuestro alcanzar es el Dios de Jacob.vengan a ver las obras del Senor, las maravillas que hace en la tierra: pone fin a la Guerra hasta el extremo del orbe.

 

SALMO: Del senor es la tierra  y cuanto la llena,el orbe y todos sus habitantes: el la fundo sobre los mares, el la afianzo sobre los rios. quien puede subir al monte del senor?  Quien puede estar en el recinto sacro?El hombre de manos inocentes puro Corazon, que no confia en los idolos. Este recibira la bendicion del senor, le hara justicia el Dios de salvacion. Este es el grupo que busca al senor, que vive a tu presencia, Dios de Jacob.

 

 

SALMO 16:1 Guárdame, oh Dios, pues me refugio en ti. Yo le he dicho: "Tú eres mi Señor, no hay dicha para mí fuera de ti.

SALMO 16,1.5-6.8.15: SENOR,escucha mi apelacion,atiende a mis clamores,presta oido a mi suplica, que en mis labios no hay enganos.mis pies estuvieron firmes  en tus caminos,y no vacilaron mis pasos.yo te invoco porque tu me respondes,Dios mio;inclina el oido y escucha mis palabras.gurdame como a la ninas de tus ojos, a la sombra de tus alas escondeme. yo con mi apelacion vengo a tu presencia, y al despertar me saciare de tu semblante.


SALMO 138,1-3.6-9: SENOR,tu me sondeas y me conoces; me conoces cuando me siento o me levanto,de lejos penetras mis pensamientos;distingues mi camino y mi descanso.todas mis sendas te son familiars. no ha llegado la palabra a mi lengua, y ya, senor, te la sabes toda.me estrechas detras y delante, me cubres con tu pluma.tanto saber me sobrepasa es sublime,y no lo abarco.adonde ire lejos de tu aliento,adonde escapare de tu Mirada? si escalo el cielo,alli estas tu; si me acuesto en el abismo, alli te encuentro.si vuelo hasta el margen de la aurora, si emigro hasta el confin del mar,alli me alcanzara tu izquierda, me agarrara tu derecha. AMEN.

SALMO 30,v-2:Bendito sea el Senor, su gracia hizo maravillas para mi: mi Corazon es como una ciudad fuerte.

SALMO 32 V-7: Tu eres un refurgio para mi, me guardas en la prueba,y me envuelves con tu salvacion.

SALMO 33,V-8: El angel del senor hace sus rondas junto a los que le temen y los guarda.

SALMO 33, V-9: Gusten y vean cuan bueno es el Senor dichoso aquel que busca en el asilo.

SALMO33,2-3.16-19: Bendigo al Senor en todo momento. su alabanza esta siempre en mi boca; mi alma se Gloria en el Senor: que los humildes lo escuchen y se alegren. Los ojos del Senor miran a los justos. sus oidos escuchan sus gritos; pero el Senor se enfrenta con los malhechores, para borrar de la tierra su memoria.


SALMO 81,3-4.6-7: Proteje al desvalido y al Huerfano,hagan justicia al humilde y al necesitado,defiendan al pobre y al dingente,sacandolo de las manos del culpable. Yo declaro: aunque sean dioses, e hijos del Altisimo todos,moriran como cualquier hombre,caeran,principes,como uno de tanto.


SALMO 118,89-91.130.135.175: Tu palabras Senor, es eterna, mas estable que el cielo Tu fidelidad de generacion en generacion igual que fundaste la tierra y permanence. por tu mandamiento subsisten hasta hoy, porque todo esta a tu servicio.La explicacion de tus palabras ilumina,da inteligencia a  los ignorantes.Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, ensename tu leyes. Que mi alma viva para alabarte,que tus mandamientos me auxilien.


SALMO 18,2-5: El Cielo proclama la Gloria de DIOS,el firmamento pregona la obra de sus manos: el dia le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra. sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregon y hasta los limites del orbe su lenguaje.


SALMO 104,2-3.36-37.42-43: Cantenle al son de intrumentos.hablen de sus maravillas; gloriense de su nombre santo, que se alegren los que buscan al senor.Hirio de muerte a los primogenitos del pais,primicias de su virilidad. Saco a su pueblo cargado de oro y plata, y entre sus tribus nadie tropezaba. porque se acordaba de la palabra sagrada que habia dado a su siervo Abrahan, saco a su pueblo con alegria, a sus escogidos con gritos de triunfo.


SALMO 97,5-9: Tanen la citara para el Senor, suenen los instrumentos: con clarines y al son de trompetas, aclamen al Rey y Senor.Retumbe el mar y cuanto contiene, la tierra y cuantos la habitan; apludan los rios, aclamen los montes al Senor, que llega para regir Terra.Regira el orbe con justicia y los pueblos con rectitude.



SALMO. 118, 53. 61. 134. 150. 155. 158. Sentí indignación ante los malvados, que abandonan tu voluntad. Los lazos de los malvados me envuelven, pero no olvido tu voluntad. Líbrame de la opresión de los hombres, y guardaré tus decretos. Ya se acercan mis inicuos perseguidores, están lejos de tu voluntad. La justicia está lejos de los malvados que no buscan tus leyes. Viendo a los renegados, sentía asco, porque no guardan tus mandatos. 


SALMO:3,V. 2-3. 4-5. 6-7. Señor, cuántos son mis enemigos, cuántos se levantan contra mí; cuántos dicen de mí: «Ya no lo protege Dios.» Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria, tú mantienes alta mi cabeza. Si grito invocando al Señor, él me escucha desde su monte santo. Puedo acostarme y dormir y despertar: el Señor me sostiene. No temeré al pueblo innumerable que acampa a mi alrededor.  

SALMO:17(16) 8,-9.Guardame como a la nina de tus ojos,escondeme a la sombra de tus alas, lejos de esos malvados que me acosan, de mis enemigos que quieren mi muerte. 


SALMO: 16,1-5.6.8.15 Senor, escucha mi apelacion, atiende a mis clamores, presta oido a mi suplica, que en mis labios no hay engano.Mis pies no vacilaron mis posos.Yo te invoco, porque tu me respondes,Dios mio; inclina el oido y escucha mis palabra.Guardame como a las ninas de tus ojos, a la sombra de tus alas escondeme.pero yo con mi apelacion vengo a tu presencia,y al despertar me saciare de tu semblante. 


SALMO: 49,1-2-5-6.14-15 El Dios de los Dioses, el Senor,habla: convoca la tierra de oriente a occidente.Desde sion, la Hermosa, Dios resplandece. congreguenme a mis fieles, que sellaron mi pacto con un sacrificio proclame el cielo su justicia; Dios en persona va a jusgar.ofrece a Dios un sagrificio de alabanza,cumple tus votos al Alticimo e invoca el dia del peligro; yo te librare, y tu me daras Gloria.


SALMO:29,10-12. Bendito eres, Dios de nuestro padre Israel,por los siglo de los siglos. tuyos son senor la grandeza y el poder, la Gloria,el esplandor, la majestad, porque tuyo es cuanto hay en cielo y en la tierra.Tu eres rey y soberano de todo.De ti viene la riqueza y la Gloria.tu eres senor del universo, en tu mano esta el poder y la fuerza,tu engrandeces y confortas a todos.


SALMO: 9,2-6.16.19.Te doy gracias,senor, de todo Corazon,proclamando todas tus maravilla; me alegro y exalto contigo y toco en honor de tu nombre, oh altisimo.porque mis enemigos retrocedieron, cayeron y perecieron ante tu rostro.Reprendiste a los pueblos,destruiste al impio y borraste para siempre su apellido.Los plueblos se han hundido en la fosa que hicieron,su pie quedo prendido en la red que escondieron.El no olvida jamas al pobre, ni la esperanza del humilde perecera.


 

SALMO:121, 1-2. 4-5 Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén. Allá suben las tribus, las tribus del Señor, según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David.  

 

SALMO 3,52-56. Bendito eres, Senor,Dios de nuestros padres, bendito tu nombre santo y glorioso. Bendito eres sobre el trono de tu reino. Bendito eres tu, que sentado sobre querubines sondeas los abismos. Bendito eres en la boveda de cielo.

 

SALMO 3, 57-61.Criaturas todas del senor, bendigan al senor. Cielos bendigan al senor.aguas del espacio, bendian al Senor.Ejercitos del senor, bendigan al Senor.


SALMO 3, 62-67. Sol y luna, bendigan al senor. Astros del cielo, bendigan al senor.llvia y rocio,bendigan al senor.vientos todos,bendigan al senor.fuego y calor,bendigan el senor. frio y heladas bendigan al senor.

 

SALMO:Dn. 3,68. 69. 70. 71. 72. 73.74. Rocíos y nevadas, bendecid al Señor. Témpanos y hielos, bendecid al Señor. Escarchas y nieves, bendecid al Señor. Noche y día, bendecid al Señor. Luz y tinieblas, bendecid al Señor. Rayos y nubes, bendecid al Señor. Bendiga la tierra al Señor.


SALMO 3,75-79.Montes y cumbres, bendigan al Senor. cuanto germina en la tierra, bengan al senor. manantiales, bendigan al senor mares y rios, bendigan al senor. cetaceos y peces, bendigan al senor. Aves del cielo, bendigan al senor.fieras y ganados, bendigan al senor.

 

SALMO 18,2-5. El cielo proclama la Gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus mano:el dia al dia le pasa su mensaje, la noche a la noche se lo susurra. sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza pregon y hasta los limites del orbe su lenguaje.

 



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